A la hora nona muere Jesús en la cruz asfixiado y de fiebre tetánica por la paralización de los músculos respiratorios que finalmente causaron la parada cardíaca. De este modo tan cruel, después de más de veinticuatro horas de torturas y tormentos, humillaciones y escupitajos, Jesús expira. Pero si alguien pensase que es un fracaso, en abundancia de bien al tercer día resucitó y esa Resurrección se convierte en el fundamento de nuestra fe. No es baladí esta celebración. Al contrario, nos une a todos los cristianos al árbol de la cruz.
El Viernes Santo lo celebramos en Montalegre el 7 de abril de 2023 a las 5 de la tarde. Minutos antes del inicio de la Celebración de la Pasión del Señor, el sacerdote maestro de la ceremonia se dirigió a los fieles para explicar en qué iba a consistir el oficio del Viernes Santo, pues no se trataba de la santa misa que conocemos. Se trataba de una celebración litúrgica que siguiendo los cánones de la Iglesia tiene tres partes. No hay ofertorio ni consagración ni cantos de gloria ni aleluyas. La cruz del baldaquino del presbiterio de la Iglesia de Santa María de Montalegre estaba cubierto con pieza de ropa morada.
Primera parte, la Palabra
Al inicio de la celebración, los tres sacerdotes celebrantes se postraron en el suelo e hicieron oración en silencio. Los fieles en pie también rezamos. El altar estaba desnudo, los candelabros sin velas, ni música ni cantos.
Siguieron las lecturas de oraciones, un fragmento del Libro de Isaías, el Salmo 30 y un fragmento de la carta a los Hebreos de san Pablo. Después de expresar la Gloria y la Alabanza a ti Cristo, los tres sacerdotes leyeron el Evangelio de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
La homilía del rector
Cristo cumple la voluntad del Padre para darnos esa vida sobrenatural que es el camino que nos da a conocer a Dios. Hemos escuchado con fervor y silencio las lecturas en un día de dolor, pena y ayuno en el que Cristo se encamina hacia la cruz porque Cristo quiere que alcancemos la vida eterna. Hoy queremos adorar la cruz, abrazándola con nuestro corazón. Y la cruz pesa porque suma todos los pecados de la humanidad, los nuestros también y por ello necesita al Cireneo. Hoy acompañamos a Cristo con ese peso de la cruz y dejaremos que nos salve y nos ame. Procuremos mirarnos a nosotros mismos en la cruz y preguntémonos ¿Mi vida es una entrega total al prójimo? ¿Deseo identificarme con Cristo? Hemos de vivir en servicio a los demás, muriendo a nosotros mismos, aceptando y amando la cruz. Dolor y sufrimiento es signo de Esperanza, mirar al crucificado es mirar nuestra Esperanza.
A continuación, siguió el episodio de la Oración Universal que contiene diez plegarias extensas con su petición especial a Dios todopoderoso y eterno.
Todo ello lo podemos leer en los libritos de apoyo de la Semana Santa o en alguno de nuestros dispositivos electrónicos, pues son textos universales por lo que cada año es igual en todo el mundo católico.
Segunda parte, la Adoración a la Cruz
El sacerdote presenta la cruz a la asamblea de fieles tres veces diciendo Mirad el árbol de la cruz. La cruz sale en procesión por todo el templo cuyos fieles la miran y la adoran. En ese momento se elevan los cantos de adoración que nos invitan a mirar el árbol de la cruz y todos respondemos Venid a adorarlo. Al pie del presbiterio se sitúa el sacerdote que lleva la Cruz, y uno a uno todos los asistentes pasamos a reverenciar, tocar o besar la cruz. En el recorrido de vuelta a nuestro asiento, pudimos depositar una limosna que se recoge para los Franciscanos Custodios de los lugares santos en Tierra Santa (Israel). Así se hace en todos los templos católicos en esa celebración.
Tercera parte, Reserva y Comunión
A aquella hora el sagrario de la Capilla del Santísimo no estaba vacío, pero no brillaban las luces de las velas porque Jesús había muerto. La reserva era del día anterior. Los fieles nos acercamos a recibir la comunión cantando Perdona a tu pueblo Señor, perdona a tu pueblo, perdónale Señor.
Finalizó la celebración. No se podía hacer nada más pues habíamos de esperar a que se cumpliera la profecía de que Jesús resucitase al tercer día. Y con esa alegría de la Resurrección de Cristo nos íbamos a congregar de nuevo en Montalegre, en la Vigilia Pascual.
Isabel Hernández Esteban