Hace un año hablaba en la editorial de la Hoja Informativa del mes de abril de la reciente elección del Papa: La Iglesia tenía un nuevo Papa que se unía a la larga lista de Romanos Pontífices que han tenido la misión de llevar el timón de la barca de Pedro. Muchos a lo largo de este año han comentado distintos aspectos de este Pontificado del Papa Francisco como su estilo nuevo y diferente o el evidente cambio de costumbres establecidas por papas anteriores…
Quizá, debido al ambiente fuertemente secularizado como es el que vivimos en estos momentos, a veces se tiene la impresión de que hay quien espera de él la toma de unas decisiones que supondrían una ruptura con las verdades que la Iglesia viene defendiendo desde su primer momento fundacional. Tanto es así que, para que quedara constancia de cual era su verdadera intención, en varias ocasiones ha expresado con claridad: “Yo soy hijo de la Iglesia”.
Es en la fuente de la enseñanza Evangélica y apostólica donde ha bebido y de ella son las directrices y orientaciones que nos propone en estos momentos. Lleva a las ovejas del rebaño que le ha tocado regir por los caminos que el Espíritu Santo, aquel de quien Jesús prometió a Pedro que velaría siempre por él, le va conduciendo. Y a los fieles cristianos nos corresponde secundar esa voluntad del Papa.
San Josemaría daba un consejo, recogido en el libro Forja (nº 663), que puede servirnos de orientación: La fidelidad al Romano Pontífice implica una obligación clara y determinada: la de conocer el pensamiento del Papa, manifestado en Encíclicas o en otros documentos, haciendo cuanto esté de nuestra parte para que todos los católicos atiendan al magisterio del Padre Santo, y acomoden a esas enseñanzas su actuación en la vida.
Mn Francesc Perarnau