Vida de oración

Este mes celebraremos, como cada año, la solemnidad de la Asunción de María a los cielos en cuerpo y alma. Es una fiesta que nos ayuda a fijarnos una vez más en la Virgen María y en su respuesta a la llamada de Dios, que culmina, precisamente, con el privilegio de ser Asunta al cielo. Toda la vida de María es un cumplir la voluntad de Dios. Nos podemos preguntar cómo logra vivir de esta manera. La respuesta no sólo está en los grandes privilegios de los que fue dotada desde su Inmaculada concepción sino también en su correspondencia personal y libre a tales privilegios. Al fijarnos en su vida descubrimos que María es un alma de oración, que tiene vida de oración.

La tradición nos la muestra recogida en oración en el momento de la Anunciación. Cuando visita a su prima Santa Isabel exclama en un cántico magnífico, una oración preciosa y elevada, fruto de su trato personal con Dios. Ante los acontecimientos de su Hijo que no acaba de comprender, la Sagrada Escritura afirma que los guardaba y meditaba en su corazón. Al pie de la Cruz la vemos en unión de corazón, de intención y de petición con la entrega suprema de su Hijo por todos nosotros. Y, en el momento de la Asunción, nos es fácil imaginarla recogida en oración rodeada de los Apóstoles, igual que en Pentecostés. El secreto de su vida santa es el mismo de todos los que queremos alcanzar la santidad: Vida de oración.

El Catecismo de la Iglesia Católica dedica toda su cuarta parte a la oración. En su título tercero nos habla precisamente de la vida de oración, sería muy bueno repasarlo durante este tiempo estival. Ahí encontramos expresiones que nos impulsaran a crecer en esta característica tan propia de Cristo y de los cristianos. Sabemos que la oración va unida al “combate espiritual” y que requiere un esfuerzo personal para conseguir ser alma de oración. La oración es un don de la gracia y una respuesta decidida por nuestra parte. En la oración nos descubrimos y descubrimos a Dios y buscamos unirnos más a Él y cumplir su voluntad. La oración perseverante acrecienta nuestro amor a Dios y a los demás y nos descubre las maravillas de la vida nueva en Cristo.

Mn. Xavier Argelich

Sábado 21 de septiembre 32ª  JORNADA MARIANA DE LA FAMILIA en Torreciudad, Pirineo de Huesca

Torreciudad nos convoca a un nuevo encuentro de familias. Esta jornada ofrece a familias de todas las latitudes una peregrinación festiva realizada bajo la protección de la Virgen María.

OFRENDAS

Se pueden llevar frutos, flores, trabajos manuales realizados por familias, parroquias, colegios, etc.

También se recogerán productos de higiene elemental para refugiados ucranianos que están viviendo en aquel territorio de Huesca.

SERVICIOS

Puestos de bocadillos y bebidas. Botiquín y ambulancia. Consigna y guardería. El parque infantil funciona de 14h a 17horas. Puente bus: Aparcamientos-santuario y aparcamientos de 10h a 19 horas.

CONFESIONES

A partir de las 9 horas.

ALOJAMIENTOS

Navegando por la web del Santuario de Torreciudad se puede observar un mapa donde se indican los hoteles, campings, etc. de todo el entorno hasta Jaca, Monzón y alrededores de Torreciudad.

INSCRIPCIÓN DE AUTOBUSES

Navegando por la web del Santuario de Torreciudad se puede observar un mapa donde se indica el formulario de inscripción.

HORARIO DE LA JORNADA DEL SABADO 21 DE SEPTIEMBRE DE 2024

9h: Apertura del recinto y los confesionarios.

12h: Oración y ofrendas de las familias, niños de Primera Comunión, parroquias, colegios, etc.

12.30h: Santa Misa.

14h: Ofrecimiento de niños a la Virgen.

16h: Santo Rosario y Exposición Solemne

17h: Fin de la jornada.

