La familia, santuario de vida y de amor

La 23 Jornada Mariana de la Familia en Torreciudad (Huesca) un año más cumplió su objetivo de reunir mucha gente, venida de toda España y de otros países, para rezar por los matrimonios y las familias. El programa fue el habitual de cada encuentro, pero siempre resulta distinto porque después de la jornada nadie que ha participado se queda indiferente. Mientras se llenaba toda la explanada, el rector y otros presbíteros recogían las ofrendas que algunos asistentes hacían a la Virgen de los Ángeles de Torreciudad. A continuación se celebró la Eucaristía, la cual fue concelebrada presidida por el arzobispo de Valencia Mns. Carlos Osoro Sierra, junto con el Vicario General del Opus Dei, los vicarios de la región de Valencia y Zaragoza, y el rector.

En su homilía, el arzobispo Osoro invitó a observar las tres miradas que se habían descrito en el evangelio que se acababa de proclamar, sobre la escena al pie de la cruz en el momento culminante de la Pasión. En primer lugar, la del Señor que miraba a su madre, la Virgen María, mirada que la convierte en nuestro modelo, la segunda mirada es la de la Virgen a Jesucristo que con este gesto lo reconoce como Señor y por último, la mirada del discípulo Juan, que mira como nosotros hoy miramos a la Madre Dios que nos dice “Haced lo que Él os diga”. El arzobispo nos recordó que en breve se iniciaba el año de la fe, y lo hizo con las palabras de san Pablo “No soy yo, sino Cristo quien vive en mí”. En relación con la grave crisis económica, manifestó que esta crisis es moral, de fe, porque se vive relegando a Dios: Dejemos que Dios presida nuestra vida, que sea nuestra luz. Nos animó a custodiar la vida que recibimos y que transmitiéramos la fe a nuestros hijos, incluso para una vocación entera a Dios: Que la familia sea un seminario!, exclamó. Por último, con tono enérgico, dijo: La familia debe participar en la sociedad imitando a la familia de Nazaret, entonces será el elemento transformador de la humanidad pues en la familia se transforma todo en amor, viviendo ideales de santidad… La familia cristiana es un santuario de vida y amor porque la vida se instaura en torno a Jesucristo.

Después de que la eucaristía llegó el momento del tiempo dedicado a descansar y almorzar, y de protegerse bajo la sombra de aquel sol impresionante, pues la Jornada no se había acabado. El acto más entrañable fue el ofrecimiento de los niños a la Virgen de Torreciudad. El templo estaba lleno a rebosar. Se trató de un acto sencillo en el que se reunieron los padres con hijos pequeños al pie del presbiterio y se rezaron dos oraciones, acto que se tuvo que repetir dada la cantidad de familias que querían participar. A continuación, las 11,000! personas que estaban repartidas por el santuario, la explanada y en los caminos que llevan hasta la antigua ermita, rezamos el santo rosario, mientras una imagen de la Virgen iba en procesión por los exteriores del templo.

 

La Jornadadel 15 de septiembre de 2012 terminó con la exposición y la bendición del Santísimo, las palabras de despedida del rector que siempre se esperan porque cuenta una anécdota simpática y familiar y la bendición del viaje, en conjunto, toda una jornada, completa y emotiva, de peregrinación mariana.

Isabel Hernández Esteban

Iniciamos un nuevo curso

Próximamente se iniciarán las actividades pastorales de la iglesia. Una vez más, se pondrán en marcha, especialmente, las catequesis para recibir la primera comunión, los cursos prematrimoniales para parejas con fecha de boda y las peregrinaciones, impulsando para el año 2013 una nueva peregrinación a Tierra Santa. Teniendo en cuenta que el Santo Padre Benedicto XVI proclamará el Año de la Fe, promoveremos actividades en este sentido. Recordamos que desde el mes de julio, los lunes después de la misa de 7 de la tarde se han impartido charlas comentadas sobre el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, actividad que continuará como hasta ahora.

Todo ello no alterará la atención pastoral habitual, el horario de las misas, las confesiones sacramentales y los retiros para hombres y mujeres. Iremos informando en esta web y en el tablón de anuncios del vestíbulo de la iglesia.

Servicios Informativos Montalegre

Recorrido histórico con san Josemaria

Se ha editado recientemente un plano-guía de la ciudad de Barcelona en el que se destacan los lugares donde estuvo o visitó san Josemaría Escrivá, a lo largo de su vida. En el plano se citan 22 lugares, con la dirección completa, haciendo referencia a la dirección tal como era en la época de la visita, relacionándola con la dirección actual. Es la propuesta de un recorrido histórico del santo que se inicia en el año 1924 con la visita al Convento de los Padres Mínimos, después su estancia en Barcelona, previa al paso de los Pirineos en el año 1937. También, cuando vino con el venerable D. Alvaro del Portillo junto con el Siervo de Dios José María Hernández Garnica el año 1940; o las visitas Basílica de la Sagrada Familia en los años 1940 y 1946, entre otros lugares. Queremos destacar que san Josemaría vino a rezar a la Iglesia de Santa María de Montalegre el día 20 de noviembre de 1972, cosa que también se cita en el plano, en su punto 20. Este recorrido nos invita a visitar la ciudad desde otro punto de vista, el del peregrinar recordando la vida de un santo.

