Mes de mayo, mes de María. Continuando con nuestras reflexiones mensuales sobre la Eucaristía, vamos a recordar unas palabras de San Juan Pablo II recogidas en su Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, con la que ampliaba el Santo Rosario con los misterios de luz y nos hacía contemplar en ellos la Institución de la Eucaristía. De esta manera “al descubrir en toda su riqueza la relación íntima que une Iglesia y Eucaristía, no podemos olvidar a María, Madre y modelo de la Iglesia. Efectivamente, María puede guiarnos hacia este Santísimo Sacramento porque tiene una relación profunda con él”.
“A primera vista, el evangelio no habla de este tema. En el relato de la institución, la tarde del Jueves Santo, no se menciona a María. Se sabe, sin embargo, que estaba junto con los apóstoles, concordes en la oración (cf. Hch 1, 14), en la primera comunidad reunida después de la Ascensión en espera de Pentecostés. Esta presencia suya no pudo faltar ciertamente en las celebraciones eucarísticas de los fieles de la primera generación cristiana, asiduos en la fracción del pan (Hch 2, 42).”
“Pero, más allá de su participación en el banquete eucarístico, la relación de María con la Eucaristía se puede delinear indirectamente a partir de su actitud interior. María es mujer eucarística con toda su vida. La Iglesia, tomando a María como modelo, ha de imitarla también en su relación con este santísimo misterio”. Descubriremos, al contemplar la actitud de María durante toda su vida, su constante adoración, gratitud, petición a favor de las necesidades de los demás y su unión en la cruz al misterio redentor.
“María está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas. Así como Iglesia y Eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del binomio María y Eucaristía”. Procuremos descubrir la presencia de María al participar en la Santa Misa.
Mn. Xavier Argelich.