En la mañana del domingo 27 de agosto de 2023, don Antonio Rubio Iturre murió mientras realizaba su curso anual, a la edad de 79 años. Fue un ingeniero de gran prestigio y destacadas capacidades intelectuales. También trabajó para la Iglesia de Santa María de Montalegre realizando toda la instalación de aire acondicionado y calefacción del templo, trabajo que agradecemos muy especialmente.
En este sentido, las exequias de corpore in sepulto se celebraron en Montalegre el martes 29 de agosto de 2023. Siendo numerario de la Prelatura del Opus Dei, presidió la celebración exequial el Vicario del Opus Dei de Cataluña y Andorra Mn. Ignasi Pujol. Junto a él concelebraron cinco sacerdotes más de la Obra, y Mn. Joan Fernández actuó como maestro de ceremonias.
El féretro con sus restos mortales, antes de entrar en el templo, fue recibido en el atrio por el rector y el Vicario, el cual leyó una oración y aspergió agua bendita. El catafalco se situó en el pasillo central al pie del presbiterio. En la oración colecta se leyó Condúcele Señor a tu Reino.
La homilía del Vicario de la Obra
Leído el Evangelio por el rector de Montalegre, Mn. Ignasi Pujol tomó la palabra, en primer lugar, saludando a los miembros de la familia del difunto, recordando que lo llamaban cariñosamente Toño.
Seguidamente recordó unas palabras de san Josemaría: La muerte, hijos míos, no es un paso desagradable. Es una puerta que se nos abre al Amor, al Amor con mayúscula, a la felicidad, al descanso, a la alegría, no hay que esperarla con miedo, ahí estará la mano de Dios, en la mano del justo.
Refiriéndose al difunto, hizo una breve semblanza de su biografía: A los 20 años de edad pidió la admisión al Opus Dei como numerario, en San Sebastián su ciudad natal. Poco después, vino a Barcelona donde estudió Ingeniería Industrial. Fue un profesional de gran prestigio, luchando siempre para ir al fondo de los problemas, de memoria prodigiosa, gran conversador y seguidor del Club de Fútbol de la Real Sociedad. Pasó largo tiempo en Roma desarrollando importantes trabajos en la sede central de la Obra, en Villa Tevere. Una segunda vez, ya jubilado, volvió a Roma con la finalidad de resolver problemas, como siempre de grandes instalaciones eléctricas, de aire y calefacción. En Barcelona había trabajado para las Olimpiadas de 1992 y para la Fira de Barcelona. Era un hombre de gran disponibilidad, tanto en lo grande como en lo pequeño.
Aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque tú vas conmigo, dice el salmo 22, es decir, Antonio también padeció enfermedades y aceptaba las contrariedades, siendo siempre muy agradecido, discreto y entrañable.
Por último, agradeció a los de su casa, todo lo que han ayudado y cuidado a Antonio.
La parte final
Una vez acabada la celebración eucarística, una sobrina de Antonio Rubio, la Sra. Estíbaliz, leyó un texto escrito por su hermano que vive de forma permanente en Estados Unidos, destacando su carácter entrañable y familiar con todos, acabando con una cariñosa despedida: Gracias Tío Toño.
A continuación, el Vicario leyó un responso, acompañándole el resto de los sacerdotes, aspergieron agua bendita e incienso elevando así sus oraciones al cielo. Seguidamente, el féretro y la comitiva salieron del templo al atrio, allí se inclinaron y besaron como despedida el féretro, el cual fue colocado en el interior de un vehículo para ir camino del cementerio. Los celebrantes se retiraron a la sacristía, dando por terminado el acto.
Los cantos de la celebración fueron a cargo de un sonoro coro de voces masculinas y al órgano de Montalegre, Josep Masabeu, el organista de la Casa.
Isabel Hernández Esteban