El plano-guía se adjunta a continuación.

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Isabel Hernández Esteban

San Josemaria, el apóstol de la santidad

Tal como habíamos anunciado, se celebró la misa de San Josemaría el 26 de junio a las 19 horas. En esta ocasión la presidió Mn. Brossa, concelebrada con el rector Mn. Perarnau y Mn. Blasi. La iglesia estaba llenísima, también se ocupó parcialmente la grada que hay debajo del rosetón llamado “Miserere”. Los cantos de la misa y los gozos del santo los cantó la Coral Canigó acompañada al órgano por el concertista de la Casa, Josep Masabeu, dirigiendo la ceremonia Mn. Juventeny; colaboraron en las lecturas fieles habituales de la iglesia.

En la homilía Mn. Brossa destacó el mensaje del evangelio que se acababa de proclamar, el de la pesca milagrosa, invitándonos a ser apóstoles como lo fue Pedro … La santidad significa hacerse amigo de Dios porque Dios abra sus obras en nosotros, como lo hizo Pedro, dándole su tiempo y su vida .. Y añadió: Celebramos hoy la festividad de San Josemaría, él hizo a Pedro, le prestó su barca … En el libro “Camino” dejó escrito: “Estas crisis mundiales son crisis de santos”, ahora con más motivo necesitan que haya muchos santos …. Sin separar la santidad del apostolado, hemos de ser santos en el ordinario, en el trabajo, en la familia. Por último y con motivo de la carta apostólica del Santo Padre Benedicto XVI Puerta Fidei, y con ocasión del año de la fe que se iniciará el 11 de octubre de 2012, nos dijo que leyéramos el Catecismo y que nos abriéramos a la fe para poder abrir la puerta de la fe a muchas personas que nos rodean.

 

 

 

Una vez terminada la Santa Misa todos los fieles pudimos venerar las reliquias del santo, momento en el que se cantaron los gozos y otras canciones marianas.

Isabel Hernández Esteban

Recibieron la Primera Comunión en Montalegre

En la tarde del sábado 9 de junio, se celebró en la iglesia la Primera Comunión de 18 niños y niñas. Habían preparado la catequesis en el Centro Catequético de la Iglesia de Santa María de Montalegre. La misa fue concelebrada y presidida por el vicerrector de la iglesia. A lo largo de toda la ceremonia Mn. Mallol fue explicando a los niños y niñas el significado de cada parte de la santa misa y la importancia del acto que celebraban. Sin duda ha sido una santa catequesis para todos los asistentes.

Todo el grupo de niños y niñas se había concentrado en la Capilla de la Virgen de la Medalla Milagrosa; salieron presurosos y se situaron en el presbiterio. En la homilía Mn. Mallol les saludó con mucho cariño y les recordó que iban a recibir a Jesús: Cuando os dirigíais al altar todas las personas os miraban, tanto las que os conocen, vuestros padres, hermanos, familiares y amigos, como las que no os conocen. Pero también os miraba, con un rostro sonriente y alegre, aquel que no veis: los ojos y el rostro de Jesús, la mirada de Dios. Hoy Él es el protagonista porque esta celebración sin Jesús no sería posible. Jesús quiere recibirte. La catequesis de cada semana, los ensayos, todo ese esfuerzo, también el arreglaros tan elegantes, todo lo habéis hecho, pero lo más importante es estar delante del Señor, un día del que os acordareis toda la vida. Hacer la Primera Comunión es ser más amigo de Jesús, comenzasteis con el bautismo, ahora es comer a Jesús, y además lo haréis en el mejor día del año: el día del Corpus Christi.

A continuación, el celebrante nombró uno a uno los nombres de los niños y niñas que iban a recibir la Primera Comunión para hacer la Profesión de Fe. También los nombró para acercarse al reclinatorio. Las plegarias y las oraciones de acción de gracias las leyeron los protagonistas y sus catequistas, entre las que se destaca: “Queremos ser siempre tan felices como hoy y se lo pedimos a la Virgen María”. Mn. Mallol acabó la celebración felicitando a todos los niños y niñas, dio las gracias a Dios y a todos los asistentes.

 

 

Felicitaciones

Queremos nosotros también felicitar muy especialmente : a Marta, Laia, Ainoa, Chastine, Jaenezza y Mayte; a Laura-Dayana, Eva María, Pilar y Desiré; a Josep Maria, Alejandro, Guillem y Marc; y a Rubén, Levinski, Miguel Ángel y Pol.

