No podía ser de otra manera. En este año de la misericordia, la Jornada mundial de la Juventud en Cracovia ha supuesto, una vez más, una bocanada de aire fresco para la Iglesia. Podemos seguir mirando con optimismo el futuro. Los casi dos millones de jóvenes en torno al papa Francisco llena de esperanza a todos los creyentes. Jesucristo, imagen viva del Amor y la Misericordia, continúa atrayendo a los jóvenes, y a los menos jóvenes.
Seguramente muchos hemos podido comprobar la alegría y la ilusión con la que han regresado a sus casas tantos y tantas jóvenes, a pesar de las incomodidades del viaje, de las inclemencias del tiempo, del cansancio y de un largo etcétera de dificultades. La fuerza de la fe puede más. Y los momentos de intensa oración compartida con tantos miles de personas y con el papa los ha impulsado a responder que si a los retos del Papa, a decir Sí a Dios.
La certeza de que Dios es misericordioso con los hombres y mujeres de todos los tiempos nos llena de optimismo, que se debe traducir en un entusiasmo activo, como recordaba el Papa a toda la iglesia dirigiéndose a los jóvenes: “Hemos venido a este mundo a dejar una huella. Jesús es el Señor del riesgo, del siempre “más allá”(…). Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía (…), ser capaces de contagiar esa alegría que nace del amor de Dios, la alegría que deja en tu corazón cada gesto, cada actitud de misericordia. Te está invitando a soñar, te quiere hacer ver que el mundo contigo puede ser distinto. Eso sí, si tú no pones lo mejor de ti, el mundo no será distinto. Es un reto”.
Mn. Xavier Argelich