Para más información tel. 974304025 y a la web

https://torreciudad.org/events/32a-jornada-mariana-de-la-familia/

Comunicación Montalegre

Santa Ana y san Joaquín, los abuelos de Jesús, así lo celebra la Iglesia

En el día 26 de julio de 2024 la Iglesia nos invita a celebrar la solemnidad de santa Ana la madre de la Virgen María. En la misa del día la liturgia de la Palabra es propia. Y las plegarias son invocaciones por el bien de las familias y sus miembros. Recordamos las que se han leído en la Iglesia de Santa María de Montalegre:

1.Para que el Señor fortalezca el amor y la fidelidad de los esposos cristianos y les conceda vivir siempre unidos, en las alegrías y en las pruebas. Roguemos al Señor.

2.Para que Dios conceda a las madres de familia acierto para educar a sus hijos en la rectitud humana y en la integridad de la fe. Roguemos al Señor.

3.Para que Dios se compadezca de las familias desavenidas y proteja a los hijos de los matrimonios separados. Roguemos al Señor.

4.Para que en nuestra comunidad abunden esposos que, a imitación de santa Ana y san Joaquín, eduquen a sus hijos en la piedad, alegren a la Iglesia y cooperen al bien de la sociedad. Roguemos al Señor.

Escucha nuestras oraciones, Señor Dios nuestro, y a quienes hoy recordamos a la madre de la Virgen María, concédenos los bienes que te hemos pedido. Por Jesucristo Nuestro Señor.

Estas bellas oraciones las podemos hacer nuestras para rezar por nuestras familias.

Asimismo, la Iglesia celebra el 28 de julio de 2024 la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores con el lema, En la vejez no me abandones (cf. Sal 71,9). El papa Francisco estableció en 2021 la celebración de esta Jornada el cuarto domingo de julio, en torno a la fiesta, el día 26, de los Santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús.

Además, el Santo Padre ha concedido la indulgencia plenaria a los fieles que asistan a las misas dedicadas a este propósito o visiten a las personas mayores que están solas.

Para esta celebración el Santo Padre envió un Mensaje el 25 de abril de 2024, el cual referimos literalmente de la web de la Conferencia Episcopal Española:

Queridos hermanos y hermanas:

Dios nunca abandona a sus hijos. Ni siquiera cuando la edad avanza y las fuerzas flaquean, cuando aparecen las canas y el estatus social decae, cuando la vida se vuelve menos productiva y corre el peligro de parecernos inútil. Él no se fija en las apariencias (cf. 1 S 16,7) y no desdeña elegir a aquellos que para muchos resultan irrelevantes. No descarta ninguna piedra, al contrario, las más “viejas” son la base segura sobre las que se pueden apoyar las piedras “nuevas” para construir todas juntas el edificio espiritual (cf. 1 P 2,5).

La Sagrada Escritura, en su conjunto, es una narración del amor fiel del Señor, del que emerge una certeza consoladora: Dios sigue mostrándonos su misericordia, siempre, en cada etapa de la vida, y en cualquier condición en la que nos encontremos, incluso en nuestras traiciones. Los salmos están llenos del asombro del corazón humano frente a Dios, que nos cuida a pesar de nuestra pequeñez (cf. Sal 144,3-4); nos aseguran que Dios nos ha plasmado en el seno materno (cf. Sal 139,13) y que no entregará nuestra vida a la muerte (cf. Sal 16,10). Por tanto, podemos tener la certeza de que también estará cerca de nosotros durante la ancianidad, tanto más porque en la Biblia envejecer es signo de bendición. 

Y, sin embargo, en los salmos encontramos además esta sentida súplica al Señor: «No me rechaces en el tiempo de mi vejez» (Sal 71,9). Una expresión fuerte, muy cruda. Nos lleva a pensar en el sufrimiento extremo de Jesús que exclamó en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46).

En la Biblia, pues, hallamos la certeza de la cercanía de Dios en cada etapa de la vida y, al mismo tiempo, encontramos el miedo al abandono, particularmente en la vejez y en el momento del dolor. No se trata de una contradicción. Mirando a nuestro alrededor no nos resulta difícil comprobar cómo esas expresiones reflejan una realidad más que evidente. Con mucha frecuencia la soledad es la amarga compañera de la vida de los que como nosotros son mayores y abuelos. Siendo obispo de Buenos Aires, muchas veces tuve ocasión de visitar residencias de ancianos y me di cuenta de las pocas visitas que recibían esas personas; algunos no veían a sus seres queridos desde hacía muchos meses.