Isabel Hernández Esteban

La peregrinación de este año a París y Lisieux

Los días 11, 12 y 13 de mayo una treintena de fieles y amigos de la Iglesia de Santa María de Montalegre estuvimos de peregrinación en dos lugares muy especiales para nosotros: en la Capilla de la Medalla Milagrosa de París y en la Basílica y en el Carmelo, en Lisieux, lugar donde vivió y murió Santa Teresita del Niño Jesús. A lo largo de los tres días no solo rezamos mucho, sino que visitamos muchos lugares y nos lo pasamos muy bien. Gracias a Dios, nos acompañaron muchos ángeles del Señor que nos protegieron de todo percance. Iniciamos nuestro viaje en avión muy temprano para llegar muy pronto a París, y poder visitar la Capilla, rezar con calma, y ¡cómo no! adquirir objetos religiosos para obsequiar a la familia y amigos.

 En la Capilla de la Medalla Milagrosa

El sacerdote que nos acompañó, Mn. Francesc Perarnau, celebró la misa en la misma Capilla de la Medalla Milagrosa, presidida por la Virgen, teniendo en el lado izquierdo del presbiterio a los restos mortales de la santa Catalina Lebouré. Es curioso contemplar como, año tras año, la butaca dónde se sentó la Virgen en una de sus apariciones sigue allí, en aquel lugar santo, y del que se explica que cuando las hermanas paules se trasladaron del lugar donde vivían hasta la Rue du Bac 140 de París, en la confusión del traslado,  no se sabía después cual de las butacas era la buena. La Virgen resolvió la duda: llevaron a aquel lugar una niña enferma y desahuciada y la fueron sentando de butaca en butaca, al sentarla en la butaca que definitivamente se conserva, la niña curó milagrosamente y al momento.

Así que en aquel entorno lleno de fe y belleza, los peregrinos se arrodillan lo más cerca del altar, en actitud de piedad e incluso de total prosternación. Esta actitud de humildad sobrecoge y te invita a orar con más intensidad. Poco antes de iniciar la santa misa, una hermana de la congregación, con extrema delicadez, pide a cada peregrino, no solo de París, sino de todas partes del mundo, sin distinción de sexo, condición o color que se retire, y así todo el día desde que se abre la Capilla hasta su cierre. Mn. Francesc Perarnau nos explicó la maravilla del encargo que le hizo la Virgen Santísima a la santa, y describió la mayoría de los datos que conforman el contenido de la medalla, que ha de escamparse por todo el mundo, destacando que la medalla no es un amuleto pero nos sirve para acordarnos de María, nuestra Madre del cielo, en cualquier momento. Es una medalla que con el tiempo se hizo muy popular y que con su uso devoto obtuvo tantos favores y bendiciones de Dios que la gente la acabó llamando la “Medalla Milagrosa”. Se trata de una medalla ovalada que tiene en el anverso una imagen de la Inmaculada con unos rayos de luz que salen de sus manos. Ella está aplastando la cabeza de una serpiente, que rastrea por encima de la bola del mundo. Alrededor de ella, se leen estas palabras: “Oh! María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos”. En el reverso de la medalla, hay una gran “M”, anagrama de María, coronada por una Cruz, debajo se ven los dos corazones de Jesús y de María.

De turismo por París

Habíamos cumplido una parte importante de la peregrinación: rezar y estar con la Virgen Santísima en el mismo lugar donde se apareció, en París. Todos los desplazamientos desde que aterrizamos en París se iban a efectuar en autocar. Fuimos a almorzar a un restaurante. Seguidamente empezaría la parte cultural y turística de la jornada. Nos dirigimos a la colina de Montmatre, allí paseamos por las callejuelas donde vivieron y trabajaron en sus talleres los pintores impresionistas de final del siglo XIX y principios del siglo XX; algunos de ellos, como se sabe, vivieron o murieron con pocos recursos, sin embargo en la actualidad sus cuadros son millonarios y aquella colina tiene un precio por metro cuadrado de los más caros de París. Sea como fuere, aquel barrio parisino tiene un encanto cultural e histórico muy interesante. En lo alto de la colina, la cual fuimos ascendiendo paso a paso y sin prisa, se encuentra la Basílica del Sacre Coeur. En el rato de nuestra visita al templo, estaba expuesto el Santísimo Sacramento, en un custodia muy grande en lo más alto del presbiterio, soportada por dos ángeles. Aquella visita cultural se convirtió en un rato de oración muy cerca del cielo.

 

Seguimos nuestro plan. La siguiente actividad (a parte de recorrer París en el autocar sin parar de decir oh!  Ah!!) fue un largo paseo por el Sena, en uno de los grandes Bateau Mouche. Duró más de una hora, disfrutamos mucho, lo fotografiamos todo, y nos emocionamos contemplando París a nuestros pies. De vuelta al hotel, rezamos un rosario en agradecimiento a la Virgen Santísima por la jornada tan estupenda que habíamos pasado.

