Información sobre la peregrinación a Roma los días 6, 7, 8 y 9 de marzo de 2025

En nuestro artículo anterior hemos informado sobre el gran acontecimiento de la Iglesia para el próximo año, el Jubileo 2025. Para esta ocasión la Associació de Cooperadors del Opus Dei de Cataluña ha organizado una peregrinación a Roma (Italia) para participar activamente en el Jubileo, y pasar por una de las Puertas Santas papales, entre otras actividades importantes.

La fecha límite de inscripción es el próximo 30 de noviembre de 2024.

Las fechas del viaje son: 6, 7, 8 y 9 de marzo de 2025

Para cualquier información e inscripción dirigirse a RT CULTURA S.L. Barcelona

Mail: info@rtcultural.com

WEB: www.rtcultural.com

Tlf: 93 122 67 00

La información completa sobre la peregrinación, fechas, lugares, precios y condiciones consta en los documentos adjuntos en formato pdf.

RT54-2024 COOPERADORS – BONAIGUA y MONTALEGRE ROMA JUBILEO 6-9 MARZO 2025 DOSSIER (1)

HOJA DE INSCRIPCION COOPERADORS BONAIGUA MONTALEGRE ROMA 06-09 MARZO 2025

Comunicación Montalegre

Jubileo 2025, Que la fuerza de la esperanza colme el presente en la espera confiada de la venida de Nuestro Señor Jesucristo

Para el próximo 24 de diciembre de 2024, en la víspera de la Navidad, el Santo Padre Francisco y a la vez obispo de Roma, dispuso que la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, se abriese, dando inicio así al Jubileo ordinario, sucediéndose a continuación en Roma y en todas las diócesis de la Iglesia Católica Universal multitud de eventos.

 Antecedentes hasta llegar aquí

Para ello, previamente el Papa Francisco, el 11 de febrero de 2022, escribió una carta a Monseñor Rino Fisichella presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. Por medio de esa carta, el Papa encargaba a Monseñor Fisichella la responsabilidad de encontrar las maneras apropiadas para que el Año Santo se prepare y se celebre con fe intensa, esperanza viva y caridad operante. El Dicasterio que promueve la nueva evangelización sabrá hacer de este momento de gracia una etapa significativa para la pastoral de las Iglesias particulares, tanto latinas como orientales, que en estos años están llamadas a intensificar su compromiso sinodal.  En esta perspectiva, la peregrinación hacia el Jubileo podrá fortificar y manifestar el camino común que la Iglesia está llamada a recorrer para ser cada vez más claramente signo e instrumento de unidad en la armonía de la diversidad.  Será importante ayudar a redescubrir las exigencias de la llamada universal a la participación responsable, con la valorización de los carismas y ministerios que el Espíritu Santo no cesa de conceder para la edificación de la única Iglesia.  Las cuatro Constituciones del Concilio Ecuménico Vaticano II, junto con el Magisterio de estos decenios, seguirán orientando y guiando al santo pueblo de Dios, para que progrese en la misión de llevar el gozoso anuncio del Evangelio a todos.

En esa misma carta, nos recordaba que El Jubileo ha sido siempre un acontecimiento de gran importancia espiritual, eclesial y social en la vida de la Iglesia. Bonifacio VIII instituyó el primer Año Santo en 1300 con cadencia de cien años, que después pasó a ser según el modelo bíblico, de cincuenta años y ulteriormente fijado en veinticinco.

Con el mandato del Papa, el Dicasterio que promueve la nueva evangelización trazó el esquema de los contenidos que se van a desarrollar en este jubileo 2025 que, en pocas semanas, se iniciará con alegría en todo mundo. Con ese propósito, el Santo Padre dictó la Bula de Convocación del Jubileo ordinario del año 2025, con el nombre de Spes non confundit, es decir, La esperanza no defrauda, el 9 de mayo de 2024.

¿Qué nos dice el Papa en la bula de convocación sobre la Esperanza?

De entrada, nos dice que a cuantos lean esta carta la esperanza les colme el corazón.

