En el Octavario de la Unidad de los Cristianos

Carta del Cardenal Arzobispo de Barcelona, 13 de enero de 2013

Inmigración y ecumenismo

El próximo día 18 de enero comienza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que se prolonga cada año hasta el 25 de enero, fiesta de la Conversión de san Pablo, que este año tiene como lema “¿Qué espera el Señor de nosotros?”, una pregunta que se encuentra en los escritos del profeta Miqueas (cf. Mi 6,6-8). Por otra parte, el próximo domingo, 20 de enero, se celebra la Jornada Mundial de las Migraciones, una iniciativa de la Santa Sede. Esto nos invita a hablar del fenómeno de las migraciones y de los retos ecuménicos que esta realidad plantea.
El Papa relaciona estos dos fenómenos –las migraciones y el ecumenismo- en el mensaje con motivo de la jornada que nos ocupa, que este año tiene como lema “Migraciones: peregrinación de fe y esperanza”. Apunta el Santo Padre que la fe y la esperanza forman “un binomio inseparable en el corazón de muchísimos emigrantes”, habida cuenta de que “hay en ellos el anhelo de una vida mejor, a la cual se une muchas veces el deseo de querer dejar detrás de sí la desesperación de un futuro imposible de construir”.
Por otra parte, Benedicto XVI destaca que “la Iglesia no deja de poner de manifiesto los aspectos positivos, las buenas posibilidades y los recursos que comportan las migraciones” y realiza acciones de acogida que favorecen “una inserción integral” de los emigrantes, solicitantes de asilo y refugiados en el nuevo contexto sociocultural en el que viven, sin olvidar la dimensión religiosa.
En esta línea, recuerda el Papa que la Iglesia “está llamada a prestar una atención especial y a cuidar de este aspecto”, y destaca que, en el caso de los inmigrantes cristianos, “la atención a la dimensión religiosa incluye también el diálogo ecuménico y la atención a las nuevas comunidades”. Tratándose de los católicos, comporta “la creación de nuevas estructuras pastorales y la valoración de los diversos ritos”.
Nuestra archidiócesis de Barcelona ha facilitado iglesias y equipamientos a las Iglesias católicas orientales y ortodoxas que tienen fieles en la archidiócesis para que puedan celebrar la fe y atender pastoralmente a sus miembros.
Inmigración y ecumenismo son dos realidades profundamente relacionadas. El fenómeno de la inmigración nos hace próximos a los seguidores de las grandes tradiciones religiosas, hasta ahora muy poco presentes entre nosotros. También nos acerca a los cristianos de otras confesiones o denominaciones, y especialmente a los católicos de ritos orientales.
Ante esta realidad, es oportuno recordar que el Concilio Vaticano II significó un gran esfuerzo ecuménico por parte de la Iglesia católica. Dos grandes figuras de 50 años atrás nos pueden servir como inspiradoras ante los nuevos retos del ecumenismo: Juan XXIII y el patriarca ecuménico de Constantinopla Atenágoras I.
De Juan XXIII, tanto en el diálogo ecuménico con los cristianos como en el diálogo con los fieles de otras religiones, siempre hemos de recordar aquel pensamiento tan suyo que nos invita a “potenciar más aquello que nos une que no aquello que nos separa. Y el patriarca Atenágoras lo decía con una breve sentencia: “Iglesias hermanas, pueblos hermanos”. El camino hacia la unidad de los cristianos ha de ser una fuerza unitiva y pacificadora en este mundo demasiado dividido y herido. Bien podemos decir que realmente esto es “lo que espera el Señor de nosotros”.
† Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona

La libertad religiosa

Por Domènec Melé

Publicado el 14 de diciembre de 2012 en la revista “TEMES D’AVUI”

El día 11 de octubre de 2012, coincidiendo con la solemne inauguración del Año de la Fe, el Papa Benedicto XVI publicaba algunos recuerdos suyos en el L’Osservatore Romano. Entre otros, destacaba la importancia de un documento conciliar, El Decreto Digniatis humanae sobre la libertad religiosa. Aunque considerado como “documento menor”, supuso una gran aportación para clarificar la posición de la Iglesia respecto al reconocimiento de la profesión y práctica religiosa. Este documento superaba la anterior doctrina de la tolerancia de las religiones no verdaderas, sin dejar por ello de defender la verdad.
Profundizando en la fe y en su tradición más antigua, el Concilio armonizó las enseñanzas de la Iglesia con el pensamiento filosófico y muchos ordenamientos jurídicos modernos que defienden la libertad de culto. Benedicto XVI recordó que los primeros cristianos rezaban por el emperador, pero no lo veneraban. Y, desde este punto de vista –añadía- se puede afirmar que “el cristianismo trajo al mundo con su nacimiento el principio de la libertad de religión”. Así, pues, desde la tradición cristiana se pudo reivindicar “la libertad a la convicción religiosa y a practicarla en el culto, sin que se violara con ello el derecho del Estado en su propio ordenamiento”.
El Concilio proclamó la libertad religiosa en base a la dignidad humana y los derechos innatos de la persona. “Esta libertad –explica el Concilio– consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos”. (Digniatis humanae, 2) Esta doctrina de la libertad religiosa, aunque encontró reticencias en Mons. Lefebre y sus seguidores, ha sido entendida y aplicada con éxito en estos casi cincuenta años desde la promulgación del citado documento, en 1965.
Paradójicamente, en estos años, como ocurrió en tiempos pasados, muchos cristianos han sido víctimas de la intolerancia religiosa y de la falta de libertad para profesar y practicar su religión. Unas veces abiertamente, con iglesias incendiadas y cristianos asesinados, como ha ocurrido en los últimos meses en Egipto, Pakistán, Nigeria, Siria e India, entre otros países. En otros lugares está prohibido el ejercicio público de la religión o se discrimina a los cristianos de diversos modos. Por último, se ataca a la libertad religiosa ofendiendo a los cristianos mediante ataques verbales o psicológicos, insultos, ironías y burlas. Eso se encuentra incluso en países donde la libertad religiosa está reconocida en sus ordenamientos jurídicos.
Estas consideraciones nos han llevado a elegir la libertad religiosa como tema de portada de este número de Temes d´avui. Incluye un trabajo del profesor Arturo Bellocq en el que se profundiza en el derecho a la libertad religiosa. Otras contribuciones revisan la situación de la libertad religiosa en el mundo (Isidoro Ramos) en la India (Luis Pons), en el mundo musulmán (Xavier Vilella y Joan García-Llobet), en Europa (Remedios Falaguera) y en España (Francisca Pérez-Madrid). Presentamos también una entrevista en exclusiva con el sociólogo italiano Massimo Introvigne, coordinador del Observatorio para la Libertad Religiosa de Roma, establecido recientemente recogiendo la idea de Benedicto XVI de que Roma tenía un papel especial que desempeñar en la defensa de la libertad religiosa, en particular en la denuncia de la persecución de los cristianos perpetrados en el mundo. En el caso de moral se alude también a la libertad religiosa en un aspecto de la ley de salud propulsada por el presidente Obama.
Siguiendo la tarea de comentar documentos y desarrollos del Concilio Vaticano II, se presenta un trabajo sobre la misión de los laicos a cargo del profesor Arturo Cattaneo. Como tema de actualidad la Profesora María Elósegui comenta la reforma de la asignatura de Educación para la ciudadanía.
Montserrat Gas  nos ofrece un estudio en el que se pregunta, qué significa casarse. Por su parte, Josep Vall explora la nueva guía ética para políticos en el contexto de iniciativas llevadas a cabo por “minorías creativas”. El número concluye con la habitual sección de reseñas y notas de libros recientes.

