En el aprendizaje de conocerse y quererse

Los últimos días del año 2021 nos van pisando los talones y todavía no hemos explicado nada sobre la actividad formativa que en este pasado otoño se inició en Montalegre, la cual ha sido muy bien acogida por los jóvenes, los destinatarios escogidos: APRENDER A QUERER.

Podríamos remontarnos a sus orígenes y recordar el texto del Papa Francisco, llamado AMORIS LAETITIA. En aquel texto el Santo Padre nos empelaba a todos los cristianos, jóvenes y mayores, mujeres y hombres, sacerdotes y laicos, religiosos y seglares a que abriéramos nuestro corazón y empezásemos a AMAR de verdad. En su momento en Montalegre se abrió el debate y se ofrecieron diferentes charlas en ese sentido. Pero eso no era suficiente, pues el Santo Padre daba hincapié al ACOMPAÑAMIENTO, a los novios, a los matrimonios, a los separados, a los divorciados, a los que querían casarse o volverse a casar….

Por lo tanto, se iniciaba un Camino muy importante y comprometido para la Iglesia y sus miembros. Los obispos de todas las diócesis del mundo habían de empezar a trabajar en esa línea. De esta manera nos plantamos en el mes de febrero de 2020, a pocas fechas del confinamiento general de la población en España y de camino el resto del mundo, mes en el que la CEE (Conferencia Episcopal Española) presentó la edición del dossier llamado JUNTOS EN CAMINO, en el que diseñaba las bases del trabajo que proponía a las diócesis de España para llevar adelante el proyecto del Papa de la AMORIS LAETITIA.

Y aquí estamos con APRENDER A QUERER, actividad dirigida por Mn. Manel Mallol que trabaja en Montalegre desde hace muchos años y es muy conocido por su predicación práctica y clara. La actividad se desarrolla en diálogo e intercambio de pareceres y opiniones. No se trata de una clase magistral ni de una meditación, se trata de hablar y conocerse para realmente aprender a amar.

Esta actividad no requiere inscripción, es para chicos y chicas, y se realiza el segundo viernes de cada mes, a partir de las 19.30h en Montalegre.

Isabel Hernández Esteban

Nace en una familia

Nos estamos preparando para celebrar, un año más, el Nacimiento del Hijo de Dios. La Iglesia nos invita a vivir estas semanas de Adviento con la esperanza de la venida del Señor: ¡Ven Señor Jesús! exclama la liturgia!

Y el Señor viene y nace en Belén. Crece, aprende y asume las responsabilidades propias de un hijo, de un joven y de un adulto y se muestra a su pueblo como el Mesías esperado, el Salvador y Redentor, dando su vida por nosotros, en una familia. Nos muestra así la maravilla del ser humano y del don de la vida, para que nos decidamos a creer en Él y seguir el camino que nos conduce hasta Él.

De ahí la importancia de fijarnos en la vida del Niño-Dios desde su nacimiento hasta su muerte. Su vida transcurre en el seno de una familia. Nace en una familia, tiene a su madre y a su padre, crece en esa familia, aprende en esa familia, ayuda a al familia con su trabajo, alegría y con su amor. Asume su responsabilidad ante la muerte de San José. Su madre lo sigue durante los años de predicación y anuncio de la Buena Nueva y está junto a Él a los pies de la Cruz.

En la Solemnidad del Inmaculada Concepción de María concluiremos el año de San José; el día de Navidad celebraremos con gozo el nacimiento del Hijo de Dios y al día siguiente la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, dentro del año especial dedicado a la Familia y a la alegría del amor matrimonial. Por eso, queremos vivir intensamente este tiempo de Adviento, que nos habla de esa maravillosa realidad del amor familiar. En la familia nos descubrimos a nosotros mismos y descubrimos a los demás. Es nuestro lugar, por eso es nuestro hogar. Lo propio de cada persona es nacer y vivir en familia, como lo hicieron Jesús, María y José.