De camino de Lisieux y a la Basílica

El sábado 12 de mayo, nos levantamos pronto (como ya viene siendo habitual en todas las peregrinaciones) pues nuestro destino estaba a 216 Km. de distancia. Después de salir de París, nos dirigimos hacia el Atlántico, aunque no llegaríamos a verlo. El chofer François Castro, el cual nos proporcionó un agradable viaje gracias a su buen hacer de buen conductor, nos llevó por la autopista A28 y después por una carretera hasta Lisieux. El paisaje que contemplamos pronto nos iba a sucumbir: los inmensos campos y campos verdes y amarillos, combinados casi caprichosamente, se perdían en el horizonte. El cultivo de la colza, así como las vacas, veteadas de marrón y blanco, nos ofrecían la belleza de la naturaleza propia de aquella región, la Baja Normandía.

Al llegar a Lisieux fuimos directamente a la Basílica de Santa Teresita, en la espera a la celebración de la misa se pudo visitar la exposición y rezar en la cálida capilla del Santísimo. En la homilía Mn. Francesc Perarnau destacó los nombres de grandes santos que hemos conocido por su labores misioneras y por su espiritualidad: “y hay muchísimos más, a pesar de todo solo han sido nombrados doctores unos treinta tres, y uno de ellos Santa Teresita de Lisieux, la cual apenas había salido de allí, pues solo fue a Roma a pedirle expresamente al santo padre que la permitiera entrar en el Carmelo antes de cumplir la edad permitida, y no lo consiguió. Sin embargo, y habiendo muerto muy joven, es doctora de la Iglesia. Tampoco escribió grandes obras, básicamente escribió dos narraciones que conocemos con el nombre de Historia de un Alma, al final de la cual explica aquel periodo de su vida de oscuridad total de Dios. Pero sin embargo en las biografías que de ella se escriben, se describe una vida interior extraordinaria; el mensaje que transmitió y su espiritualidad es lo que la incorporó como doctora de la Iglesia. No vive apariciones, ni revelaciones, es decir, nada extraordinario. Su deseo enorme era estar en la primera línia de misión pero no la dejaron marchar nunca; el pequeño camino que ella proponía lo trasmitió mientras fue maestra de novicias, ella enseñaba lo que ella vivía. Decía: Dios está en lo pequeño. Para la inmensa mayoría de nosotros lo pequeño son las cosas diarias, viviéndolas  para dar gloria a Dios, ofrecer las mortificaciones y los esfuerzos diarios: la santidad de las cosas grandes es hacer santamente las cosas pequeñas.”

Al acabar la misa subimos la escalinata y accedimos a la Basílica, consagrada hace 57 años. Si nos habíamos emocionado en la cripta, aquel templo tan magnífico con aquellos mosaicos, los colores, los peregrinos venidos de todas partes del mundo, pues no en vano es el segundo santuario (después de Lourdes) más visitado de Francia, nos hizo sentir algo importante dentro de nuestro corazón sensible y humano de cada uno. Como llegó la hora del almuerzo la visita resultó un relámpago, así que decidimos volver por la tarde. Almorzamos en la residencia L’Ermitatge que es el centro de acogida de peregrinos del Carmelo. Por la tarde visitamos la casa familiar de Santa Teresita del Niño Jesús, llamada Les Buissonnets,  situada en el mismo Lisieux. Se conservan los muebles, recuerdos de la familia Martin y muchos objetos personales de la santa (juguetes, vestidos, estampas), todo expuesto de una manera delicada, austera y sobria.

Nuevamente, y con el autocar atravesamos la bella población de Lisieux para llegar a la Basílica, dónde nos quedamos durante una hora, rezamos muy bien y mucho, encomendándonos a la santa para que supiéramos vivir ese camino de espiritualidad que ella había propuesto, sobre la santidad de cada día en lo pequeño. Los que quisieron adquirieron objetos religiosos, y todos nos fotografiamos un montón. La reportera del grupo no paró de filmar en todo momento, sin perder detalle. Al caer la tarde aún nos quedó tiempo libre para descansar en el hotel o seguir visitando todo el entorno.  Nos alojamos en un hotel antiguo, con historia, pero totalmente rehabilitado, y del que se explica que se salvó de los graves bombardeos que sufrió la Normandía en el año 1944. La cena y la tertulia posterior dieron lugar a momentos de auténtica amistad y fraternidad, pues muchas personas del grupo nos conocíamos de anteriores peregrinaciones de la Iglesia de Santa María de Montalegre.

 

Del Carmelo a Désir de Lisieux

Llegó el domingo, el tercer día de peregrinación y el último, el día 13 de mayo. A las nueve de la mañana la maleta ya estaba en el maletero del autocar. Teníamos mucho que hacer antes de emprender el viaje de regreso al aeropuerto de Orly-París. El hotel donde nos alojábamos está muy cerquita del Carmelo. Allí el sacerdote que nos acompañó había de celebrar la misa sobre las 10 horas; como llegamos con tiempo, pudimos mantenernos en silencio muy cerca de los restos (o parte de ellos) de Santa Teresita que allí reposan en un cofre debajo de una urna que contiene en madera y mármol una figura en semblanza a Santa Teresita. Preside aquella urna de cristal una imagen de la Virgen de la Sonrisa, pues la santa así la llamó el día que la curó milagrosamente de una grave enfermedad, y que coincidió que también era un 13 de mayo.