Domènec Melé
Director de Temes d’Avui

SANTUARIOS, IGLESIAS Y ERMITAS DEDICADOS A SANTA MARIA

Aprovechamos el trabajo realizado por un docente del colegio Viaró de Sant Cugat del Vallés para facilitar una interesante documentación sobre Nuestra Señora la Virgen María.

Se puede acceder a la pagina personal en el enlace: Santa María

Nos parece de interes para organizar romerias ya que indica la localización de cada santuario.

Se agradecen correcciones y aportaciones para mejorar el trabajo en vias de elaboración.

Papel de la mujer en la edificación de la Iglesia

Por Temes d’avui

 

A raíz de una entrevista concedida por el Arzobispo de Tarragona Mons. Jaume Pujol a un canal de Televisión, muchos medios de comunicación se han hecho eco de sus palabras, muchas veces de una forma parcial y confusa. En realidad dijo lo que la Iglesia lleva veinte siglos recordando, pero es posible que a alguien le interesara la polémica. Han pasado veinte días y quizá es el momento de recordar, de una forma serena y pausada, la visión que los pastores tienen sobre el papel de la mujer en la edificación de la Iglesia. La Iglesia, que siempre ha defendido los derechos de la mujer se ha encontrado, en su posible acceso al sacerdocio,  una cuestión nada fácil de explicar a una sociedad muy sensible en la protección de estos derechos. Dejemos que Juan Pablo II, Beatificado el 1 de mayo de 2011, uno de los grandes pensadores del siglo XX, nos aporte un poco de luz. Lo hacemos transcribiendo unas palabras de suyas del año 1995.
“Ahora quisiera tratar el tema, aún más amplio, del papel que la mujer está llamada a desempeñar en la edificación de la Iglesia. El Concilio Vaticano II ha recogido plenamente la lógica del Evangelio, en los capítulos II y III de la Constitución dogmática Lumen gentium, presentando a la Iglesia en primer lugar como Pueblo de Dios y después como estructura jerárquica. La Iglesia es sobre todo Pueblo de Dios, ya que quienes la forman, hombres y mujeres, participan —cada uno a su manera— de la misión profética, sacerdotal y real de Cristo. Mientras invito a releer estos textos conciliares, me limitaré aquí a algunas breves reflexiones partiendo del Evangelio.
En el momento de la ascensión a los cielos, Cristo manda a los Apóstoles: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16, 15). Predicar el Evangelio es realizar la misión profética, que en la Iglesia tiene diversas modalidades según el carisma dado a cada uno (cf. Ef 4, 11-13). En aquella circunstancia, tratándose de los Apóstoles y de su peculiar misión, este mandato es confiado a unos hombres; pero, si leemos atentamente los relatos evangélicos y especialmente el de Juan, llama la atención el hecho de que la misión profética, considerada en toda su amplitud, es concedida a hombres y mujeres. Baste recordar, por ejemplo, la Samaritana y su diálogo con Cristo junto al pozo de Jacob en Sicar (cf. Jn 4, 1-42): es a ella, samaritana y además pecadora, a quien Jesús revela la profundidad del verdadero culto a Dios, al cual no interesa el lugar sino la actitud de adoración «en espíritu y verdad».
Y ¿qué decir de las hermanas de Lázaro, María y Marta? Los Sinópticos, a propósito de la «contemplativa» María, destacan la primacía que Jesús da a la contemplación sobre la acción (cf. Lc 10, 42). Más importante aún es lo que escribe San Juan en el contexto de la resurrección de Lázaro, su hermano. En este caso es a Marta, la más «activa» de las dos, a quien Jesús revela los misterios profundos de su misión: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás» (Jn 11, 25-26). En estas palabras dirigidas a una mujer está contenido el misterio pascual.
Pero sigamos con el relato evangélico y entremos en la narración de la Pasión. ¿No es quizás un dato incontestable que fueron precisamente las mujeres quienes estuvieron más cercanas a Jesús en el camino de la cruz y en la hora de la muerte? Un hombre, Simón de Cirene, es obligado a llevar la cruz (cf. Mt 27, 32); en cambio, numerosas mujeres de Jerusalén le demuestran espontáneamente compasión a lo largo del «vía crucis» (cf. Lc 23, 27). La figura de la Verónica, aunque no sea bíblica, expresa bien los sentimientos de la mujer en la vía dolorosa.
Al pie de la cruz está únicamente un Apóstol, Juan de Zebedeo, y sin embargo hay varias mujeres (cf. Mt 27, 55-56): la Madre de Cristo, que según la tradición lo había acompañado en el camino hacia el Calvario; Salomé, la madre de los hijos del Zebedeo, Juan y Santiago; María, madre de Santiago el Menor y de José; y María Magdalena. Todas ellas son testigos valientes de la agonía de Jesús; todas están presentes en el momento de la unción y de la deposición de su cuerpo en el sepulcro. Después de la sepultura, al llegar el final del día anterior al sábado, se marchan pero con el propósito de volver apenas les sea permitido. Y serán las primeras en llegar temprano al sepulcro, el día después de la fiesta. Serán los primeros testigos de la tumba vacía y las que informarán de todo a los Apóstoles (cf. Jn 20, 1-2). María Magdalena, que permaneció llorando junto al sepulcro, es la primera en encontrar al Resucitado, el cual la envía a los Apóstoles como primera anunciadora de su resurrección (cf. Jn 20, 11-18). Con razón, pues, la tradición oriental pone a la Magdalena casi a la par de los Apóstoles, ya que fue la primera en anunciar la verdad de la resurrección, seguida después por los Apóstoles y los demás discípulos de Cristo.
De este modo las mujeres, junto con los hombres, participan también en la misión profética de Cristo. Y lo mismo puede decirse sobre su participación en la misión sacerdotal y real. El sacerdocio universal de los fieles y la dignidad real se conceden a los hombres y a las mujeres. A este respecto ilustra mucho una atenta lectura de unos fragmentos de la Primera Carta de San Pedro (2, 9-10) y de la Constitución conciliar Lumen gentium (nn. 10-12; 34-36).
En ésta última, al capítulo sobre el Pueblo de Dios sigue el de la estructura jerárquica de la Iglesia. En él se habla del sacerdocio ministerial, al que por voluntad de Cristo se admite únicamente a los hombres. Hoy, en algunos ambientes, el hecho de que la mujer no pueda ser ordenada sacerdote se interpreta como una forma de discriminación. Pero, ¿es realmente así?
Ciertamente la cuestión podría plantearse en estos términos, si el sacerdocio jerárquico conllevara una situación social de privilegio, caracterizada por el ejercicio del «poder». Pero no es así: el sacerdocio ministerial, en el plan de Cristo, no es expresión de dominio sino de servicio. Quien lo interpretase como «dominio», se alejaría realmente de la intención de Cristo, que en el Cenáculo inició la Última Cena lavando los pies a los Apóstoles. De este modo puso fuertemente de relieve el carácter «ministerial» del sacerdocio instituido aquella misma tarde. «Tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10, 45).
Sí, el sacerdocio que hoy recordamos con tanta veneración como nuestra herencia especial, queridos hermanos, es un sacerdocio ministerial. Servimos al Pueblo de Dios. Servimos su misión. Nuestro sacerdocio debe garantizar la participación de todos —hombres y mujeres— en la triple misión profética, sacerdotal y real de Cristo. Y no sólo el sacramento del Orden es ministerial: ministerial es, ante todo, la misma Eucaristía. Al afirmar: «Esto es mi cuerpo que es entregado por vosotros (…) Ésta es la copa de la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros» (Lc 22, 19-20), Cristo manifiesta su servicio más sublime: el servicio de la redención, en la cual el Unigénito y Eterno Hijo de Dios se convierte en Siervo del hombre en su sentido más pleno y profundo.
Al lado de Cristo-Siervo no podemos olvidar a Aquella que es «la Sierva», María. San Lucas nos relata que, en el momento decisivo de la Anunciación, la Virgen pronunció su «fiat» diciendo: «He aquí la esclava del Señor» (Lc 1, 38). La relación del sacerdote con la mujer como madre y hermana se enriquece, gracias a la tradición mariana, con otro aspecto: el del servicio e imitación de María sierva. Si el sacerdocio es ministerial por naturaleza, es preciso vivirlo en unión con la Madre, que es la sierva del Señor. Entonces, nuestro sacerdocio será custodiado en sus manos, más aún, en su corazón, y podremos abrirlo a todos. Será así fecundo y salvífico, en todos sus aspectos”.