Al montar el Belén pidámosle a la Sagrada Familia que nos ayude a redescubrir el valor y el significado de la familia, el valor y significado de la persona.

¡Feliz Navidad!

Mn. Xavier Argelich

Matrimonio: proyecto y tarea comunes

Cuando un hombre y una mujer deciden contraer matrimonio, uniendo sus vidas mientras vivan, no sólo sellan su amor mutuo con el fin de amarse cada vez más, sino que, además, inician un camino juntos, con sus ilusiones y esperanzas concretas. Inician, por decirlo así, un proyecto común que irán construyendo con el paso de los años y su esfuerzo personal. Por eso, es también una tarea común, de ambos. Los dos deben caminar juntos, en la misma dirección y sentido. Deben querer los mismos fines y objetivos, empleando los mismos medios. Para eso hace falta amarse, saber lo que quieren, dialogar y consensuar. En definitiva, deben buscar ser felices en su vida matrimonial y familiar.

Para alcanzar la felicidad la única receta válida es procurar hacer feliz al otro. Esto facilitará desarrollar el proyecto común y el crecimiento en el amor mutuo y a los hijos que Dios les conceda. La unión entre un hombre y una mujer, para formar una familia, requiere que se viva la unidad tanto física como espiritualmente. El amor matrimonial, aunque comience por el sentimiento, se consolida por la unidad de objetivos, deseos y aspiraciones en el proyecto común de vida. De ahí que la donación de uno al otro deba ser total y permanente. Si uno de los dos, o los dos, se reservase algo o la posibilidad de decidir de otra manera en orden al futuro, ya no se estaría donando totalmente.

Para alcanzar este objetivo común es importante evitar caer en el individualismo, que no es más que una manifestación de egoísmo. La vida matrimonial es vida de comunión, y ésta se da cuando se comparte todo, cuando hay generosidad y entrega. Para ello, cada uno debe buscar su crecimiento personal humana y espiritualmente. Crecer en las virtudes humanas, morales y teologales. Todas ellas conducen al desarrollo armónico de la persona y nos perfeccionan, haciendo fácil y agradable la donación al otro.

Cuando se da este crecimiento, en el matrimonio se crea la atmósfera que impide el individualismo egoísta y se facilita la maduración personal, alcanzando la felicidad deseada, que será plena cuando se logre la meta común y definitiva, el cielo.

Mn. Xavier Argelich

La celebración del X Aniversario de la exhumación e inhumación de José María Hernández Garnica en Montalegre

Media hora antes del inicio de la celebración

El Cardenal arzobispo emérito de la archidiócesis de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, fue recibido al llegar a la Iglesia de Santa María de Montalegre por miembros de la Comisión del impulso a la devoción privada de José María Hernández Garnica y el rector de la Iglesia, el cual le explicó el estado actual de las macro obras de rehabilitación exteriores e interiores del templo. Al tiempo de que el Cardenal disponía las lecturas y los cantos de la misa, tuvo una charla entrañable con los miembros de la Comisión que se reunieron con él en la sacristía. Nos explicó, a modo de detalle personal, que la cruz que lleva siempre es metálica, sin ningún valor material pero sí sentimental pues contiene en el centro una piedra de río, de un lugar lleno de recuerdos de su infancia.

La santa misa y responso

Llegado el momento, y dispuesto todo, cada uno ocupó su lugar. Se inició la santa misa del X Aniversario del traslado de los restos mortales del Siervo de Dios, José María Hernández Garnica, presbítero, en la tarde del día 11 de noviembre de 2021. La misa fue presidida por el Cardenal y concelebrada junto al vicario de la delegación del Opus Dei de Cataluña y el rector de Montalegre.