1.La Esperanza constituye el mensaje central del jubileo. Y que el jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza. La Palabra de Dios nos ayuda a encontrar sus razones. El Espíritu Santo, con su presencia perenne en el camino de la Iglesia, es quien irradia en los creyentes la luz de la Esperanza. San Pablo refiere que el amor se pone a prueba cuando aumentan las dificultades y la esperanza parece derrumbarse frente al sufrimiento. En medio de la oscuridad se percibe una luz y eso lleva a desarrollar una virtud estrechamente relacionada con la esperanza: la paciencia. Aprendamos, dice el Papa, a pedir con frecuencia la gracia de la paciencia que es hija de la esperanza y al mismo tiempo la sostiene.

2.Para ese camino de la esperanza nos recuerda que es bueno que esa modalidad extendida de celebraciones jubilares continúe, de manera que la fuerza del perdón de Dios sostenga y acompañe el camino de las comunidades y de las personas. La peregrinación expresa un elemento fundamental del acontecimiento del jubileo. Ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan un sentido de la vida. Las iglesias jubilares podrán ser oasis de espiritualidad para revitalizar la fe y beber de los manantiales de la esperanza, sobre todo acercándose al sacramento de la Reconciliación, punto de partida insustituible para un verdadero camino de conversión.

  1. El Santo Padre dispone, entre otras cosas:

Que la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, se abra a partir del 24 de diciembre del corriente año 2024, dando inicio así al Jubileo ordinario. El domingo sucesivo, 29 de diciembre de 2024, se abrirá la Puerta Santa de la Catedral de San Juan de Letrán. A continuación, el 1 de enero de 2025, se abrirá la Puerta Santa de la Basílica papal de Santa María la Mayor. Y, por último, el domingo 5 de enero se abrirá la Puerta Santa de la Basílica papal de San Pablo extramuros.

Establece además que el domingo 29 de diciembre de 2024, en todas las catedrales y concatedrales, los obispos diocesanos celebren la Eucaristía como apertura solemne del Año jubilar, según el Ritual que se preparará para la ocasión. Que la peregrinación desde una iglesia elegida para la collectio, hacia la catedral, sea el signo del camino de esperanza que, iluminado por la Palabra de Dios, una a los creyentes.

  1. Además de alcanzar la esperanza que nos da la gracia de Dios, se ha de redescubrir en los Signos de los Tiempos. El Papa destaca como signos de los tiempos los siguientes:

Que el primer signo de esperanza se traduzca en paz para el mundo, sumergida ahora en la tragedia de la guerra.

Que la pérdida del deseo de transmitir la vida se llene de esperanza y sea una vida llena de entusiasmo.

Que seamos tangibles de esperanza para aquellos que viven en condiciones de penuria, especialmente los presos, los privados de libertad. A su vez, da recomendaciones a los gobiernos del mundo.

Que se ofrezcan signos de esperanza a los enfermos, que puedan ser aliviados con la cercanía de las personas que los visitan y el afecto que reciben.

Que nos ocupémonos de los jóvenes que con frecuencia ven cómo se derrumban sus sueños y su porvenir.

Que no puedan faltar signos de esperanza hacia los migrantes, desplazados, exiliados y refugiados a quienes, debido, a los conflictivos sucesos internacionales, se ven obligados a huir.

Que la comunidad cristiana esté dispuesta siempre a defender el derecho de los débiles, como los ancianos y los millares de pobres. No hemos de olvidar que los pobres son víctimas, no culpables.

Que los abuelos y las abuelas que representan la transmisión de la fe y la sabiduría de la vida a las generaciones más jóvenes, sean sostenidos por la gratitud de los hijos y el amor de los nietos.

  1. Los llamamientos a la Esperanza

Los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados sino a todos.

A las naciones más ricas se las invita a que reconozcan la gravedad de tantas decisiones tomadas y determinen condonar las deudas de los países que nunca podrán saldarlas, y lo califica como una cuestión de justicia.