Vaticano, 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, del año 1995.

Joannes Paulus PP. II

Católicos en España: radiografía del último barómetro del CIS

Por Isidor Ramos

Periódicamente el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publica sus barómetros en los que refleja estadísticamente la opinión de los españoles en diversos temas. A finales de enero de 2012 se dio a conocer el último barómetro en el que, entre otras cuestiones, se pregunta a los encuestados cómo se definen en materia religiosa. Un 72% de los españoles mayores de 18 años se definen como católicos. ¿Qué ha pasado en los últimos 10 años?

Hemos revisado los datos de otro barómetro de hace 10 años (diciembre de 2002) y comparándolos con los actuales podemos hacer algunas consideraciones:

· La población española según los respectivos censos ha aumentado en estos 10 años en un total de 6,343 mll de habitantes. Ha pasado de 40.847.000 a 47.190.000 según el último padrón municipal (2011). Un 15,5% más.

· La encuesta del CIS excluye a los menores de 18 años. Este segmento de población sólo ha aumentado en 955.000 personas, pasando de 7,844 mll. a 8,799 mll. Un 12,2% más.

· Los que se definen como católicos han pasado de un 80,3% en 2002 a un 72% en 2012; entre las otras opciones destaca el incremento en un 3,9% de no creyentes (pasan de un 10,6% a un 14,5% en 2012) y el incremento de un 3,6% de los que se declaran ateos (pasando de un 5,2% en 2002 a un 8,8% en la actualidad). Este grupo de personas que se declaran en materia religiosa como creyentes en otras religiones, no creyentes o ateos ha pasado de un 19,7% de la población española mayor de 18 años en 2002 a un 28% en 2012.

 

· Entre los que se declaran católicos, el barómetro del CIS distingue según la frecuencia con que van a misa u otros oficios religiosas, sin contar las ocasiones relacionadas con ceremonias de tipo social (bodas, comuniones o funerales)

— Los que no van casi nunca: crecen en un 7,5%; pasan de un 48,6% a un 56,1% en la actualidad.

— Los que van varias veces al año bajan ligeramente: 1,7%; de un 17,4% a un 18,7%.

— Los que van alguna vez al mes bajan un 2%, pasan del 11,1% al 9,1%.

— Los que van todos los domingos y festivos bajan un 3,1%, pasan de un 18,1 a un 15%.

— Los que van varias veces a la semana suben un 0,3% pasando de un 2,4% a un 2,7%.

Los españoles que se reconocen como católicos pasan de un 80,3% a un 72% en la actualidad. Esto es cambio notable en una sociedad muy homogénea hasta hace diez años.

Pero no todo lo explica la estadística. Curiosamente el brutal incremento de población inmigrante durante estos últimos diez años prácticamente no altera el porcentaje, por ejemplo, de creyentes de otras religiones que sólo aumenta un escaso 0,9% cuando los extranjeros han pasado de 1,370 mll en el censo de 2001 a los 5,751 mll en el censo actual de 2011.

En 2012 tenemos una sociedad más diversa, pero no queda claro si es menos practicante. Quizá ese porcentaje creciente de católicos desmovilizados corresponde a inmigrantes… la estadística no resuelve todos los interrogantes.

 

Una base para la Nueva Evangelización

Estos datos ponen de manifiesto algunas cosas positivas:

· Casi tres cuartas partes de los mayores de edad se declaran católicos.

· Casi un 25% de ellos cumple irregularmente con la asistencia a la misa (alguna asistencia anual o mensual). Irregulares pero con una cierta conexión.

· Un 15%, es decir 3,316mll. de personas mayores de edad, acuden cada domingo a Misa y además 750.000 (un 2,7%) lo hacen varias veces por semana.

Las cifras del último barómetro pueden resultar decepcionantes para algunos, pero atendiendo a la llamada a una Nueva Evangelización de Benedicto XVI, tenemos una buena base. El reto está en formar a esos 4 millones de adultos que acuden regularmente. Y esos 4 millones ya están “dentro” y han de ser los primeros apóstoles, con su ejemplo y palabra, para remover a sus familiares, amigos y colegas de profesión. ¿Quién tiene una “mayor fuerza de ventas” que la Iglesia, a pesar de todos los pesares?

Luego están esos casi 7 millones de practicantes esporádicos. Algo habrá que hacer para afianzar su fe; son poco regulares pero algo conocen y buenos deseos tienen, sino no acudirían de vez en cuando a misa.

Por cierto, en estos datos estadísticos no están incluidos los jóvenes. Los menores de 18 años son 7,844 mll en 2012. ¿Cuántos se forman en centros de enseñanza católicos, frecuentan parroquias y movimientos católicos de todo tipo? Sin duda varios millones. De sus educadores, padres, sacerdotes, formadores y católicos coherentes de su entorno inmediato depende que maduren en su fe o que ésta languidezca y pasen a engrosar los apartados de los que casi nunca acuden a misa o de los que se declaran no creyentes.

