Para poder vivir en Cristo es necesario que conozcamos quién es Él. Nuestra fe nos enseña que Dios es uno y trino. Un único Dios y tres Personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Una profesión de fe muy antigua, el Símbolo Atanasiano, nos puede ayudar a entender este gran misterio de nuestra fe. Afirma: “ésta es la fe católica: que veneremos a un solo Dios en la Trinidad santísima y a la Trinidad en la unidad. Sin confundir las personas, ni separar la sustancia. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo. Pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una sola divinidad, les corresponde igual gloria y majestad eterna.” Cada una de las Persona es Dios, pero no son tres dioses sino un único Dios. “El Padre no ha sido hecho por nadie, ni creado, ni engendrado. El Hijo procede solamente del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente.”
Para llevar a cabo la salvación de la humanidad, para Redimir al hombre, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo, se hizo hombre en el seno virginal de María. Jesucristo es el Hijo de Dios encarnado, hecho hombre y por lo tanto es Dios y hombre verdadero. Es el Hijo único de Dios, hecho hombre. Es el Ungido (Cristo) de Dios Salvador (Jesús). “Es Dios, engendrado de la misma sustancia que el Padre, antes del tiempo; y hombre, engendrado de la sustancia de su Madre santísima en el tiempo.”
Nos puede parecer difícil comprender esto, pero el saberlo nos ayuda a vivir en Él, a confiar en Él, a acudir como hermanos a Él y a desear amarlo con todo nuestro ser. Al rezar este mes el rosario iremos descubriendo los maravillosos misterios del Hijo de Dios hecho hombre.
Mn. Xavier Argelich