Las causas de esa soledad son múltiples. En muchos países, sobre todo en los más pobres, los ancianos están solos porque sus hijos se han visto obligados a emigrar. Pienso también en las numerosas situaciones de conflicto; cuántos ancianos se quedan solos porque los hombres —jóvenes y adultos— han sido llamados a combatir y las mujeres, sobre todo las madres con niños pequeños, dejan el país para dar seguridad a los hijos. En las ciudades y en los pueblos devastados por la guerra, muchas personas mayores se quedan solas, como únicos signos de vida en zonas donde parece reinar el abandono y la muerte. En otras partes del mundo, además, existe una falsa creencia, muy enraizada en algunas culturas locales, que genera hostilidad respecto a los ancianos, acusados de recurrir a la brujería para quitar energías vitales a los jóvenes; de modo que, en caso de que una muerte prematura, una enfermedad o una suerte adversa afecte a un joven, la culpa recae sobre algún anciano. Esta mentalidad se debe combatir y erradicar. Es uno de esos prejuicios infundados, de los que la fe cristiana nos ha liberado, que alimenta persistentes conflictos generacionales entre jóvenes y ancianos.

Si lo pensamos bien, esta acusación dirigida a los mayores de “robar el futuro a los jóvenes” está muy presente hoy en todas partes. Esta también se encuentra, bajo otras formas, en las sociedades más avanzadas y modernas. Por ejemplo, hoy en día está muy extendida la creencia de que los ancianos hacen pesar sobre los jóvenes el costo de la asistencia que ellos requieren, y de esta manera quitan recursos al desarrollo del país y, por ende, a los jóvenes. Se trata de una percepción distorsionada de la realidad. Es como si la supervivencia de los ancianos pusiera en peligro la de los jóvenes. Como si para favorecer a los jóvenes fuera necesario descuidar a los ancianos o, incluso, eliminarlos. La contraposición entre las generaciones es un engaño y un fruto envenenado de la cultura de la confrontación. Poner a los jóvenes en contra de los ancianos es una manipulación inaceptable; «está en juego la unidad de las edades de la vida, es decir, el real punto de referencia para la comprensión y el aprecio de la vida humana en su totalidad» (Catequesis 23 febrero 2022).

El salmo citado anteriormente —en el que se suplica no ser abandonados en la vejez— habla de una conspiración que ciñe la vida de los ancianos. Parecen palabras excesivas, pero comprensibles si se considera que la soledad y el descarte de los mayores no son casuales ni inevitables, son más bien fruto de decisiones —políticas, económicas, sociales y personales— que no reconocen la dignidad infinita de toda persona «más allá de toda circunstancia y en cualquier estado o situación en que se encuentre» (Decl. Dignitas infinita, 1). Esto sucede cuando se pierde el valor de cada uno y las personas se convierten en una mera carga onerosa, en algunos casos demasiado elevada. Lo peor es que, a menudo, los mismos ancianos terminan por someterse a esta mentalidad y llegan a considerarse como un peso, deseando ser los primeros en hacerse a un lado.

Por otra parte, hoy son muchas las mujeres y los hombres que buscan la propia realización personal llevando una existencia lo más autónoma y desligada de los demás que sea posible. Las pertenencias comunes están en crisis y se afirman las individualidades; el pasaje del “nosotros” al “yo” se muestra como uno de los signos más evidentes de nuestro tiempo. La familia, que es la primera y la más radical oposición a la idea de que podemos salvarnos solos, es una de las víctimas de esta cultura individualista. Pero cuando se envejece, a medida que las fuerzas disminuyen, el espejismo del individualismo, la ilusión de no necesitar a nadie y de poder vivir sin vínculos se revela tal cual es: uno se encuentra en cambio teniendo necesidad de todo, pero ya solo, sin ninguna ayuda, sin tener a alguien con quien poder contar. Es un triste descubrimiento que muchos hacen cuando ya es demasiado tarde.