En el próximo jubileo se cumplirán 1700 años de la celebración del primer gran Concilio ecuménico de Nicea. El Jubileo 2025 podrá ser una oportunidad significativa para dar concreción a esa forma sinodal en la comunidad cristiana.

  1. Anclados en la Esperanza

La esperanza, junto con la fe y la caridad, forman el tríptico de las virtudes teologales que expresan la esencia de la vida cristiana, pero ¿Cuál es el fundamento de nuestra espera?

En primer lugar, Creo en la vida eterna, así lo profesa nuestra fe y la esperanza cristiana encuentra en estas palabras una base fundamental.

En segundo lugar, Cristo murió, fue sepultado, resucitó y se apareció: ante la muerte, donde parece que todo acaba, se recibe la certeza de que, gracias a Cristo, a su gracia, que nos ha sido comunicada por el bautismo, la vida no termina, sino que se transforma para siempre.

Siguen otros aspectos del ancla de nuestra alma. El testimonio de esa esperanza nos lo ofrecen los mártires que, firmes en la fe en Cristo resucitado, renunciaron a la vida terrena y no traicionar al Señor.

¿Qué felicidad esperamos? La felicidad que esperamos es aquello que nos plenifica, es decir, el Amor que no defrauda y del que nada ni nadie podrá separarnos jamás, manifestado en Cristo, nuestro Señor.

El juicio de Dios, que es Amor, no podrá basarse más que en el amor, de manera especial en cómo lo hayamos ejercitado respecto de los más necesitados, en los que Cristo, el mismo juez, está presente. De esta manera, la indulgencia jubilar, en virtud de la oración, está destinada en particular a los que nos han precedido, para que obtengan plena misericordia.

El sacramento de la Penitencia nos asegura que Dios quita nuestros pecados. Pero el pecado deja huella, lleva consigo consecuencias, en cuanto que todo pecado, incluso venial, entraña apego desordenado a las criaturas que es necesario purificar, tanto aquí como en el estado después de la muerte llamado purgatorio. Los efectos residuales del pecado son removidos por la indulgencia.

La esperanza encuentra en la Madre de Dios su testimonio más alto, por ello no es casual que la piedad popular siga invocando a la Santísima Virgen como Stella Maris título de la esperanza cierta, de que ella viene en nuestro auxilio, nos sostiene, nos invita a confiar y a seguir esperando.

Que este Año jubilar los santuarios sean lugares santos de acogida y espacios privilegiados para generar esperanza, esperanza que tenemos como un ancla del alma, sólida y firme.

Los grandes eventos que se celebrarán en Roma durante el Año Jubilar 2025 son numerosísimos y están destacados en el calendario general que ofrece el sitio web oficial del Jubileo. Este calendario puede servir para organizar en las Iglesias particulares eventos similares o bien inspirados en dichas celebraciones, según los temas que se van a desarrollar durante ese tiempo.

Para que dé muchos frutos, especialmente espirituales, el Papa nos invita a rezar con la oración propia del Jubileo 2025.

Oración del Jubileo 2025

Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.

Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.

La gracia del Jubileo, reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor.

A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén.

Papa Franciscus

*Se adjuntan los documentos comentados.

bula de convocacion jubileo 2025

carta previa a la convocacion del jubileo P Fco

calendario jubileo 2025

 

La oración de los santos

Cuando San Juan Pablo II fue elegido papa y se disponía a salir al balcón central de la Basílica de San Pedro a saludar a los fieles presentes en la plaza, quiso primero entrar en la capilla papal y recogerse unos minutos en oración. Como se alargaba en su oración, el maestro de ceremonias papales se inquietó y se le acercó para decirle que si no salía al balcón la gente se extrañaría. La respuesta del nuevo papa fue: “se extrañarán más si el papa no reza”. Esta anécdota nos puede ayudar a descubrir la relación entre santidad y oración.

San Josemaría siendo un sacerdote joven escribió: “¿Santo sin oración?… -No creo en esta santidad” (Camino, 107).