Los números no lo son todo, pero pueden ayudar a comprender que cuidar, formar y dar razones para la fe puede ser la primera tarea de la nueva evangelización a la que llama constantemente el Papa actual. Cuidando y formando a los que ya están dentro de la Iglesia, haciendo conscientes a todos de su responsabilidad evangelizadora por bautizados, sin duda así se incrementará el número de los convidados a la mesa del Señor.

Juan Pablo II en su carta apostólica Novo millennio ineunte recordaba algunos aspectos esenciales para cualquier católico que aspira a la santidad y para cualquier plan pastoral comprometido con facilitarla. Esas prioridades pastorales maduradas con “la experiencia misma del Gran Jubileo” del año 2000 Juan Pablo II las resumió en: promover la santidad, la “vocación universal a la santidad” recordada por la Lumen Gentium y que el Papa llamó a redescubrir; la práctica de la oración; la Eucaristía dominical; hacer descubrir la misericordia de Dios proponiendo la práctica del sacramento de la Reconciliación; dar primacía a la gracia en toda acción apostólica y pastoral y no fiarlo todo a “nuestra capacidad de hacer y programar”; la lectura atenta de la Biblia; y la acción misionera de todos los cristianos, sin delegarla en “unos pocos especialistas”.

Isidor Ramos
periodista

¿Un papa posmoderno? El pensamiento de Benedicto XVI

Por Pablo Blanco Sarto

Se ha dicho que es este un pontificado «a tiempo parcial», por su interés por las ideas. Para Benedicto XVI sin embargo no hay nada más práctico que una buena teoría. Cuando le dijeron que una imagen vale más que mil palabras, respondió: «y una idea más que cien mil imágenes». Resumiremos en siete puntos las palabras-clave en torno a las que gira su ministerio como obispo de Roma: razón, corazón, (ad)oración, creación, Jesucristo, la Iglesia y la belleza. En estos conceptos se resumen un pensamiento que nos parece ofrecer una respuesta adecuada a los retos planteados por la posmodernidad. Es un «papa para la posmodernidad», y no solo «papa de la razón».

 

1. RAZÓN. Benedicto XVI es llamado “el papa de la razón”, por su decidida defensa en un mundo algo alérgico a ella. El papa-profesor ha hablado innumerables ocasiones sobre este tema central y decisivo en la sociedad actual. Ha propuesto una “nueva Ilustración” con una nueva razón. Era este el tema expuesto en Ratisbona (y no el islam, tal como algunos entendieron): la necesidad de una razón abierta, “ampliada” al mundo del arte, de la ética, de la religión e incluso de los sentimientos. Esta nueva razón será –como afirmó Walter Kasper– más posmoderna que premoderna.

La fe es también profundamente racional para el papa alemán, ha repetido en numerosas ocasiones. Por eso cabe el diálogo entre ciencia y fe, entre fe y razón. Ya un año antes de ser elegido papa, había acordado con Jürgen Habermas que razón y religión podían curarse recíprocamente de sus respectivas “patologías”. La razón impide –decíamos– que la religión caiga en el fanatismo y el fundamentalismo; la religión evita que una razón puramente técnica produzca atropellos. «Los sueños de la razón producen monstruos», dibujó Goya, como los modernos sueños de la razón moderna de Auschwitz, Hirosima o Chernobyl, subproductos residuales de una razón puramente técnica. Por eso el filósofo alemán llamó a Ratzinger «amigo de la razón».

2. CORAZÓN: el amor lógicamente es lo primero. La primera encíclica se tituló precisamente Dios es amor, y en ella nos explicó cómo que se usa y abusa de este sagrado término. El eros ha de ser purificado para convertirse en verdadero amor humano y cristiano. Es decir, en agape.Pero también al mismo tiempo –se añadía allí– la caridad ha de incluir el afecto, el cariño, el amor humano. “Dios es cariño”, tradujo un santo del siglo XX la famosa frase de san Juan que da título a la encíclica programática de Benedicto XVI. Eros agape presentan también así esta mutua complementariedad y circularidad. Recogiendo la crítica de Nietzsche al afirmar que el cristianismo quitaba la alegría de vivir y del amor, el papa alemán hablaba de esa complementariedad entre amor humano y amor divino.

Pero este eros ha de ser purificado, recordaba, a la vez que la caridad necesita también del afecto humano. Esta purificación supondría una auténtica “revolución del amor”, que evitaría caer en los extremos del hedonismo y del espiritualismo. Por otra parte viene a recordarnos que el amor es posible, porque Dios nos ama primero. Es esta también una afirmación revolucionaria en un mundo algo desengañado y desamorado después de tanto experimento. El amor es posible si Dios ama y nos ama, nosotros podemos amar con ese amor “prestado” por el mismo Dios. Tal revolución es posible precisamente porque Dios es amor. Nos ha creado y redimido por amor; nos da un amor que es el suyo. Podemos amar con el mismo corazón de Jesucristo, que dio su vida por todos. Por eso podemos amar. Existe por tanto una continuidad –termina diciendo– entre el amor, la caridad y la santidad, pues esta no sería otra cosa que el amor pleno, el amor total.

 

3. CREACIÓN. Muchos han hablado de las «raíces verdes» de la última encíclica social de Benedicto XVI. En la encíclica social Caritas in veritate ha conseguido conjugar no solo la crisis económica con la imprescindible ética de los negocios, sino también con la ética sexual y la defensa de la vida, la bioética y el respeto al medio ambiente. Juan Pablo II era aplaudido cuando hablaba de cuestiones sociales, y abucheado (no lo olvidemos) cuando hablaba de las morales. Benedicto XVI, con esta visión integradora, pretende presentar unidas todas las facetas de la existencia humana. Por eso es una encíclica global.

Sus alusiones a la ecología y al medio ambiente resultan continuas, y no meramente oportunistas. Tiene su misterio. Para el Ratzinger teólogo la creación constituía un dogma olvidado, del que apenas se hablaba. Deberíamos volver “al principio” (cf. Gn 1,1; Jn 1,1) para deshacer los entuertos infligidos al planeta. Propugna así el papa alemán un ecologismo cristiano, interior y exterior, con unas profundas raíces cristianas en el momento de la creación. Esta creencia en el Creador no es sin embargo una exclusiva cristiana, pues también judíos, musulmanes y otras religiones confiesan este origen divino. Tal afirmación tiene que ver también con su insistencia en la conciencia y en la ley natural, y puede ser un punto de encuentro y de mutuo entendimiento entre personas de diferentes religiones, e incluso con ateos y agnósticos. La corrupción interior produce contaminación exterior, y al revés: la limpieza interna promueve un respeto externo, con los demás y el medio ambiente.

 

4. (AD)ORACIÓN. Sabe que es el verdadero motor de la Iglesia y de la vida cristiana. Frente al activismo cortoplacista, el papa alemán sabe esperar, pensar y rezar. Pero sobre todo rezar. El activismo es para Ratzinger “la gran bestia negra”: el actuar en la Iglesia actual sin pensar ni rezar. Para él el culto y la oración son también fuentes de la verdad y del ethos cristiano. La mayor parte de los problemas que pudiera tener la Iglesia hoy proceden de la falta de unión a Jesucristo, presente en el Pan y en la Palabra. Es algo de lo que ya habló Juan Pablo II con motivo de los primeros casos de los escándalos de pederastia entre miembros del clero en los Estados Unidos. «Esto nos pasa por descuidar la eucaristía», dijo entonces Juan Pablo II. No era una evasiva.