La soledad y el descarte se han vuelto elementos recurrentes en el contexto en el que estamos inmersos. Estos tienen múltiples raíces: en algunos casos son el fruto de una exclusión programada, una especie de triste “complot social”; en otros casos se trata lamentablemente de una decisión propia. Otras veces también se los sufre fingiendo que se trate de una elección autónoma. Estamos perdiendo cada vez más «el sabor de la fraternidad» (Carta enc. Fratelli tutti, 33) e incluso nos cuesta imaginar algo diferente.

En muchos ancianos podemos advertir ese sentimiento de resignación del que habla el libro de Rut, cuando relata que la anciana Noemí —después de la muerte del marido y de los hijos— invitó a sus nueras, Orpá y Rut, a regresar a sus países de origen y a sus casas (cf. Rut 1,8). Noemí —como tantos ancianos de hoy— teme quedarse sola, pero no consigue imaginar algo distinto. Como viuda, es consciente de valer poco ante la sociedad y está convencida de ser un peso para esas dos jóvenes que, al contrario de ella, tienen toda la vida por delante. Por eso piensa que sea mejor hacerse a un lado y ella misma invita a las jóvenes nueras a dejarla y a construir su futuro en otros lugares (cf. Rut 1,11-13). Sus palabras son un concentrado de convenciones sociales y religiosas que parecen inmutables y que marcan su destino.

El relato bíblico nos presenta en este momento dos opiniones diferentes frente a la invitación de Rut y, por tanto, frente a la vejez. Una de las dos nueras, Orpá, que le tiene cariño a Noemí, con un gesto afectuoso la besa, pero acepta lo que ella también cree que es la única solución posible y sigue su propio camino. Rut, en cambio, no se separa de Noemí y le dirige palabras sorprendentes: «No insistas en que te abandone» (Rut 1,16). No tiene miedo de desafiar las costumbres y la opinión común, siente que esa mujer anciana la necesita y, con valentía, permanece a su lado, dando inicio a una nueva travesía para ambas. A todos nosotros —acostumbrados a la idea de que la soledad es un destino inevitable— Rut nos enseña que a la súplica “¡no me abandones!” es posible responder “¡No te abandonaré!”. No duda en trastocar lo que parece una realidad inmutable, ¡Vivir solos no puede ser la única alternativa! No es casualidad que Rut —la que se quedó acompañando a la anciana Noemí— sea un antepasado del Mesías (cf. Mt 1,5), de Jesús, el Emanuel, Aquel que es “Dios con nosotros”, Aquel que lleva la cercanía y la proximidad de Dios a todos los hombres, de todas las condiciones y de todas las edades.

La libertad y la valentía de Rut nos invitan a recorrer un camino nuevo. Sigamos sus pasos, hagamos el viaje junto a esta joven mujer extranjera y a la anciana Noemí, no tengamos miedo de cambiar nuestras costumbres y de imaginar un futuro distinto para nuestros ancianos. Nuestro agradecimiento se dirige a todas esas personas que, aun con muchos sacrificios, han seguido efectivamente el ejemplo de Rut y se están ocupando de un anciano, o sencillamente muestran cada día su cercanía a parientes o conocidos que no tienen a nadie. Rut eligió estar cerca de Noemí y fue bendecida con un matrimonio feliz, una descendencia y una tierra. Esto vale siempre y para todos: estando cerca de los ancianos, reconociendo el papel insustituible que estos tienen en la familia, en la sociedad y en la Iglesia, también nosotros recibiremos muchos dones, muchas gracias, muchas bendiciones.

En esta IV Jornada Mundial dedicada a ellos, no dejemos de mostrar nuestra ternura a los abuelos y a los mayores de nuestras familias, visitemos a los que están desanimados o que ya no esperan que un futuro distinto sea posible. A la actitud egoísta que lleva al descarte y a la soledad contrapongamos el corazón abierto y el rostro alegre de quien tiene la valentía de decir “¡no te abandonaré!” y de emprender un camino diferente.

A todos ustedes, queridos abuelos y mayores, y a cuantos los acompañan, llegue mi bendición junto con mi oración. También a ustedes les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí.