Santa Teresa de Jesús relata en el libro de su Vida cómo buscaba la oración: “Procuraba lo más que podía traer a Jesucristo… dentro de mí presente, y ésta era mi manera de oración” (Vida 4,8).

El Santo Cura de Ars, san Juan María Vianney, predicaba que “la oración abre los ojos del alma, le hace sentir la magnitud de su miseria, la necesidad de recurrir a Dios y de temer su propia debilidad”. (Sermón sobre la oración).

Si nos fijamos en un santo más reciente y que alcanzó la santidad siendo muy joven, Carlos Acutis, descubrimos su gran ideal: “Estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida”; y lo vivió centrado en la Eucaristía y en la oración ante Jesús Sacramentado.

El Beato Álvaro del Portillo hacía la siguiente consideración: “La oración es nuestra fuerza, es la palanca que remueve el corazón misericordioso del Salvador”. Y nos animaba diciendo que “toda la existencia del cristiano ha de convertirse en oración”.

Podríamos seguir recordando tantos y tantos santos, de hecho, la Iglesia nos invita este mes a tenerlos presentes e imitarles, por eso lo iniciamos con la fiesta de Todos los Santos. ¿Qué es lo más común a todos ellos además de la fe grande que profesaron? Sin duda, lo que los une a todos es una intensa vida de oración.

Mn. Xavier Argelich

La buena participación de la Coral Montalegre

El día 1 de noviembre de 2024, la Iglesia de Santa María de Montalegre ha celebrado con alegría la solemnidad de Todos los Santos, pues son ellos desde el cielo los que interceden ante Dios por todos nosotros. El rector, al inicio de la celebración de la santa misa de 12h, ha recordado a los difuntos y damnificados por la catástrofe de Valencia y otras zonas de España debido a los destrozos ocasionados por la Dana.

En su homilía, nos ha comentado que la llamada a la santidad es universal, sin distinción de personas pues todos hemos sido llamados a unirnos a la perfección sublime que es Dios. Y siendo múltiples los caminos de santidad, para los laicos y laicas la santidad en medio del mundo el Opus Dei nos propone que ese camino de santidad esté en nuestros quehaceres diarios, sea cual sea el trabajo, la familia, las penalidades y alegrías, con todos nuestros defectos, capacidades y cualidades.

Se ha de destacar la importante participación de la Coral Montalegre que ha interpretado los cantos de la misa que ha ensayado durante varias semanas para hoy dar gloria a Dios: Canto de entrada, Kirie, Gloria, versículo del salmo, el Aleluya; también el canto de comunión y el broche con el Salve Regina. Hoy hemos participado ocho voces femeninas y una masculina, aunque no todas estaban presentes en el momento fotográfico. Hemos de agradecer especialmente el trabajo realizado a la directora de la coral, Rosa Parellada, y al organista Pere Xiberta.

Isabel Hernandez Esteban

Los suecos también pueden ser del Opus Dei

El 2 de octubre de 1928, durante unos ejercicios espirituales en Madrid, san Josemaría Escrivá de Balaguer funda el Opus Dei. Era el día en el que la Iglesia celebraba la festividad de los Ángeles Custodios. Hoy el Opus Dei está presente en sesenta y ocho países del mundo. Sus miembros han entendido el mensaje de San Josemaría de que la llamada a la santidad en medio del mundo, en los quehaceres de nuestra vida ordinaria es posible, todo ello fundamentado en la filiación divina, es decir, actuar tal cual somos como hijos de Dios en cualquier ámbito y estado en el que nos encontremos.

Este mensaje ha calado en personas de diferentes profesiones y orígenes difundiéndose el mismo mensaje en Nigeria, Estados Unidos, España, etc. Tanto hombres como mujeres forman parte de esta institución jurídica de la Iglesia.

