En este segundo Domingo de Pascua nos viene a la memoria lo sucedido hace una semana en la Vigilia Pascual del sábado santo 19 de abril de 2025, a las 20h en la Iglesia de Santa María de Montalegre. Culminaba con esta celebración el Tridu Pascual, una celebración eucarística única también en toda la liturgia de la Iglesia. Suele ser un acontecimiento muy largo, sobre todo si en la misma se realizan bautizos, que, a su vez, si se trata de adultos pueden recibir el sacramento de la confirmación y después recibir la primera comunión.
En esa noche en Montalegre recibió el bautismo Cloe Brigitte, una niña pequeña y dos catecúmenos adultos, Brandon José y Cecilia Miluska, ambos por su edad fueron muy conscientes del gran baño de gracia que recibieron y se sintieron libres a la hora de manifestar su emoción y agradecimiento.
Esta celebración solemne tiene varias partes diferenciadas: el lucernario, la liturgia de la palabra, la liturgia bautismal, la liturgia eucarística y la comunión.
El lucernario, la bendición del fuego
El templo se cerró en obscuridad, apenas se percibía la luz natural a través de los vitrales y los monaguillos y presbíteros se acercaron al brasero situado al fondo de la iglesia. Uno de los sacristanes habituales, Eulogio, prendió la madera y ardió prontamente el fuego. El rector de Montalegre rezó las oraciones de la bendición del fuego y dispuso el cirio pascual para su encendido. Del fuego nuevo se encendió el cirio pascual Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu. A continuación, a partir del cirio se encendieron las velitas que los fieles habían tomado al entrar en el templo junto a las hojas de los cantos de la Vigilia. Y cantamos Lumen Christi Deo gratias.
Llegada la procesión al presbiterio con todas las velitas prendidas se encendieron las luces, y se inició la lectura del Pregón Pascual, un texto largo y bello, lleno de gozo y alegría por la resurrección de Jesucristo. A partir de ahí se entra en la Pascua. Terminado el pregón, todos apagamos nuestras velas y nos sentamos.
La liturgia de la Palabra
El leccionario indica siete lecturas con sus salmos cantados y sus oraciones correspondientes. Para nuestra celebración, se leyeron: la primera lectura del libro del Génesis, la tercera lectura del libro del Éxodo, y la séptima del libro del profeta Ezequiel. Además, la epístola de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos y el evangelio según san Mateo. La homilía la pronunció Mn. Xavier Argelich exultando la noche santa que estábamos celebrando porque Cristo ha resucitado causa de nuestra fe, esta es nuestra alegría. Los catecúmenos en la Iglesia de san Sever de Barcelona han rezado por primera vez el Credo y han recibido el aceite de los catecúmenos, rezándole a la Virgen el canto del Virolai. Hemos escuchado, a través de las lecturas leídas, la historia de la salvación, hoy hemos renovado nuestra fe, es decir, nuestra manera de afrontar nuestra vida, nuestras dificultades. Hoy recibirán el bautismo Brigitte, Brandon y Miluska y todos nos alegramos por ellos ya que se convierten en hijos de Dios por el bautismo y entran en la Iglesia.
La liturgia bautismal
El rector que según se desarrollaba toda la celebración explicaba el sentido y el motivo de lo que estábamos celebrando, nos indicó que la celebración bautismal de la niña se haría por separado de los adultos ya que estos recibirían después la confirmación y la comunión, lo cual requiere además otros ritos propios de los sacramentos.
Previo a los bautismos, el rector bendijo el agua y a su vez, introdujo en el recipiente del agua bendita el cirio pascual: Te pedimos, Señor, que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente, para que los sepultados con Cristo en su muerte, por el bautismo resuciten con él a la vida. A continuación, recibieron el bautismo. Los catecúmenos adultos recibieron la confirmación. Y fueron los primeros en comulgar cuando se inició la comunión para todos los fieles.
Concluida la plegaria eucarística y la comunión de los celebrantes, monaguillos y fieles vimos el reloj y ya eran las diez y veinte de la noche, y oímos Derrama, Señor, sobre nosotros tu espíritu de caridad para que vivamos siempre unidos en tu amor…podéis ir en paz Aleluya Aleluya.
La coral de Montalegre lució bellamente con los cantos pascuales, mucha gracias a todos ellos. Salimos del templo contentos y alegres felicitándonos las pascuas. Hasta los últimos rezagados pudimos probar un trocito de Colomba, un biscocho de pascua por excelencia.
Isabel Hernández Esteban