En la homilía, el rector de Montalegre, compartió con nosotros la emoción de poder celebrar en el mismo lugar donde profesó, vivió y murió la santa. Y al filo del evangelio del día, nos enseño algo más sobre el mandamiento de la caridad: No tenemos un origen animal, hemos sido creados a imagen y semblanza de Dios, tenemos una herencia ancestral que arrastramos a lo largo de los siglos, rasgos de egoísmos muy marcados y que son el origen de muchos pecados, de discusiones, de contiendas, de guerras. Todo ello no es debido al origen animal en el que se insiste que tenemos, es debido al pecado original. Jesús se hace hombre por amor. Nuestro modelo a seguir es Él, sin embargo encontramos dificultades pues estamos estropeados. Jesús para ayudarnos crea la Iglesia, instituye los sacramentos, y así con todo ello, podemos seguir un camino recto. En cuanto al mandamiento de la caridad podemos recordar ahora las obras de misericordia que podemos repasar en el Catecismo de la Iglesia Católica. Son siete espirituales, enseñar y aconsejar, consolar al triste, confortar al que sufre, perdonar las ofensas, sufrir con paciencia y rezar por los enemigos; y las siete materiales, éstas últimas quizá serían las más fáciles de llevar a cabo pues son dar de comer y beber, vestir al desnudo, visitar a enfermos y a los que están en la cárcel, enterrar a los muertos; en definitiva hay que ser capaces de amar a quien no nos ama y a quien nos molesta. Mn Francesc Perarnau, por último, se refirió a una inscripción que se repetía en los templos de Lisieux, pues la había escrito la santa, refiriéndose a la Virgen Santísima: “Es más Madre que Reina”, y nos invitó a pedirle a la Virgen que nos ayude a arrancar los defectos que nos apartan de Dios.

Una vez acabada la santa misa, en aquel lugar tan especial para la vida interior de cada, nos quedamos en la entrada o atrio del recinto del Carmelo pues una hermana franciscana nos había explicado que se editaba una revista sobre Santa Teresita y nuestra peregrinación iba a ser noticia. Nos sorprendió vivamente. Aquella periodista tan peculiar, agradable y simpática, se interesó por los motivos de nuestra peregrinación y el rector de la Iglesia de Santa María de Montalegre respondió  a todas las preguntas que con tanto cariño e interés le formularon. Otro tanto hizo la reportera del grupo pues no perdió un ápice para el video que estaba haciendo de todo el viaje.

En una volada atravesamos Lisieux a pie, a gran velocidad, para visitar la Catedral del Sant Pierre, cuyo entorno y jardín en esas fechas estaba en obras de rehabilitación. A continuación, subimos al autocar pues íbamos hacer una salida cultural fuera de programa y que había propuesto uno de los peregrinos la noche anterior y que fue apoyada por aclamación. Como hemos dicho estábamos en la Baja Normadía. En toda aquella región en el año 1944 se habían producido crueles contiendas y bombardeos, de los que no escapó Lisieux. Por ese motivo cerca de la población se encuentra un cementerio militar, en Sant Desir de Lisieux: 3735 tumbas alemana y 469 tumbas británicas dan testimonio de ese trágico episodio de su historia. Allí en el libro de firmas dejamos unas palabras de recuerdo.

A París-Orly

Se acabó el tiempo, debíamos regresar al hotel. Tomamos el almuerzo, muy francés y muy bueno. A los postres los peregrinos tuvieron gestos muy generosos con la organización de la peregrinación, cosa que desde aquí nuevamente agradecemos. Salimos puntualmente de regreso a París, con toda la previsión del mundo ante los esperados a tascos que finalmente no se produjeron. Más de la mitad del viaje de vuelta parecía que el autocar estaba vacío, los peregrinos descansaron plácidamente, tanto es así que los últimos cincuenta kilómetros se llenaron los pulmones de canciones y cantos populares hasta que se acabó el repertorio. Realmente todos estábamos muy contentos pues gracias a Dios todo había salido muy bien. Llegamos de noche al aeropuerto de Barcelona, allí nos despedimos pero para reencontrarnos en una nueva peregrinación.

Los peregrinos

El ritmo de la peregrinación fue ágil y activo gracias a la exquisita colaboración y puntualidad de los peregrinos. Y muchos colaboraron en diversas actividades que lo hicieron más agradable: Álvaro y Josep Ma en la sacristía; Mireya en los cantos de la misa; Maria del Mar e Ignacio en la filmación del video; Carmen, Beatriz y Mari Luz en la animación del autocar; José María, Guillem y Joan como asesores históricos sobre la Segunda Guerra Mundial; Maria Teresa en el rezo del santo rosario cada día de la peregrinación en el autocar; Francois, haciendo una buena conducción; y todos y  todas con la paciencia y el cariño expresados a lo largo de todo el viaje.