Roma, San Juan de Letrán, 25 de abril de 2024

 

nota. La foto del templo es la Iglesia de Santa Ana en Jerusalén.

Comunicación Montalegre

Camino al jubileo, camino de oración

El Santo Padre nos anima a prepararnos para el año jubilar 2025 mediante la oración. Durante estos últimos meses hemos reflexionado sobre la Santa Misa, fuente y culmen de la vida cristiana y, por lo tanto, el modo más excelso se dirigirse a Dios y tener vida de oración.

Durante los próximos meses nos vamos a centrar en la oración como manifestación de nuestra relación personal con Dios. No trataremos tanto de la oración comunitaria como de la oración personal, aquella que cada uno, a su manera y con sus palabras dirige a Dios desde su condición de hija o hijo de Dios.

En palabras del Papa Francisco, al hablar de este año dedicado a la oración nos anima a ser almas de “Oración que permite a cada hombre y mujer de este mundo dirigirse al único Dios, para expresarle lo que tienen en el secreto del corazón.  Oración como vía maestra hacia la santidad, que nos lleva a vivir la contemplación en la acción.  En definitiva, un año intenso de oración, en el que los corazones se puedan abrir para recibir la abundancia de la gracia, haciendo del “Padre Nuestro”, la oración que Jesús nos enseñó, el programa de vida de cada uno de sus discípulos.”

El Jubileo ha sido siempre un acontecimiento de gran importancia espiritual, eclesial y social en la vida de la Iglesia. El pueblo cristiano ha vivido siempre la celebración de un año jubilar como un don especial de gracia, caracterizado por el perdón de los pecados y, en particular, por la indulgencia, expresión plena de la misericordia de Dios. Preparémonos con oración, busquemos recorrer este camino hacia el jubileo dedicando cada día un rato a esa conversación filial con Dios que nos permite entablar una relación sincera y vital con quien nos ama inmensamente.

Mn. Xavier Argelich

Sacramento de Amor

Este año, el mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, empieza con la Solemnidad del Corpus Christi, lo cual nos permite adentrarnos en el amor de Dios por nosotros contemplando precisamente el Sacramento de tanto amor. Los evangelios nos presentan el momento de la  institución de la Eucaristía como la manifestación extrema del amor de Dios: “habiéndolos amado, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1).

La Santísima Eucaristía, en palabras de Benedicto XVI “Es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre. En este admirable Sacramento se manifiesta el amor «más grande», aquél que impulsa a dar la vida por los propios amigos”. Procuremos siempre, pero de manera especial este mes, participar del Santo Sacramento con fervientes deseos de descubrir este inmenso amor de Dios por cada uno de nosotros. Deseemos de verdad la Santa Misa, recibamos su Cuerpo y su Sangre con auténtica piedad y devoción, descubriendo a Cristo que nos ama entregándose por nosotros, mostrándonos todo su amor misericordioso, amable y profundo.

De esta manera, nos será fácil introducirnos en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Un corazón de carne como el nuestro pero Sacratísimo, sin corrupción y sin ningún tipo de apego desordenado, todo lo contrario, puro y limpio, inmenso, en el que cabemos todos. Descubriremos cómo es el amor de Dios por nosotros, nos ama infinitamente a cada uno con toda su divinidad y humanidad. Y ese descubrimiento nos impulsará a querer corresponder a tanto amor, anhelando recibirlo en la Eucaristía y llevándolo a los demás, con nuestra caridad manifestada en pequeñas obras de amor y entrega que el que se sabe amado y sabe amar es capaz de descubrir todos los días de su vida, como la Virgen María.

Mn. Xavier Argelich

Señor envía tu espíritu y tu fuerza para que los haga santos

Celebramos la fiesta de la patrona de la Iglesia de Santa María de Montalegre el día en que la Iglesia conmemora la Visitación de la Virgen, que coincide siempre con el día 31 de mayo y con las confirmaciones de los jóvenes y algunos adultos que se han preparado para recibir el sacramento del Espíritu Santo. En el vigente 2024 se trataba de veinte cuatro confirmantes, en su  mayoría eran de Montalegre, Terral y Braval . En esta celebración también hicieron la primera comunión tres jóvenes.