Aquello ocurrió, en última instancia y con todas sus consecuencias, por haber descuidado el centro de la vida cristiana. La liturgia ha sido uno de los puntos centrales de la teología de Ratzinger, y por ella ha profesado un especial interés desde su infancia. La razón y la liturgia –afirmaba– le metieron en el mundo de Dios; es más, fueron su refugio y su defensa ante la amenaza nacionalsocialista. En su pensamiento, la liturgia ocupa ese lugar central que le corresponde en la Iglesia. La categoría de la “adoración” no es sin más un reducto piadoso, sino un verdadero lugar teológico de donde surgen continuas inspiraciones para la teología y el pensamiento en general. Y después de rezar, trabajar.

5. JESUCRISTO al centro. Es esta una afirmación incontrovertible. A pesar de las múltiples ocupaciones en su ministerio, Benedicto XVI no ha renunciado al proyecto personal de escribir suJesús de Nazaret, que terminó en 2011. Constituye este libro una actividad central como sucesor de Pedro: hablar de Jesucristo. Y hablar de él como Dios y hombre, como el Cristo de la fe y el Jesús de la historia. No es un profeta ni un avatar más de la divinidad, sino el Hijo de Dios hecho hombre. Solo él salva. Esto fue también recordado por Juan Pablo II en el Jubileo del año 2000: junto a la petición de perdón por los pecados de los cristianos, recordó que “Jesús es el Señor”, el Salvador, el único Mediador.

Recordar la centralidad salvífica de Jesucristo no es una ocupación más, sino la misión principal de la Iglesia. El relativismo religioso propone a Jesucristo como un varón egregio, un pacifista o un revolucionario, o bien una persona eminente que toma conciencia de una presunta divinidad. Se cree Dios, y por eso piensa que puede salvar. Otros tantos podrían hacerlo también. Sin embargo, los cristianos han creído y defendido siempre que toda salvación viene de Dios en Jesucristo. Un budista, un musulmán o un animista pueden salvarse, pero siempre en Jesucristo. No en Buda, Mahoma o el Gran Manitú. Solo Jesucristo es el Hijo de Dios, el mismo Dios, como recuerdan de modo constante los evangelios.

 

6. IGLESIA. Frente al conocido lema “Cristo sí, Iglesia no”, el papa Ratzinger quiere recordar que la Iglesia es el cuerpo y la esposa de Cristo. La Iglesia está inseparablemente unida a la persona de Jesucristo. Por eso la Iglesia debería hablar más de él y menos de sí misma y de asuntos clericales. Más santidad y menos burocracia, es la fórmula de Ratzinger para destacar la unidad entre Jesucristo y su Iglesia. De hecho, esta continúa la misión de aquel. Jesucristo mismo se sirvió de su mediación y, por tanto, de los apóstoles, obispos y demás ministros que siguen esta misma línea de continuidad. La apostolicidad de la Iglesia es una de sus notas fundamentales, nos recuerda una y otra vez el papa-teólogo. De manera que hay una continuidad entre Jesucristo, la Iglesia de los apóstoles y la Iglesia actual. Esto nos ofrecerá una clave para el diálogo ecuménico, que consistirá en profundizar en nuestras raíces comunes.

Benedicto XVI está convencido de que la misión de la Iglesia consiste en anunciar a Cristo y en crecer en comunión y cohesión dentro de ella. Así se podrá llevar adelante ese proyecto ecuménico de crecer en unidad en la única Iglesia de Cristo, que desearon intensamente también los papas anteriores. El papa alemán piensa que se debe caminar con pasos lentos pero seguros, como en la ascensión a una montaña. De momento, los resultados le acompañan: con los ortodoxos se ha reemprendido el diálogo ecuménico, y ya son tres las reuniones (Rávena, Chipre, Viena) que han tenido lugar sobre el principal tema que nos separa: el modo de ejercer el primado de Pedro. Mientras tanto, se busca una estrecha colaboración en cuestiones éticas –sobre todo bioéticas– y en la doctrina social.

 

7. BELLEZA. Ratzinger ha sido siempre un enamorado de la belleza. Desde su temprana afición a la música, especialmente de la de Mozart, la dimensión estética forma parte de su pensamiento y de su visión de la vida. De hecho, suele ser llamado «el Mozart de la teología» no solo por las aparentes levedad y ligereza de su pensamiento (Ratzinger es más fácil de leer que otros teólogos alemanes), sino también por la profundidad y dramatismo de sus ideas. Mozart como música de fondo. Además, ha afirmado que un teólogo que no tenga sensibilidad estética resulta peligroso. Siempre tiene algo de tiempo para tocar el piano… Para él la belleza no solo es importante para la teología, sino también para la misma vida de la Iglesia.

En esta sociedad posmoderna y algo esteticista, decía Ratzinger, la razón y la belleza presente en el arte cristiano y en la vida de los santos puede ser un testigo de excepción: la mejor tarjeta de presentación para el cristianismo. La inauguración de la Sagrada Familia ha constituido todo un símbolo en este sentido. En Gaudí se encuentran unidas estas dos dimensiones de la belleza cristiana: en primer lugar, como creador de una belleza nueva, moderna y dirigida a la gloria de Dios, tal como aparece en el templo barcelonés; por otra parte, por la belleza presente en la vida de los santos, si el proceso de beatificación del «arquitecto de Dios» llegara a buen puerto. El arte cristiano y la santidad hacen presente la Belleza divina en este mundo.

Estas serían las siete palabras en las que me parece que se podría sintetizar el “programa” del papa actual. Representado todo esto de modo gráfico, vendría a ser algo así: 2 núcleos concéntricos (Cristo y la Iglesia), 4 pilares ontológicos y teológicos (amor, verdad, belleza y esperanza) y 4 referencias y actitudes: razón, corazón, (ad)oración y creación. Tal como figura en este cuadro:

                      

47 Jornadas de cuestiones pastorales

MATRIMONIO Y FAMILIA PARA UNA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Castelldaura (Premià de Dalt, Barcelona), 24 y 25 de enero de 2012

Programa

 

“En la sociedad actual es más que nunca necesaria y urgente la presencia de familias cristianas ejemplares. (…) Junto a la palabra de la Iglesia, es muy importante el testimonio y el compromiso de las familias cristianas, vuestro testimonio concreto, especialmente para afirmar la intangibilidad de la vida humana desde la concepción hasta su término natural, el valor único e insustituible de la familia fundada en el matrimonio y la necesidad de medidas legislativas que apoyen a las familias en la tarea de engendrar y educar a los hijos. (Benedicto XVI, Homilía en la Jornada de las familias católicas croatas, Zagreb, 5 de junio de 2011).