 

Isabel Hernández Esteban

 

Toda la semana es domingo

Y al tercer día estaba escrito que resucitaría, y así fue, y así se repite cada año en la noche llamada Vigilia Pascual, unas horas previas al amanecer del domingo. Cada gesto, cada cosa que se hace en la celebración de la Luz tiene un significado muy importante, de un gran compacto litúrgico. Se inicia siempre con las luces del templo apagadas. Jesús murió, pero su alma aún no ha entrado en su cuerpo glorioso. En cada iglesia se hace el fuego en el lugar más lejano del presbiterio, a ser posible en el exterior, pero en Montalegre se hace al fondo de la nave central justo detrás de las puertas que dan al Patio Manning ya que por la noche siempre permanecen cerradas. Todos los utensilios para la ceremonia del fuego estaban a punto. Los sacerdotes celebrantes salieron de la sacristía y se dirigieron al final del templo, casi a oscuras pues solo entraba por los vitrales un resto de luz natural. La oración se recitó, el Cirio se bendijo y se encendió, y de su luz se encendieron todas las velas que los fieles manteníamos en la mano, todos queríamos aquella luz, que representa la luz del mundo, Nuestro Señor Jesucristo: Alfa y Omega.
Se trasladó el Cirio encendido y se situó en un lugar visible para el pueblo reunido. En la celebración de la misa solemne tiene lugar también la ceremonia del agua, bendiciéndola y aspergiendo a todos los fieles. Se leen lecturas del Antiguo Testamento y las propias de la misa; se purifica el altar, los celebrantes, los ministros y todos los asistentes con el incienso, en definitiva, una celebración magnífica y de gran belleza.
En la homilía el Rector, Mn. Francesc Perarnau, que nos había hecho una catequesis de todo el significado de la Pasión a lo largo de toda la Semana Santa, ahora cambia el tono y nos invita a  la alegría y la esperanza de la Resurrección:

El mundo había perdido la luz que lo había iluminado durante más de 30 años. Esto es lo que hemos querido representar con la oscuridad con la que hemos empezado hoy nuestra celebración. Oscuridad total. Lo habían matado, había aceptado aquella muerte terrible, pero su lugar no estaba entre los muertos, y volvió a la vida. Su alma volvió a animar un cuerpo, esta vez ya glorioso. Jesús resucitó. Esto si que era una noticia. Y se presenta entre los suyos, y se disipan las nubes, las oscuridades que les habían invadido, y nace la euforia. Ha resucitado el Señor. Corre la voz. Al principio hay desconcierto, no aparece el cadáver. Esto no significa resurrección.

Pero empiezan los rumores, algunos lo han visto, primero unas mujeres, después Pedro, y unos discípulos camino de Emaus, y los once reunidos. El rumor deja de serlo, la resurrección real de Jesús es un hecho. Y la noticia se extiende como un reguero de pólvora. Esto es muy importante. Con su resurrección la confirmación: lo que había dicho era la verdad. El camino que enseña es el que hay que seguir.

Él es el camino, la verdad y la vida. De repente aquel mundo que hace un día estaba a oscuras, que era amenazador, lleno de negros nubarrones,  ahora se presenta luminoso, brillante, emocionante incluso. Esa resurrección significa que el príncipe de este mundo ha sido vencido, que ha sido abolido el castigo del pecado, que se han abierto las puertas del cielo, que hemos sido salvados, y que nos espera LA VIDA.

 

Es la mayor noticia de la historia. Por esto la Iglesia lo celebra con un domingo que dura siete días: toda la semana de Pascua es domingo, y con un a alegría desbordante y contagiosa: que exclama miles de veces Aleluya, Aleluya, Aleluya.

¡Felices Pascuas! de parte de los colaboradores de los Servicios Informativos Montalegre.

 Isabel Hernández Esteban

Del día Ramos al Viernes Santo

Al hilo del editorial de Montalegre, en la iglesia se ha celebrado la Semana Santa con toda la solemnidad y sobriedad según está escrito en la liturgia de la Iglesia Católica.

Domingo de Ramos

El pórtico de la Semana fue el Domingo de Ramos. Antes de la Misa de las 12, los fieles se situaron en el Patio Mannig, bajo un sol brillante y luminoso como merecía la fiesta, el Rector leyó el Evangelio, bendijo los ramos, las palmas y palmones y a continuación, cantando la victoria de Nuestro Señor Jesucristo, se hizo la procesión en todo el alrededor hasta adentrarnos en la iglesia.

Mn. Francesc Perarnau predicó en su homilía: La celebración pone de manifiesto que se unen en ella dos tradiciones distintas que la Iglesia no ha querido perder. Por una parte la tradición que venía de la Iglesia de Jerusalén, donde se celebraba en este día, sobre todo  la entrada triunfal de Jesús en la ciudad, celebración que mantiene su recuerdo en la procesión de las palmas y la procesión con la que hemos iniciado hoy la misa, y la tradición que viene de la Iglesia Romana, donde el acento se ponía sobre todo en el comienzo de la Semana Santa que se recordaba  con la lectura entera y solemne de la Pasión del Señor. Esto le da a esta fiesta de hoy un carácter peculiar, agridulce: empezamos celebrando un triunfo, pero en el horizonte queda aparece en toda su crudeza la Pasión del Señor.