La ceremonia se inició a la siete de tarde, previamente el rector había recibido al Cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, el cual iba acompañado de su secretario Mn. Marc Labori.  Se detuvieron en la Capilla del Santísimo, y a continuación pasaron a la sacristía. Allí el Cardenal saludó a varios colaboradores de Montalegre, muy especialmente al Sr. Pep Masabeu del cual se han publicado en medios digitales de las últimas semanas varias entrevistas sobre los buenos métodos de estudio, trabajo e inserción social que se desarrollan en Braval desde hace más de 25 años, con buenísimos resultados en sus proyectos. Mn. Bombardó, como maestro de ceremonias, antes de los ritos iniciales, animó a los confirmantes a que se preparasen para recibir el Espíritu Santo.

 La liturgia de la Palabra y la homilía del Cardenal

Las lecturas del día se referían a la Virgen Santísima, y las leyó una de las catequistas. La primera lectura de Sofonías 3,14-18: Regocíjate, hija de Sion. El salmo de Isaías 12:  Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel. Y el santo Evangelio de san Lucas 1,39-56: En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Tomó la palabra el maestro de ceremonias y explicó la preparación que habían recibido los confirmantes para este acto, por medio de las catequesis, el estudio y la frecuencia de los sacramentos, así como haciendo obras de misericordia, por lo que han recibido la formación adecuada. Dijo el nombre de cada uno de ellos y acudiendo a la llamada se pusieron de pie.

A continuación, el Cardenal Omella pronunció una homilía muy bonita dedicada a la Virgen Santísima y a la santidad de los confirmantes. En primer lugar, les dio la enhorabuena por la decisión que habían tomado. Se refirió a que la Virgen Santísima visitó a su prima Elisabeth y ahora a nosotros nos visita también en esta iglesia. Recordó las apariciones de la Virgen en Fátima por las que fue a visitar a unos jóvenes niños Francisco, Jacinta y Lucía. A ellos les pidió sacrificios y que rezasen el santo rosario. La Iglesia tiene por Madre a María y la Humanidad ha ganado una Madre. También se le apareció a Diego en Guadalupe de Méjico y en el lienzo que él llevaba se quedó para siempre grabada la imagen de la Virgen y en los ojos está él, Diego, y muchísima gente, que somos nosotros.

María no se olvida de nosotros.  No dejéis de rezar, hacer oración y sacrificios y rezar por la paz, especialmente el santo rosario. Y en la contrariedad y tentación, el padrenuestro y la avemaría, Dios no coge a nadie a traición. También se refirió a la primera manifestación de la divinidad de Jesús que fue precedida de la intervención de María, en las Bodas de Caná, diciendo a los que servían Haced lo que él os diga.

Seamos apóstoles haciendo el bien, yendo a misa y diciendo quién es Jesucristo. Recordó al beato Carlos Acutis, un joven que murió por una enfermedad grave a los 15 años, era un hombre normal, hacía deporte, iba en patinete y se divertía como vosotros, y en redes sociales hablaba de Jesucristo, la Virgen, un apóstol que próximamente será declarado santo. Pidamos la fuerza del Espíritu Santo y que la Virgen nos ayude a ser santos.

Las Confirmaciones

Antes de recibir los confirmantes el Sacramento de la Confirmación, se nos invitó a renovar las promesas del Bautismo. A continuación, se invocó al Espíritu Santo: Señor envía tu espíritu y tu fuerza para que los haga santos. Y tras explicaciones del maestro de ceremonias: Ser crismado con la cruz y los óleos es fermento de santidad.

Cada uno de los confirmantes, acompañados de sus padrinos fueron acercándose al presbiterio para que el Cardenal Omella le impusiera el óleo consagrado en la Misa Crismal que se celebra en la Semana Santa, de cada año, al tiempo que el Cardenal Omella decía: Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo, la paz sea contigo.

Las plegarias elevadas a Dios Nuestro Padre, fueron leídas por los ya confirmados. Una vez acabada la Liturgia de la Palabra y las Confirmaciones, se inició la Liturgia de la Eucaristía.

