La celebración se inició con la cruz procesional y ocho monaguillos, seguidos por los sacerdotes celebrantes y el maestro de ceremonias procesionando por la nave central desde el fondo hasta el presbiterio, recibiéndolos los fieles cantando. Se trataba del memorial de cuando el Señor instituyó los sacramentos del sacerdocio y de la eucaristía, y el mandamiento nuevo de la caridad. En la antífona de entrada se dice Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, vida y resurrección, por él hemos sido salvados i libertados.
Era el jueves 17 de abril de 2025, a las cinco de la tarde. El templo de Montalegre estaba al completo, incluso con algunos fieles en la grada principal. Teníamos por delante una celebración de una hora y cuarto llena de júbilo e incienso.
En esta ocasión, proclamó el evangelio y predicó la homilía Mn. Mallol: El Tridu Pascual son tres días que forman una unidad. Se hace presente la Palabra de Dios. La primera lectura del Éxodo era una visión histórica de la liberación y salida de los israelitas de Egipto, un acontecimiento que hoy se sigue celebrando. La segunda lectura corresponde a la primera carta de san Pablo a los Corintios en la que describe la institución de la Eucaristía, texto que se considera de los más antiguos que refiere este hecho sucedido en el jueves santo. Y el evangelio de san Juan que describe los hechos acaecidos en la Ultima Cena del Señor, en especial el lavado de los pies de Jesús a sus discípulos. La Eucaristía es el Amor de Dios por nosotros, nos da dos dones, dos encargos: vivir la eucaristía y el mandamiento de la caridad. Es Jesús que se hace cuerpo con carne y sangre en la eucaristía, por ello si nos olvidásemos de la caridad, la eucaristía se desvanecería. Mn. Mallol recuerda que muchas personas, sin ser obligatorio, sienten la necesidad de participar de la eucaristía diariamente, ello hace que nos volvamos más disponibles para los demás viviendo la caridad al comprender, escuchar, hablar sin herir y ayudando con alegría. Allí está el Señor en el comportamiento cristiano pues la caridad es un don de Dios. Agradezcamos a Dios estos dones y estemos junto a María, de la que el evangelio no dice dónde estaba en aquella cena, pero sí estuvo al pie de la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
No siempre es posible realizar la experiencia del lavado de los pies por parte del celebrante, sin embargo, ese día pudo hacerse gracias al numeroso grupo de monaguillos. Mn. Xavier Argelich se retiró la casulla y la estola y fue lavando los pies uno a uno de los ocho jóvenes que asistieron, los cuales se mantuvieron sentados mientras el celebrante se inclinaba y con la ayuda del maestro de ceremonias vertía el agua de la jarra en los pies de cada joven, que caía en la jofaina.
Sigue la santa misa
Inmediatamente después del lavatorio de los pies el sacerdote se lava y se seca las manos, vuelve a ponerse la casulla y va a la sede desde la que dirige la oración universal. Los monaguillos, secos los pies y calzados, leen las plegarias. En esta misa no se dice Credo. A continuación, se sigue la misa por sus cánones habituales.
Una vez acabada la celebración, desde el presbiterio se inicia la procesión de los monaguillos, la cruz procesional y de los presbíteros hacia la capilla del Santísimo, con el canto del Pange Lingua. Allí se guardará la Reserva en el Sagrario y el rector velará por ella guardando la llave en su poder hasta el día siguiente, y de este modo poder repartir la comunión entre los celebrantes y los fieles en el Oficio del Viernes Santo.
Concelebraron con el rector, Mn. Tusquellas, Mn. Mallol, Mn. Peris y Mn. Barceló. Ejerció de maestro de ceremonias Mn. Orfila. Además, había dos sacerdotes confesando. En todo momento la soprano Rosa Parellada cantó y dirigió los cantos de la Coral Montalegre con el organista Pere Xiberta.
Tratándose de una celebración tan importante y llena de gloria a Dios, las vestiduras de los sacerdotes eran de color blanco, y hubo flores en el altar. Asimismo, el monumento para la oración ante el sagrario donde se conservaría la Reserva para el día siguiente estaba adornado con muchas más flores, ramos de laurel y palmones bendecidos en el Domingo de Ramos.
Isabel Hernández Esteban