 

MARTES, 24 de enero

 

11.00 Hora de entrada y presentación

 

11.15 Presentación de las Jornadas

por el Emm. y Rvdm. Sr. Cardenal Lluís Martínez Sistach

 

11.30 La família Cristiana, primer camino para la evangelización

por el Emm. y Rvdm. Sr. Cardenal Ennio Antonelli, presidente del Consejo Pontificio para la Família

 

12.30 El amor matrimonial y la dignidad humana: claves para la comprensión de la paternidad responsible

por Dr. Joan Costa, profesor de la Facultad deTeologia de Catalunya

 

13.30 Aspectos positivos I problematicos de la prespectiva de genero

por Dr. Enric Vidal, professor de la Universitat Internacional deCatalunya

 

14.30 Almuerzo

 

15.45 Mesa redonda con los ponentes

 

 

MIERCOLES, 25 de Enero

 

11.00 Hora de entrada y presentación

 

11.15 Porque vale la pena casarse

por el Dr. Tomás Melendo catedratico de la Universidad de málaga

 

12.15 Reconciliaciones conyugales: experiencias sobre mediacion y terapia familiar

por Virgínia Olano, Delegació de Pastoral Familiar deI’Arquebisbat de Barcelona

 

13.15 Herramientas para la felicidad en el matrimonio: la orientación familiar

por Javier Vidal-Quadras, director de Fert y secretario general de  la International Federation for Family Development

 

14.15 Almuerzo

 

15.45 Tertúlia con los ponentes

 

 

Inhumación perpetua de José María Hernández Garnica

El 11 de noviembre de este año se celebró con toda solemnidad la ceremonia de dar sepultura a los restos mortales del Presbítero y Siervo de Dios José María Hernández Garnica. Fue presidida por el Cardenal Arzobispo de Barcelona, ​​Lluís Martínez Sistach. Con este acto entraba de nuevo en funcionamiento la Capilla del Santísimo, la cual se había cerrado durante dos meses debido a la remodelación y preparación del sepulcro donde definitivamente ya reposan los restos mortales del Siervo de Dios. La ceremonia litúrgica tuvo dos partes diferenciadas, la de la liturgia de la palabra y la del rito de dar sepultura.

Se inició la ceremonia con la procesión de la urna, hasta colocarse en el cadalso ante el presbiterio de la nave central, después del canto de entrada y los ritos iniciales, se leyeron unos fragmentos de la Carta a los Romanos y del Salmo 22, y el Evangelio de las bienaventuranzas de San Mateo. La homilía a cargo del Cardenal se centró en “algo muy importante de nuestra vida: la santidad, una vocación para todos”. Del evangelio refirió que “Las matemáticas de Jesucristo parece que no encajen con nuestras matemáticas ya que nos hace amar al hijo pródigo, a la oveja perdida, al enemigo …”, animándonos a amar a todos: “Hay paz en la persona que ama a Dios y ama a las personas, a pesar de los sufrimientos, porque dentro del corazón tiene a Dios”. También deseó que algún día pudiéramos celebrar la canonización de José María Hernández Garnica.

Después de la oración de los fieles y un Padre Nuestro, se inició la segunda parte con la procesión al nuevo sepulcro, hasta entrar en la Capilla del Santísimo. En presencia entre otras personas de los miembros de la familia que habían podido asistir al acto, el tribunal de la inhumación, los peritos, el postulador de la causa de los santos, y los presbíteros presentes, se hizo la bendición del sepulcro. A continuación se leyó el acta que da fe de la sepultura, con la relación de todos los presentes, destacando la autorización legal y canónica para el acto, la exhumación y el reconocimiento de los restos. A las 19h 42 m. del 11 / 11/11 y una vez introducidas la urna y el acta se cierra la sepultura, al pie de la cual unas jóvenes dejaron un centro de flores.

Los que estaban presentes

Conjuntamente con el Sr.. Cardenal estaban presentes el Vicario General del Opus Dei en España Mn. Ramón Herrando, Mn. Antoni Pujals Vicario del Opus Dei en Cataluña, el Vicario Episcopal Mn. Juan Galtés, el rector de Montalegre Mn. Francesc Perarnau y otros presbíteros de la Iglesia de Santa María de Montalegre, así como el párroco de la iglesia de Belén, y los sacerdotes del obispado que formaban parte del tribunal nombrado a tal efecto, entre otros, fue el maestro de la ceremonia Mn. Juan Juventeny y el órgano como se tiene habituados, Josep Masabeu el organista de la Casa.

La iglesia estaba llena hasta las gradas. Todos los asistentes siguieron la celebración litúrgica con un libreto editado para la ocasión, y fueron obsequiados con el libro “Abriendo horizontes” y el dvd de la vida del Siervo de Dios. La familia del Siervo de Dios estuvo presente, tanto de la parte Temas Hernández como de los Hernández Font.

Un día antes, en el cementerio

A primera hora de la mañana del jueves 10 de noviembre, en el cementerio de Montjuic de Barcelona, ​​se inició el proceso material de la exhumación de los restos mortales del Siervo de Dios. El traslado había sido autorizado por la Congregación de la Causa de los Santos con el acuerdo del Cardenal Arzobispo de Barcelona. Al acto de exhumación, cabe destacar entre otros asistentes, en delegación del Cardenal el tribunal nombrado al efecto con Mn. Ramón Domenech Castells OFM juez delegado, Mn. Alejandro Marzo Iguarino Promotor de Justicia, y la Sra.. Chiara Rostagno Malor notaria, representantes de la familia, el postulador de la causa de los santos, Mn. José Carlos Martín de la Hoz, y tres peritos forenses.

En primer lugar se retiró la lápida del panteón 33 de la Agrupación 11 de la avenida de la Santísima Trinidad, a continuación los operarios del cementerio procedieron a retirar las losas que cubrían el departamento correspondiente y los restos de madera y zinc del féretro. Los operarios iban describiendo el estado de los restos y en ese momento las personas responsables de la consecución del proceso decidían la clasificación de todo lo que iban encontrando con el fin de proceder posteriormente a su inventario y conservación.

Así en dos sudarios blancos en forma de bolsa se clasificaron los restos del Siervo de Dios. Uno de ellos se introdujo en la urna que se había elegido, en color burdeos y lacada, con una plaqueta con los datos de José María Hernández Garnica y las fechas de defunción y traspaso; cabe destacar el diseño de la cruz, de metal plateado. En aquel momento el postulador de la causa dirigió una oración por el alma del Siervo de Dios.

Después en una sala adecuada prosiguió el procedimiento de levantamiento y firma de las actas de todo el proceso, seguido con todo rigor. Finalmente los peritos hicieron el inventario y la conservación, reponiendo los restos en la urna, que finalmente ha quedado en el sepulcro de la Capilla del Santísimo.

Después de muchos meses de trabajo de expertos, técnicos, operarios y muchas colaboraciones desinteresadas, y también donativos, se ha cerrado esta etapa intensa para nuestra iglesia y de la que nos sentimos felices porque ya tenemos la Capilla del Santísimo en funcionamiento con nuestro intercesor que desde el cielo ruega por nosotros.