Pequeños detalles

 

Fue una celebración muy gozosa y feliz para los protagonistas, pero también para todos los que estábamos allí, pues participábamos de algo irrepetible pues el Sacramento de la Confirmación se recibe solamente una vez en la vida, y es la ocasión propicia para que también pidamos la intervención del Espíritu Santo para cada uno de nosotros.

Hemos de agradecer al Cor de Betlem de voces femeninas y al organista Pere Mateu Xiberta su participación continuada en toda la celebración aglutinando con sus voces el ambiente de oración y sosiego.

Bienaventurada eres Virgen María, que creíste, porque se cumplirá lo que te fue dicho de parte del Señor

Isabel Hernández Esteban

Por cada embarazo “in vitro” se pierden 14 embriones, 14 personas humanas

Crónica enviada por Daniel Arasa, periodista

El profesor Venancio Carrión, licenciado en Filosofía, máster en bioética y experto en el campo de fecundidad humana, pronunció en Montalegre la conferencia del mes de mayo de 2024 bajo el título “Los retos de la bioética ante la infertilidad”. En la presentación del ponente, el presidente de la Plataforma por la Familia, Daniel Arasa, explicó que Venancio Carrión y su esposa, Jordina, llevaban años de matrimonio sin que llegaran hijos.

Recurrieron a la Naprotecnología, una técnica que respeta la dignidad de la persona desde el primer momento, y han tenido dos hijos. Desde hace años se dedican a ayudar a matrimonios con problemas de infertilidad o esterilidad. Han llegado ya a centenares de matrimonios.

Carrión explicó que las últimas estadísticas sobre población nos alertan sobre la falta de nacimientos para conseguir el relevo generacional y la primera maternidad de la media de las mujeres se aproxima a los 40 años. Es decir, precisamente cuando biológicamente empieza a ser menos probable lograr embarazo.

Por otro lado, las técnicas de reproducción, especialmente la fecundación in vitro, se presentan como la solución para lograr ser padres “en cualquier momento”. Las técnicas de reproducción se centran en conseguir el hijo deseado sin llegar a diagnósticos completos, manifestó. Pocas veces, dijo Carrión, se informa adecuadamente del proceso, de los efectos de la medicación y de que para que se logre un embarazo normalmente se pierden 14 embriones (personas humanas) por el camino. Enfatizó que el embrión es persona humana.

Delante de la infertilidad, la bioética tiene el reto de informar adecuadamente, de ayudar a ver la infertilidad como una situación, a priorizar el camino médico que siempre busca alcanzar un diagnóstico para restaurar la salud. En este sentido la infertilidad no es una enfermedad, es un síntoma.

Añadió que la preocupación y respeto por las personas se debe también al paciente más pequeño, al embrión, no solo a la madre y al padre, y dijo que “el lugar más adecuado para recibir la vida humana es el acto conyugal, ese entorno de misterio, de sorpresa, de no saber si esta vez llegará. Dos personas que se aman y se predisponen a que se pueda generar vida, pero siempre envuelta en un misterio que les supera. La vida humana llega por sorpresa en este contexto y siempre nos remite a la libertad personal. La persona es fin en sí misma, no es objetivo o finalidad de otros”. Precisó que los hijos no son de los padres, pero llegan por su amor y apertura a la vida. Más adelante dejan al padre y la madre y recorren un camino que remite a una trascendencia.

El ponente manifestó que la juventud necesita conocer que la edad biológica ideal de la maternidad está más hacia los 25 años de la mujer. Mucho se puede hacer, como preparación remota, si la mujer aprende a reconocer los signos y el significado de su ciclo menstrual. Además. esto permitiría ganar en salud mucho antes. “La sociedad nos lleva a normalizar que la menstruación duele y la medicina a paliar síntomas en lugar de profundizar y llegar a la causa del dolor”, añadió.

Venancio Carrión y su esposa dedican su actividad en este campo a través de la Asociación Naprotec, donde se acompaña a los matrimonios infértiles y a las mujeres con desarreglos en el ciclo para ayudarles a afrontar estas situaciones sin hacerse daño y realizando un proceso médico con la ayuda de la Medicina Restaurativa de la Fertilidad.

Comunicación Montalegre

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