Aunque los días santos no son de precepto, la devoción de los fieles cristianos llena los templos. La iglesia también en Jueves Santo se ocupó hasta las gradas; a pesar del número de fieles la celebración se siguió con mucha piedad, todos esperábamos el momento culminante de la procesión del Santísimo hasta el Monumento el cual estaba adornado de flores rojas y de palmones, y el altar cubierto y engalanado. La celebración de la Misa en Coena Domini fue concelebrada por el Rector y los sacerdotes habituales de la iglesia. Había mucho que celebrar: la institución de la Eucaristía, la institución del Sacramento del Orden y el Mandamiento de la Caridad. La homilía del Rector se centró en este Mandamiento:

Jesús se arrodilló delante de cada uno de los apóstoles para lavarles los pies. En este gesto vemos reflejado el amor de Jesús, que es el amor de Dios por cada uno, Dios que se arrodilla delante de las pobres criaturas, unas criaturas débiles, que dentro de poco y Jesús lo sabe, uno le entregará, otro le negará y casi todos le abandonarán. Es Dios arrodillado delante del hombre.

Pedro no se deja. No se considera digno, no le parece bien que el maestro este allí delante de él arrodillado, humillado: “no me lavarás los pies!”

Y Jesús le dice una cosa que da que pensar: te tienes que dejar lavar, te tienes que dejar amar, sino no tendrás parte conmigo… Se ve en este gesto que es el amor de Dios el que se ha volcado en el rescate del hombre, el que lo viene a rescatar, y se ve que es Dios el que lava, el que limpia, al hombre le toca ser humilde, dejar hacer a Dios, dejarse lavar, purificar…

Pero la lección va mucho mas allá: así debéis hacer unos con otros, lavaros los pies, que es serviros unos a otros, daros unos a otros, amaros de verdad…Y muy poco después les dirá: Un nuevo mandamiento os doy, que os améis los unos a los otros como yo os he amado, en esto conocerán todos que sois mis discípulos. Este será el distintivo de los cristianos. Como manifestación de ese amor extremo del que San Juan nos dice que es la clave para entender todo lo que sucedió hasta el final, encontramos también la institución de los Sacramentos de la Eucaristía y del Orden sacerdotal. Dos grandes dones que harán posible que la Redención se perpetúe de generación en generación a lo largo de los siglos, dos grandes dones del amor de Dios que debemos agradecer.

Se incensó el altar, los ministros, los celebrantes y todos los fieles. El incienso como símbolo de elevación hacia Dios nos situó muy cerca del cielo. La oración de los fieles ante el Monumento se mantuvo hasta el cierre de la iglesia.

Viernes Santo

Y llegó el día santo más triste, el día más triste del año para todos los cristianos del planeta, el Viernes Santo. Al entrar en la iglesia el Crucifijo del presbiterio estaba cubierto con un lienzo morado, el color de la liturgia de la Semana Santa. Al comienzo del memorial de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo los tres sacerdotes celebrantes se postran en el suelo en señal de entrega total a Dios, y los fieles arrodillados intentamos sentir lo mismo. El relato de las lecturas y especialmente de la Pasión nos sobrecoge, vemos en todo aquel dolor nuestra Redención. La homilía del Rector nos explica la participación del príncipe de las tinieblas, su plan, su aparente triunfo, pero gracias a Dios su derrota, hay esperanza, al tercer día la Resurrección del Señor, su victoria:

La última Cena se celebró en el cenáculo, Y allí empezó propiamente la pasión que acabamos de leer. Son los momentos culminantes de la misión redentora de Cristo, de los que ha hablado muchas veces Jesús y en los que realizará la Redención de la humanidad. Es evidente que Jesús la sufrió porque quiso. En todo el relato de la pasión hay ciertamente una presencia diabólica evidente. Hubo muchos encuentros de Jesús con el diablo, y Jesús siempre le obligó, siempre le venció, siempre…Satanás intuía quien era Jesús, pero sabía que era hombre de Dios, un gran profeta, alguien con poder muy superior al suyo… seguramente sospechaba que era el Mesías… En el relato de la última Cena el mismo San Juan nos dice que, cuando Jesús anunció que uno de ellos lo entregaría, él mismo le preguntó a Jesús: Señor, ¿quien es? Jesús contestó: Aquel a quien yo moje y diere un bocado. Y mojando un bocado, lo tomó y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. Después del bocado, en el mismo instante, entró en él Satanás. Es esa presencia la que fue guiando los acontecimientos en aquella noche y la que desató aquella extrema violencia de la pasión del Señor y en el ensañamiento de los que la llevaron a cabo, y el odio que en él volcaron; el odio, no lo podemos olvidar es la negación del amor, la mas diabólica de todas las manifestaciones…Vista desde el final, la pasión de Jesús parece seguir un plan perfectamente trazado. Como si alguien hubiera diseñado aquello para la completa aniquilación de un ser humano tanto física como psíquicamente. Pero sabemos que no existía ese plan. Pero un plan se va desarrollando como con absoluta naturalidad… Detención, juicio nocturno, en casa de Anas, de Caifas, de Pilato, paso por el palacio de Herodes, ora vez a Pilato, flagelación romana, escarnio de los soldados, humillación delante del pueblo, el via crucis… clavado en la cruz. Se ve ese plan diabólico, en el que se Satanás descarga toda su ira y su capacidad de hacer mal sobre aquel hombre de Dios que le ha derrotado tantas veces, al que odia con todas las fuerzas de su ser.