Y eso es lo que hemos celebrado el pasado 2 de octubre de 2024 en la Iglesia de Santa María de Montalegre, a lo largo de las cuatro misas que habitualmente se celebran, tanto la festividad de los Ángeles Custodios como el 96 aniversario de la fundación de la Obra. En especial, en la misa de siete que fue concelebrada por el rector y un sacerdote de la Obra, recientemente ordenado el pasado mes de mayo. Mn. José María Morales nació en Pamplona. Ha vivido en Suecia durante doce años y allí regresará próximamente para seguir su labor pastoral, pues como dijo Los suecos también pueden ser del Opus Dei.

Cabe destacar la colaboración de los tres monaguillos, especialmente con el incensario. A su vez, la Coral Masabeu desde el coro del templo aportó con sus cantos más solemnidad a la liturgia. Podemos citar a sus componentes: Pere, el director; voces masculinas Félix, Melchor y Marc; voces femeninas Rosa y Noemí; y Pep, el organista de la casa.

Isabel Hernández Esteban

El arte de la oración

En una ocasión, san Juan Pablo II nos confiaba: «Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo, sobre todo, por el arte de la oración, ¿Cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? ¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo!».

Seguramente, todos nosotros buscamos y queremos amar a Dios Padre con todas nuestras fuerzas. De ahí que procuremos ejercitarnos en el arte de la oración. Para ello, necesitaremos poner en acto las potencias del alma: la inteligencia y la voluntad, la memoria, la imaginación y los sentimientos. El Señor se sirve de ellas como cauces para entrar en diálogo con nosotros.

Por experiencia sabemos que no hay dos ratos de oración iguales. Es posible que alguna vez hayamos intentado encontrar un método para que nuestra oración sea más fluida o, al menos, que nos salga con más facilidad. Hasta que descubrimos que no hay métodos para hacer oración. La oración es un arte, es decir, hay que saber acudir al Espíritu Santo y dejarle actuar. Él es fuente de continua novedad; Él es quien toma la iniciativa y actúa en nuestra inteligencia, voluntad, imaginación y sentimientos.

La acción del Espíritu Santo, no obstante, de manera habitual cuenta con nuestro esfuerzo para entablar el diálogo de la oración. Habrá momentos en los cuales no nos será fácil orar con fluidez y con la imaginación y los sentimientos activos. En estos momentos podemos recurrir a los actos de fe y de amor, a las jaculatorias, a la Sagrada Escritura, a textos de la liturgia o de autores espirituales, o simplemente lo miraremos y contemplaremos presente en el Sagrario o en nuestra alma en gracia. El deseo de estar a solas con Él ya es diálogo que transforma.

En algunas ocasiones irrumpirán luces y afectos que darán fluidez a la oración y nos ayudarán a percibir la presencia de Dios. Aprovechémoslos y demos gracias a Dios.

Mn. Xavier Argelich

Libertadora de los cautivos y Princesa de Barcelona

El martes 24 de septiembre de 2024, se celebró en la Iglesia de Santa María de Montalegre la solemnidad de Nuestra Señora de la Merced, patrona de la ciudad de Barcelona. La Iglesia Universal indica que es fiesta de precepto para los ciudadanos católicos de esta ciudad. Siendo festivo en la ciudad, en Montalegre se celebraron las cuatro misas del día en horario de día de fiesta.

En la homilía, el rector destacó que la Virgen María es Madre de todas las mercedes y de las misericordias. A Ella hemos de pedirle que nos libere de nuestras tentaciones. Además, Ella se avanza a nuestras necesidades como la alegría, la paz, la humidad. Escuchémosla como aquellos sirvientes de las Bodas de Caná, pues del mismo modo que Ella estuvo pendiente de lo que allí ocurría, Ella está pendiente de nosotros para que caminaremos como hijos de Dios.

San Josemaría, fundador del Opus Dei, acudió personalmente al Santuario dedicado a la Princesa de Barcelona, en el año 1946. Acudió a esta ciudad para tomar un barco que le llevaría a Roma, con el fin de implorarle que intercediera para la aprobación de la Obra que se estaba debatiendo en el Vaticano. Tiempo después, a su regreso a España pasó primero por Barcelona para dar gracias a la Virgen de la Merced por la aprobación obtenida.

