La celebración de la Pasión del Señor sucede al día siguiente del Jueves Santo, en el día llamado Viernes Santo que para este 2025 ha correspondido al 18 de abril a las 5 de la tarde. No se trata de la misa que conocemos habitualmente pero sí de un oficio litúrgico, único en el año, que contiene tres partes bien diferenciadas, sin la plegaria eucarística de la consagración de acuerdo con los cánones del misal romano. En la Iglesia de Santa María de Montalegre el crucifijo que cuelga del baldaquino se ha cubierto de una ropa morada en memoria de aquellas horas en las que ya había muerto crucificado el Señor. La capilla del Santísimo se mantiene cerrada y a oscuras por el mismo motivo. Por la mañana se había rezado un Vía Crucis para acompañar al Señor en su agonía.
La liturgia de la Palabra, Mirarán al que traspasaron
Los celebrantes, revestidos de rojo propio de mártires, abandonan en silencio la sacristía y entran en el presbiterio y los sacerdotes que pueden se tienden en el suelo ante el altar mayor, manteniéndose unos instantes en oración. La lectura del profeta Isaías nos prepara para la impactante lectura de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan, leída por los sacerdotes Mn. Tusquellas, Mn. Mallol i Mn. Argelich.
Mn. Tusquellas en su homilía expuso que el Espíritu Santo nos pone delante de la Pasión del Señor porque lo necesitamos. La crucifixión del Señor es un hecho histórico verdadero que nos concierne a todos porque la Cruz nos libera del pecado. Gracias a la lectura de la Pasión del Señor se hace presente ahora. Dios no quiere el mal, no quiere la tortura infame que padeció el Señor, pero Dios permite el ejercicio de la libertad de cada uno. Si no fuera así, no habría cielo, ni purgatorio ni infierno. Jesús acepta su muerte y lo transfigura en amor. Es la bendición que derrama el Señor en cada eucaristía para que amemos la Cruz que es todo aquello que nos sucede en el día a día y quiere además que entremos en diálogo con el Padre cosa que nos anticipa al cielo. Pidámosle a la Virgen que nos de la gracia para acompañar a Jesús.
A continuación, se rezaron las plegarias de los fieles que en este oficio la peticiones van acompañadas de adoración e invocaciones a Dios todopoderoso y eterno, un episodio largo y con silencios para unirnos al Señor en la Cruz.
La adoración a la Cruz: Mirad el árbol de la cruz
La procesión de la cruz se inicia desde el fondo del templo. La preceden los monaguillos con la cruz procesional, siguen los sacerdotes, el rector va elevando la Cruz para que todos los fieles la vean haciendo pequeñas pausas en el trayecto, arrodillándose también los sacerdotes. Una vez en el presbiterio, se inicia la adoración de los fieles asistentes, que uno a uno da un beso a la cruz, la toca, se genuflexiona, la abraza u ofrece cualquier otro signo de respeto o de amor a la cruz, situándose los monaguillos a ambos lados, recogiendo la limosna.
La comunión
Tal como comentamos en la crónica del Jueves Santo, se había recogido la Reserva para que en el Oficio del Viernes Santo los fieles, celebrantes y monaguillos pudiéramos comulgar. Precedida del rezo del Padrenuestro, se repartió la sagrada comunión. Una vez distribuida, el rector leyó varias oraciones y se dio por acabada la celebración, con el aviso de que a partir de ese momento y durante el sábado la iglesia se mantenía cerrada. Montalegre se abriría a las 7 de la tarde del sábado santo, una hora antes de la celebración de la Vigilia Pascual.
Datos finales
La lectura de la Pasión del Señor está establecida litúrgicamente solo para el Domingo de Ramos y el Viernes Santo. La limosna que se recoge en esta celebración, en todo el mundo católico, va dirigida siempre para el mantenimiento de los lugares santos en Tierra Santa (Israel), que están custodiados desde hace muchísimos años por los Padres Franciscanos. La Coral Montalegre puso sus cantos en muchos momentos, arropando nuestro recogimiento.
Isabel Hernández Esteban