La homilía del Cardenal tuvo su centro en Jesucristo y en la santidad, especialmente la llamada a la santidad de los laicos. Entre otras cosas dijo:

“Nos hemos reunido con la intención que llegue a buen término la beatificación de José María Hernández Garnica… Vivió el Evangelio, vivía la Eucaristía. Si somos cristianos, hemos de imitar a Jesucristo, viviendo una vida de generosidad hasta nuestras máximas de posibilidades, y ante nuestras debilidades Dios nos perdona siempre. La santidad es una vocación de todo cristiano, no solamente para los sacerdotes y religiosos sino también para los laicos. La llamada a la santidad ya se incluía en los textos del Concilio Vaticano II, significa estar presentes en el mundo y llevar la salvación de Jesucristo. También lo hizo José María Hernández Garnica siguiendo las enseñanzas de San Josemaría Escrivá. Lo peculiar de los laicos cristianos es estar presentes en el mundo, pues para evangelizar no se trata de encerrarnos en una iglesia sino de salir al mundo para evangelizarlo. Necesitamos la intercesión de José María Hernández Garnica, invoquémosle.”

Las plegarias de los fieles fueron elaboradas y rezadas por miembros de la Comisión.

Antes de despedir la misa y rezar el responso, el rector dirigió unas palabras al Cardenal y a la asamblea de fieles. Agradeció al arzobispo emérito haber realizado los pasos iniciales del evento pidiendo a Roma permiso para la exhumación de los restos mortales de José María Hernández Garnica que estaban ubicados en el Cementerio de Montjuic de Barcelona, para luego pasar a este sepulcro de Montalegre. De entonces a ahora la devoción privada ha crecido y en la actualidad en la Causa de los Santos constan innumerables favores y testimonios. Dando la gracias al Cardenal y a todos los presentes manifestó el deseo de invitar a Lluís Martínez Sistach la próxima vez para la beatificación de José María Hernández Garnica.

El responso se rezó desde el presbiterio de Montalegre pues el traslado de todos los fieles a la Capilla del Santísimo no era lo más oportuno teniendo en cuenta la fortificación de andamios.

Once once de dos mil once

El 10 de noviembre de 2011 fuimos testigos oculares de la exhumación de los restos mortales de José María Hernández Garnica, en el cementerio de Montjuic, los cuales fueron trasladados a Montalegre para su análisis y recuento de todos sus elementos. Allí fueron custodiados hasta el día siguiente, el 11 de noviembre, fecha en la cual el Cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, realizó la inhumación perpetua en el sepulcro de la Capilla del Santísimo de Montalegre, en presencia de los cargos del arzobispado con autoridad para la exhumación e inhumación del Siervo de Dios. A esta celebración acudieron familiares de José María Hernández Garnica, el postulador de la Causa de los Santos Mn. José Carlos Martín de la Hoz y amigos y testimonios de su santidad, así como numerosos fieles.

Leer la noticia que publicamos en esta web en el mes de noviembre de 2011:Inhumación de José María Hernández Garnica

 

Isabel Hernández Esteban

En camino hacia el Sínodo de Obispos del año 2023

A lo largo del fin de semana, 9 y 10 de octubre de 2021, se celebró la apertura en la Ciudad del Vaticano de la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos con el lema: «Por una Iglesia sinodal: Comunión, participación y misión». El domingo siguiente, 17 de octubre, se celebró la apertura en cada una de las Iglesias particulares, iniciándose la fase preparatoria diocesana.

En nuestra Archidiócesis, tal y como nos comunicó nuestro cardenal-arzobispo el pasado 27 de septiembre, la Eucaristía de apertura fue en la catedral el domingo 17 de octubre de 2021 en la Catedral, a las 19.15h. También expresó el deseo de que todas las parroquias y comunidades pudieran sumarse a esta iniciativa. En este sentido, el domingo 17 de octubre de 2021, la Iglesia de Santa María de Montalegre se hizo eco del inicio de la fase diocesana del Sínodo, uniéndose al Santo Padre Francisco, utilizando el SUBSIDIO PARA LAS CELEBRACIONES DE LA EUCARISTÍA DEL XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO que la propia Archidiócesis había facilitado.

