La primera semana de agosto viviremos todos, algunos presencialmente y otros desde su lugar habitual, una nueva Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Esta vez en Lisboa (Portugal). Miles de jóvenes de todo el mundo se reunirán con el Papa Francisco para reavivar su fe y proclamar la esperanza de la Iglesia. Se trata de un acontecimiento de la Iglesia universal iniciado en el Pontificado de San Juan Pablo II y que se celebra cada año en Roma y en cada diócesis, pero cada dos o tres años se tiene de manera más solemne en un lugar del mundo.
Dando continuidad al lema levántate, propuesto por el Papa en la Jornada de 2020, este año, al ser Portugal tierra de María por las apariciones de Fátima, el Santo Padre nos propone fijarnos en ella que, después de la Anunciación y Encarnación, se levantó y partió sin demora para ir al encuentro de su prima santa Isabel. Esta debe ser nuestra actitud en todo momento: estar activos interiormente y si podemos físicamente, para anunciar a Cristo a todos.
Pongan esperanza nos dice también el Santo Padre. Esperanza en nuestra fe, en la fe en Dios que nos lleva a estar activos. En primer lugar, en nuestro interior, con la oración y con la unión con Dios en todas nuestras obras, pensamientos y palabras. Después, en la medida de nuestras posibilidades con la acción apostólica y evangelizadora. El mundo nos espera, los que tenemos a nuestro lado esperan que los ayudemos, que les demos la mano, que les ofrezcamos el verdadero sentido de nuestra existencia. Como María, queremos vivir para Dios y para los demás.
La Jornada Mundial de la Juventud será una bocanada de aire fresco, de alegría y de esperanza para toda la Iglesia. Procuremos prepararnos para este acontecimiento meditando la actitud generosa y pronta de María.
Mn. Xavier Argelich