 

Isabel Hernández Esteban

El arquitecto nos explica la reforma de la capilla.

Sepulcre José María Hernández Garnica

Últimamente hemos intensificado la publicación de informaciones en torno a la remodelación de la Capilla del Santísimo enfocando nuestra mirada en el día 11/11/11. Sin embargo yo quería saber más allá de lo que hemos ido viendo con los ojos en estos dos meses. Quería conocer de cerca qué había pasado hasta el momento del inicio de las obras. Así que la entrevista con el del arquitecto catalán Dr. D. Antoni Maltas  Mercader director del proyecto nos había de aclararlo todo.

Las referencias profesionales más destacables del  Sr. Maltas son: 1991 Arquitecto por l’Escola Tècnica Superior d’Arquitectura de la Universitat Politècnica de Catalunya;  en el año 2009 Doctor por la Universitat Politècnica de Catalunya, con la  tesis Wassily Kandinsky y la evolución de la forma. Fundamentos teóricos para presenciar el espacio y el tiempo. De él se dice que tiene un arte sobrio, bastante incomprendido, lejos de cosas recargadas de cenefas y volutas barrocas, y de altares con cornucopias.

Gracias a los medios telemáticos hoy es posible publicarla. Sr. Maltas, le agradecemos su deferencia en concedernos esta entrevista, antes del evento único del traslado de los restos del Siervo de Dios José María Hernández Garnica. Recuerdo que conocimos el proyecto que usted había diseñado para la Iglesia de Santa María de Montalegre el 21 de junio de 2011, en el Auditorio del Pati Manning donde se hizo la presentación. Pero para llegar a esa fecha han debido pasar muchas cosas.  ¿Cómo fue que se lo encargaron?
Ya había colaborado otras veces con Montalegre. Por ejemplo, el proyecto y la dirección de los trabajos de la instalación del sistema de climatización de la iglesia-nave central y capilla del Santísimo-, en la que ya habíamos estudiado la reforma del techo y un alumbrado para esta capilla.

¿Le ha hecho con otros profesionales?
En el despacho somos tres arquitectos, y aunque uno de nosotros se encargue y asuma un proyecto, siempre lo hablamos todo. Un proyecto, así considerado, no es una manifestación afectiva de lo individual, es un acto colectivo de los tres y los colaboradores que han participado.

¿Ha hecho otras capillas u oratorios?

Hace unos cinco años hicimos proyectar y dirigir las obras de la capilla del nuevo edificio de Iese Business School.

¿Le encargaron un proyecto concreto para Montalegre o fue usted quien lo ofreció? ¿Presentó otros?
Este sepulcro es algo que hace tiempo que se está estudiando, siempre por iniciativa dela propiedad. Primero fueron unos croquis para analizar el lugar más adecuado, después un proyecto con algunas infografías y una filmación corta, para presentar el proyecto a las autoridades eclesiásticas y al público, y, finalmente, el proyecto de ejecución para poder llevar a cabo las obras.
¿Le pusieron freno al presupuesto?
La racionalidad es, en occidente, una herencia de la que no podemos prescindir. El presupuesto es siempre un componente a tener en cuenta desde el inicio de los proyectos. A todos nos hubiera gustado arreglar definitivamente el techo y mejorar la situación de las toberas de la climatización de esta capilla.

¿Le ha influido la historia de la iglesia, los materiales, las características?

Sr. Antoni Maltas i Mercader

No somos de aquellos arquitectos que quieren pasar a la historia por sus intervenciones “ideales” en el patrimonio arquitectónico. Esta iglesia es obra de August Font y otros artistas que trabajaron en ella, hace poco más de cien años, y a los que no debemos dar ninguna lección. La rehabilitación es un concepto muy debatido, pero aquella idea de racionalidad de la que hemos hablado un poco más arriba también nos da los parámetros de cómo debe ser nuestro trabajo en estos edificios.
¿El Siervo de Dios José María Hernández Garnica ha colaborado desde el cielo en algo? ¿Le encomienda cosas?

Me parece que hay mucha gente encomendándole que las obras acaben pronto y todo salga muy bien el próximo viernes 11 de noviembre.

¿Conoce o ha conocido a la familia del Siervo de Dios en ocasión de este proyecto?
Conocí una sobrina suya durante la presentación del 21 de junio.

La obra que vamos viendo ¿es tal cual lo había pensado? ¿Ha tenido que corregir algo inesperado?
A menudo, en una obra de rehabilitación o reforma, surgen imprevisibles que hay que asumir. Hemos tenido que adaptar pequeñas cosas a las medidas reales del lugar, sustituir piezas rotas del pavimento, hacer muchas pruebas de alumbrado, etc. Todo dentro de la normalidad.
Como sabe, hay una cripta en la Capilla del Santísimo, como es que no se ha utilizado como sepulcro de este Siervo de Dios?
Si cada vez que alguien quiere ir a rezar al Siervo de Dios hay que levantar las piezas de mármol del pavimento que dan acceso a la cripta para bajar…

¿Sabe que hay gente muy e ilusionada con todo este evento? ¿Le reporta alguna preocupación?
Somos técnicos que asumimos las mismas preocupaciones que tiene la propiedad.
¿Se siente orgulloso de formar parte de la historia de la Iglesia de Santa María de Montalegre, y como no, del Opus Dei al que le fue encomendada su dirección espiritual y pastoral?

Prefiero entender la arquitectura como un acto colectivo, algo para el bien de la cultura humana.

Hoy también hemos podido ver como la obra, gracias a Dios, ya está terminada. He podido leer de cerca la lápida blanca con la inscripción del nombre del Siervo de Dios, José Hernández Garnica, con sus fechas de nacimiento y traspaso, datos grabados en el mármol blanco en color plata, todo a punto para la celebración litúrgica del acto de inhumación de sus restos mortales, a cargo del Cardenal Arzobispo de Barcelona Lluís Martínez Sistach.

Isabel Hernández Esteban

 

El corazón de España sigue siendo cristiano

A los 17 años dejé Barcelona para ir a vivir a Londres, antes de que nacieran la mayoría de los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud que acaba de terminar en Madrid. Había muerto el general Franco hacía unos meses y el país estaba a punto de precipitarse hacia la modernidad secularizada. En esos años, las mujeres de Barcelona iban a Londres a tener abortos, entonces ilegales en España. Actualmente, mujeres británicas van a Barcelona para aprovecharse de las leyes abortistas más liberales de toda Europa.

Los organizadores de la JMJ me invitaron a colaborar en el departamento de comunicación, y yo acudí con tres compañeros de nuestro equipo de Catholic Voices —que fundamos el año pasado para preparar la visita del Papa al Reino Unido— con el fin de asistir a periodistas de habla inglesa con información sobre el evento. Durante nuestra estancia la semana pasada, entre más de un millón de peregrinos sumidos en un éxtasis de felicidad, por sentirse en plenitud pese al insufrible calor y las tormentas de Madrid, me di cuenta de que España es todavía, a pesar del laicismo que impera, una nación intensamente católica.