Podemos recordar ahora estos textos de la santa misa, llevarlos a la oración y rezar por el Sínodo de Obispos:

En la entrada, la monición inicial fue:

Hermanos: en este domingo vigésimo noveno del tiempo ordinario, la Iglesia nos anima a seguir a Jesús recorriendo el mismo camino que hizo él: en el amor, la humildad y la obediencia a Dios. Dentro de dos años, en octubre de 2023, se celebrará el Sínodo de los Obispos, que es una reunión de una representación de los obispos del mundo entero, donde se reflexionará sobre la importancia de que toda la Iglesia camine unida» eso es lo que significa la palabra “sínodo” ‒ desde las claves de la comunión, la participación y la misión. En este domingo se abre en las diócesis de todo el mundo, y también en la nuestra, la fase preparatoria diocesana de este Sínodo de los Obispos. Por eso queremos unirnos espiritualmente a nuestro obispo y a todas las diócesis del mundo, y pedir por los frutos de este tiempo de gracia que se abre para toda la Iglesia.”

Las lecturas de la misa son invariables y por tanto se leyeron las correspondientes al XXIX del Tiempo Ordinario, así como la plegaría eucarística que se encuentra en el Misal Romano.

La oración de los fieles fue específica para la apertura sinodal:

“A Dios, nuestro Padre, que con amor rige los destinos de su Iglesia, presentemos confiadamente nuestra oración.

Para que Dios dé su gracia, ilumine con su Espíritu y revista con su fuerza al Santo Padre el Papa Francisco e ilumine a los pastores y los fieles en esta fase diocesana del Sínodo de los Obispos que hoy comienza. Oremos. 

Para que con sabiduría y prudencia la Iglesia sepa actualizar el mensaje de Cristo según las necesidades de nuestro tiempo. Oremos.

Para que los pueblos y naciones de la tierra progresen en la solidaridad, la paz y en toda clase de bienes materiales y espirituales. Oremos.

Para que los pobres y los humildes encuentren en la Iglesia y en cada cristiano una mano tendida a su sufrimiento. Oremos.

Para que nosotros y todos los hijos de la Iglesia, participando en la medida de nuestras posibilidades en la preparación del próximo Sínodo, crezcamos en la comunión y en la caridad, caminando juntos con los ojos fijos en Cristo. Oremos.

Bendice, Dios y Padre nuestro, a tu siervo el Papa Francisco, a los obispos, sacerdotes y diáconos, a los religiosos y a todos los fieles, y concédeles caminar juntos en la comunión mutua, la participación de todos y el ardor de la misión. Por Jesucristo, nuestro Señor.”

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Antes de concluir la celebración se rezó la oración al Espíritu Santo que se utilizará durante el proceso sinodal:

“Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre. Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras. No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos. Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones. Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna.

Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.”

Comunicación Montalegre

 

 

 

Recordaremos a Mn. Ferran Blasi como una persona de exquisita amabilidad

A las ocho y media de la mañana del día de la Festividad de Todos los Santos, el 1 de noviembre de 2021, ha traspasado el presbítero Mn. Ferran Blasi i Birbe. Cerca del sagrario, en la Capilla de su casa en Barcelona,  haciendo oración antes de celebrar la santa misa, Mn. Blasi sufrió una parada cardio respiratoria y murió. De esta manera nos enteramos del óbito de Mn. Blasi.

Por la tarde se abrió el velatorio, y en la mañana del 2 de noviembre de 2021, día en el que la Iglesia lo dedica a los fieles difuntos, se celebró la misa de las exequias, la cual tuvo lugar en la Iglesia parroquial de San Gregorio Taumaturgo de Barcelona. Fue presidida por el vicario de la delegación  del Opus Dei en Cataluña, concelebrada por 23 sacerdotes. Entre ellos había sacerdotes diocesanos adscritos a parroquias de la Ciudad, y sacerdotes numerarios y agregados del Opus Dei. He de destacar que participaron sacerdotes que habían desempeñado su labor en la Iglesia de Santa María de Montalegre, así como el rector y otro sacerdote que lo hacen actualmente.

