Iniciamos el tiempo de Adviento, tiempo de espera y preparación para la llegada de nuestro Señor Jesucristo. Viene a salvarnos y a llenarnos de esperanza, y, por tanto, de felicidad.
Este año, además, terminará este tiempo con el inicio del año jubilar. El Papa Francisco abrirá la Puerta Santa la vigilia de Navidad. Nos hemos ido preparando para este momento con todo un año dedicado a la oración, por eso, ahora, nos será muy fácil ver la profunda relación entre la oración y la esperanza. Como afirma San Agustín: “la oración tiene como finalidad precisamente el aumento de la esperanza”. A través de la oración Dios engrandece e ilumina el corazón, a la vez que lo purifica y le muestra la grandeza de su Amor y de su bondad. La persona que se detiene a meditar y orar descubre el sentido de su vida, la voluntad de Dios y la esperanza de alcanzar a Aquel que nos ha dado la vida y que es la Vida.
En una ocasión, el Papa Francisco nos animaba a comprender la relación entre oración y esperanza: “la oración nos lleva hacia adelante en la esperanza, y cuando la situación se vuelve más oscura, se necesita más oración y habrá más esperanza”. No nos cansemos de orar, no descuidemos nuestros ratos de oración y no desfalleceremos nunca. Habrá esperanza en nuestro vivir y existir porque la oración nos llevará a descubrir y reconocer la belleza que encierra la obra divina, y ante tanto esplendor, sólo desearemos alcanzar a Dios. Nos daremos cuenta del gran regalo de la existencia y de la salvación que Dios nos ha obtenido, precisamente encarnándose y naciendo en Belén, para rescatarnos del pecado y de la muerte, de la desesperación. Vivamos el adviento en oración, celebremos la Navidad en oración y llenémonos de esperanza: Dios viene a nosotros. ¡Feliz Navidad y Feliz año Santo!
Mn. Xavier Argelich