Es el momento del príncipe de las tinieblas. Jesús ha cargado sobre sus hombros, sobre aquella naturaleza humana que ha asumido, nuestra naturaleza, todos los pecados de la humanidad, y los arrastra hasta la cruz. Aquella naturaleza humana es destruida por el odio y la violencia que se ha desatado sobre él por la fuerza del mal. Parece un triunfo del mal y ese sabor a derrota quedó en el ambiente .Pero no podemos olvidar que al mismo tiempo se percibe también otra presencia oculta que de alguna manera la contrarresta. Jesús no está solo. La tradición cristiana que se sintetiza en el Vía Crucis, habla de un encuentro de Jesús con María en el Camino de la Cruz:* “Apenas se ha levantado Jesús de su primera caída, cuando encuentra a su Madre Santísima, junto al camino por donde El pasa. Con inmenso amor mira María a Jesús, y Jesús mira a su Madre; sus ojos se encuentran, y cada corazón vierte en el otro su propio dolor”.

María suaviza con su inmenso amor el castigo brutal que el Señor está padeciendo fruto del odio desatado y lo comparte con el, le consuela y le acompaña. Y al participar así de la pasión se convierte en corredentora…Le agradecemos a María que estuviera allí. La tradición de la Iglesia ve en Maria la mujer de la que se habla en la Biblia. Es María la que aplasta la cabeza de la serpiente que es Satanás. Así la invocamos y confiamos en ella: Jamás se ha oído decir que ningunos de los que han acudido a vuestra protección haya sido abandonado de vos (Oración Acordaos).

A continuación con mucha devoción se hizo la Adoración a la Cruz, uno a uno todos los fieles de la iglesia, entre cantos y oraciones, llenamos de besos aquella cruz con el Cristo muerto; después comulgamos, se apagaron las luces de la Capilla del Santísimo, el Señor no estaba, la iglesia estaba vacía de aquella presencia que se percibe cuando el Señor está el Sagrario. En nuestro interior nos sentíamos tristes, pero deseando que llegara la Vigilia Pascual para sentir de nuevo a alegría de la Pascua de su Resurrección.

*Via Crucis. 4 estación. San Josemaría

Isabel Hernández Esteban

Desde este lugar santo os hemos encomendado

Altar Major de Montalegre

Un año más en la iglesia hemos celebrado la misa en sufragio por el alma de D. Álvaro del Portillo, el cual traspasó el 23 de marzo de 1994, a los dos días de regresar de una peregrinación a Tierra Santa, y de lo que estaba muy contento. Sin embargo, aquel día, con 80 años, llegó su hora. La misa fue concelebrada y presidida como siempre, por el vicario de la Delegación en Cataluña del Opus Dei, Dr. Antoni Pujals, el rector de Montalegre y otros sacerdotes de la iglesia.

En la homilía, el Dr. Pujals, nos situó en las lecturas que correspondían al cuarto viernes de Cuaresma: la esperanza en el Señor, Dios viene a salvarnos: Nuestra naturaleza es débil y necesitamos de la gracia de Dios. Recordando la sencillez de D. Álvaro nos dijo que San Josemaría decía de él: “Este hijo mío me descansa”. A continuación refirió cómo vivía D. Álvaro la fidelidad: Destacaba en él su paz, una inmensa bondad y mucha energía, comprensión ya la vez exigencia, fortaleza, decisión, muchas virtudes difíciles de encontrar en la misma persona; esta fe y esta seguridad le destacaban en su personalidad. También corregía para cambiar y mejorar y ayudar a los demás. El Dr. Pujals también nos leyó un fragmento del Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para esta Cuaresma y nos hizo reflexionar: ¿Yo, como vivo mi fe? ¿Como ayudo a los demás en lo material y en lo espiritual? Al finalizar, el Dr. Pujals dio gracias a Dios por haber tenido entre nosotros a D. Álvaro, repitiendo aquellas palabras póstumas que había escrito en una postal que envió antes de salir de Tierra Santa, y que llegó a Roma cuando ya había muerto: “Queridísimos, desde este lugar santo os hemos encomendado”, desde el cielo tenemos una ayuda que intercede por nosotros.

Nau central de l'església

La iglesia desde el inicio de la celebración se había llenado hasta los topes; colaboró ​​un conjunto de voces masculinas, acompañado al órgano por Josep Masabeu.

Para más información sobre la causa de canonización de D. Álvaro del Portillo se puede consultar http://www.opusdei.es/

 

Isabel Hernández Esteban

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