La semblanza biográfica de Mn. Blasi que hizo el vicario en su homilía nos hizo recordar vivamente los detalles más entrañables de su carácter y temperamento, pues todos los que le conocíamos lo habíamos visto con Aquella cartera llena de papeles yendo a todas partes para dar luz a los demás. Llevaba a la práctica aquello en lo que insistía san Josemaría “Más que dar se trata de comprender”. Era un hombre leal, fiel y de palabra, y de exquisita amabilidad. Nunca se le oyó decir nada negativo de nadie, siempre tenia palabras para disculpar a los demás. No dejó nunca por hacer sus actos de piedad, a pesar de sus enfermedades y dolencias, ni cortas eran sus homilías. Recemos por él y experimentemos la alegría de la Comunión de los santos, pues ellos actúen en el Cielo con más eficacia que cuando estaban aquí. Recordó también que Mn. Blasi había escrito muchos libros, traducciones, forjado en el mundo del derecho y en el del periodismo, defendiendo muchas causas incluso algunas perdidas.

Al acabar la santa misa, cantamos el Virolai. A continuación, el vicario rezó un responso ante el féretro de Mn. Blasi aspergiendo agua bendita y  bendiciendo también con incienso. Inmediatamente después se inició la procesión hasta el exterior del templo.

Pequeños detalles

Varias coronas de flores blancas adornaron el presbiterio. Cinco voces masculinas y el organista acompañaron los cantos del rito de la misa. El templo que es circular estaba lleno de familiares y amigos de Mn. Blasi. Durante la celebración el féretro estaba cubierto con la casulla y la estola de color morado y un leccionario. El prelado del Opus Dei, Mns. Fernando Ocáriz, a las pocas horas del óbito envió a su casa una nota de condolencias, recordando también la amplia colaboración de Mn. Blasi en la Iglesia de Santa María de Montalegre. El recordatorio tiene la imagen de la Virgen de Montalegre.

Para más información:

Información biográfica de Mn. Blasi

Isabel Hernández Esteban

Matrimonio: Camino divino

El amor humano, que conduce al matrimonio y a la familia, es un camino divino, vocacional, maravilloso, cauce para una completa dedicación a nuestro Dios. Cuando un hombre y una mujer se entregan mutuamente en un acto de donación plena manifestado ante Dios, la Iglesia y la sociedad emprenden un camino de santidad que les debería conducir al encuentro definitivo con Dios, es decir, al cielo.

El matrimonio y la familia son una vocación divina, una llamada a vivir la vida de la gracia en plenitud. Dios llama a muchos bautizados a la vida matrimonial. De ahí que los esposos pueden afirmar con certeza que su unión esponsal es un camino divino, querido por Dios desde el mismo instante de la Creación del hombre y la mujer.

Con la venida al mundo del Hijo de Dios, además, el matrimonio ha sido elevado a sacramento, santificando la vida matrimonial y familiar. El Señor otorga a los esposos la gracia necesaria para que, juntos, recorran el camino que conduce a la vida eterna.

Cristo ha hecho del matrimonio un camino divino de santidad, para encontrar a Dios en medio de las ocupaciones diarias, de la familia y del trabajo, para situar la amistad, las alegrías y las penas –porque no hay cristianismo sin Cruz–, y las mil pequeñas cosas del hogar en el nivel eterno del amor.

La vida matrimonial y familiar no es instalarse en una existencia segura y cómoda, sino dedicarse el uno al otro y dedicar tiempo generosamente a los demás miembros de la familia, comenzando por la educación de los hijos, para abrirse, a continuación, a los amigos, a otras familias, y especialmente a los más necesitados. Pidamos a Nuestra Señora del Rosario por la santidad de la Familia.

Mn. Xavier Argelich

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