Acudamos a Ella para pedirle por nuestras necesidades, y en contrapartida, no haremos concesiones al pecado, que es lo que nos esclaviza.

La santa misa de 12h estuvo marcada por la bendición del altar, del celebrante y de los fieles asistentes con el incienso que se eleva a Dios como signo de alabanza, y con la inestimable colaboración de los monaguillos muy avezados en toda su tarea. También, fue el día que la Coral Montalegre se presentó por primera vez, y cantó desde el coro, dirigido por Rosa Parellada, soprano, al órgano Luis Avendaño, y las voces de Laira, Fabiola y la que suscribe.

Nota histórica

La Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las Mercedes es una advocación mariana venerada por los cristianos católicos. Es equivalente también el nombre de Virgen de la Misericordia.

Esta advocación tiene su inicio el 1 de agosto de 1218, cuando la Virgen María —en su advocación de Virgen de la Merced— se apareció por separado a tres ilustres personajes de Barcelona: a Pedro Nolasco, quien sería el fundador de la Orden de la Merced; al rey Jaime I de Aragón, conocido como el Conquistador, y reinante en aquel momento en la Corona de Aragón, y a Raimundo de Peñafort, fraile dominico, maestro general de su orden de predicadores, y confesor del primero. Diez días después de la aparición, los tres caballeros se encontraron en la catedral de Barcelona y compartieron haber tenido la misma aparición: la Virgen María les pedía la fundación de una orden religiosa dedicada a la redención de los cautivos. Sería la Orden de la Merced para la redención de los cautivos, fundada en ese año de 1218 y aprobada por el papa en 1235.

Desde aquella festa hasta hoy, después de 789 años, en la ciudad de Barcelona se celebran fiestas en su honor, muy secularizadas, por ello los católicos implicados nos ocupamos de ensalzarla y venerarla, pidiéndole que proteja a nuestra ciudad.

Isabel Hernández Esteban

Oración, silencio y constancia

Iniciamos un nuevo curso como siempre con renovada ilusión y esperanza. Ponemos todo nuestro trabajo, esfuerzo y proyectos en manos de Dios y le pedimos que todo nos sirva para acercarnos más a Él, para crecer en el amor a Dios y a los demás. Acudimos especialmente a la intercesión maternal de María.

Nos ayudará empezar el curso seguir reflexionando sobre la oración del cristiano, la oración del que se sabe y se siente hijo de Dios.

La oración mental o personal reclama una serie de particularidades. En primer lugar, el silencio, sobre todo el silencio interior sin dejar de procurar también el exterior. El silencio interior es necesario para que nuestra oración fluya, para poder estar atento a los requerimientos del Señor, a sus mociones e inspiraciones y especialmente para dejar de ser el centro de nuestros pensamientos. Hay que procurar acallar las pasiones, las preocupaciones y todo aquello que impide el recogimiento interior para poder entablar un diálogo amoroso con nuestro Padre Dios. El silencio exterior nos facilitará llegar al interior, pero no siempre será posible. Al menos debemos evitar aquel que nos procuramos nosotros mismos y que nos distrae “voluntariamente” como pueden ser el móvil, la música, el dejar de hacer cosas y ponernos a orar.

El segundo aspecto necesario para tener vida de oración es la constancia, porque orar es costoso, supone tiempo y esfuerzo personal. Al igual que con el silencio hay una constancia exterior para mantener un momento concreto al día y una duración determinada del rato de oración y, esto, un día y otro. San Josemaría nos anima diciendo que “comenzar es de todos; perseverar, de santos”. Si somos constantes en la oración surgirá un buen hábito que nos facilitará ser almas de oración y alcanzar esa amistad con Dios que nos llenará de consuelo, paz y alegría. En definitiva, la oración perseverante nos cambia la vida.

Y luego está la constancia interior que es disciplina en la escucha. Nos lleva a centrar la inteligencia que tantas veces se dispersa; mueve la voluntad que no termina de querer; alimenta los afectos que nos acompañan y nos facilitan amar a Dios.

Mn. Xavier Argelich

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