Había leído una entrevista a Yago de la Cierva, el director de la Jornada, en la que contaba que el Vaticano le habían animado a dar un sabor español a esta edición. Esto le llevó, por ejemplo, a diseñar el Via Crucis utilizando los famosos pasos de la Semana Santa de distintas ciudades de España, e incluso a decir que la gente se iría a dormir más tarde y se levantaría más tarde (algo, no lo neguemos, muy español).

Pero había otra diferencia más importante: ésta iba a ser la primera edición de las JMJ internacionales totalmente autofinanciada, desde que comenzaron en 1987. Un 70% del coste de los 50 millones de euros lo pagaban los participantes; el resto lo cubrían donativos corporativos o individuales. Incluso los 30.000 voluntarios se tuvieron que pagar su mochila. Era importante que, ya que España está pasando una de las más profundas crisis económicas en Europa, con más del 40 por ciento de los jóvenes en el paro, este evento no fuera un peso para el contribuyente. Y se logró. Además, España se benefició con más de 160 millones de euros sin que el Estado, como confirmó un portavoz del gobierno, contribuyera en nada.

Sin embargo, esto no fue suficiente para evitar que una alianza entre grupos laicistas y gays organizara una marcha de protesta contra el coste de la visita. El eslogan «con mis impuestos, no» quizá fuera lo único que unía a estos grupos —pequeños, fragmentados e ideológicamente diversos— pero difílmente se le puede atribuir credibilidad a este pretexto. La manifestación de 5.000 personas, que se volvió violenta y tuvo que ser dispersada por los antidisturbios, fue la noticia principal tanto en España como en otros países. Pero la impresión creada por algunos medios era bastante irreal. En comparación con esos pocos miles, llenaban las calles de Madrid un millón de alegres peregrinos, a los que daban la bienvenida otro millón de madrileños que se unieron a la fiesta. La gran mayoría de los peregrinos no vieron ni a una sola persona protestando.

El día de la llegada del Papa me invitaron a Las Mañanas de Cuatro, como coordinador de Catholic Voices. En el plató se comentaba en directo dicho acontecimiento. Algunos amigos me advirtieron que era una cadena hostil a la Iglesia, pero lo que me encontré fue todo lo contrario: curiosidad amistosa y preguntas hechas con respeto. También le avisaron al Papa que la recepción que tendría al llegar sería fría, pero lo que se encontró fue un país que le daba la bienvenida, un gobierno involucrado en la visita, y unos medios receptivos a sus mensajes; y esto sin olvidar la inmensa oleada de jóvenes que le esperaba llena de fervor y devoción. Incluso Zapatero, que ha estado al frente de uno de los gobiernos más hostiles a la Iglesia de la historia de Europa, le esperaba para darle la bienvenida en el aeropuerto.

¿Qué explica este repentino estallido de respeto por la Iglesia? La respuesta es que la fe —simple, pura, joven y llena de esperanza— dominó el ambiente durante esos días, convirtiendo en irrelevantes los problemas de la ideología y de la historia, y recordando al resto del mundo la constancia de la vida interior de España.

El pasado santo de España estaba por todas partes. Algunos de los pasos que se utilizaron para el Via Crucis —la Virgen de la Regla o el Jesús de Medinacelli— eran del siglo XVII, pero los comentarios a las estaciones escritos por las Hermanitas de la Cruz de Sevilla fueron sorprendentemente modernos, deplorando los abusos sexuales y las víctimas abandonadas del sida. Fue novedoso tener todos estos pasos juntos en un mismo lugar ya que nunca salen de sus ciudades. En la Vigilia en Cuatro Vientos —interrumpida por una repentina tormenta y lluvia torrencial— el Santísimo fue expuesto en una magnífica obra de arte: la Custodia de Arfe de Toledo, que data del 1524. La gran multitud de jóvenes cayó de rodillas en el barro para rezar y se hizo un imponente silencio por todo el campo. ¿Qué se siente cuando uno está en medio de un silencio de un millón y medio de personas, rezando juntas en comunión? Es muy difícil explicarlo pero yo no lo olvidaré nunca. Es como una verdad eterna que ha estado escondida y que de pronto se ha revelado.

Y eso, en resumen, es lo que pasó durante la JMJ. El espacio de España cambió. Quizá la muestra más evidente de eso fue el elegante parque del Retiro, convertido durante esos días en un centro de reflexión y contrición. Más de 4.000 sacerdotes recibieron a los peregrinos en 200 confesionarios que estuvieron usándose sin parar durante cinco días desde las 10 de la mañana hasta las doce de la noche. Incluso el Papa, novedosamente, también escuchó la confesión de cuatro jóvenes. El portavoz del Vaticano, P. Federico Lombardi, comentó que la experiencia del Retiro muestra que cuando se ofrece la posibilidad de arrepentirse en el sacramento de la Penitencia, la gente joven quiere acudir a él.

Lo que la JMJ también mostró es que cuando se deja que la fe tenga expresión pública, engendra fe en otros. Es muy fácil dividir España en dos mitades, una apasionadamente católica y la otra muy hostil. Pero muchos de los jóvenes españoles con los que yo hablé esos días no eran ni una cosa ni la otra. Estaban buscando su camino hacia la fe como lo hacen todos los jóvenes, sopesando lo que veían y experimentaban. Para esos que estaban buscando, la JMJ no fue sólo una fuente de alegría: también les dejó sorprendidos.

Esta JMJ —con más gente que las dos anteriores en Colonia y Sydney juntas— ha sido la reunión de gente más masiva en la historia de España. Y es interesante que haya sido un acto religioso el que haya alcanzado esta meta.

Fue España la que ofreció una calurosa bienvenida a los jóvenes católicos que venían del resto del planeta. Fue en España donde se tuvo esta fiesta continua en la que no hubo drogas, ni botellón, ni promiscuidad. Durante varios días otra España salió a relucir, con suavidad y humildad, pero con firmeza. «España es una gran nación que, en una convivencia sanamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica», le dijo el Papa al rey Juan Carlos en Barajas antes de volverse a Roma. Y no es una esperanza, sino un hecho. España es casi irreconocible desde que me fui hace 35 años, pero como se vio la semana pasada, su corazón sigue siendo cristiano.
Jack Valero

Coordinador de «Catholic Voices»

Utilizamos cookies anónimas de terceros para analizar el tráfico web que recibimos y conocer los servicios que más os interesan. Puede cambiar las preferencias y obtener más información sobre las cookies que utilizamos en nuestra Política de cookies

Configuración de Cookies

En la parte inferior verá el tipo de cookies que utilizamos y podrá seleccionar cuales permite. Una vez seleccionadas pulse "Guardar configuración" para actualizar sus preferencias

FuncionalesNuestra web puede contener cookies funcionales que son necesarias para el correcto funcionamiento de la web.

AnalíticasUtilizamos cookies analíticas para ofrecer más contenido de su interés.

Redes SocialesPara integrar datos de nuestras redes sociales, estas redes pueden instalar cookies de terceros.

OtrasOtras cookies de webs de terceras empresas como Google Maps.