El día 7 de diciembre de 2022 se cumplían 50 años del traspaso del Siervo de Dios José María Hernández Garnica, presbítero, pocos días después de que San Josemaría, después de una tertulia pública en el club deportivo BRAFA, le visitara.
Al entorno del aniversario de estos cincuenta años del Fundador del Opus Dei en Cataluña, se ha querido celebrar en la misma fecha del traspaso la santa misa en sufragio de su alma inmortal, coincidiendo con el penúltimo día de la Novena a la Inmaculada, que se concluía el día 8 de diciembre en la misa solemne dedicada a esta advocación mariana, convertida en dogma en el año 1854.
En este sentido, en la Iglesia de Santa María de Montalegre se celebró la santa misa por el Siervo de Dios y a su vez celebró el octavo día de la novena a la Inmaculada.
El rector de Montalegre presidió la celebración eucarística, concelebrada junto a Mn. Joan Juventeny que había trabajado durante muchos años en Montalegre y atendiendo a enfermos del entorno del Raval, con la particularidad de que Mn. Juventeny había conocido personalmente a José María Hernández Garnica.
La homilía sobre Chiqui
Mn. Xavier Argelich se refirió a los últimos años de vida mortal del Siervo de Dios, recordando que, A partir de 1970, su salud fue deteriorándose y se le diagnosticó a José María Hernández Garnica un cáncer de garganta. Esta era la causa por la cual le costaba tragar y hablar. En aquellos años residía en Alemania. No obstante, siguió ocupándose de sus labores apostólicas y de su tarea cotidiana. Luchaba en su plan de vida sacerdotal, deseando en todo momento ser el báculo de San Josemaría en el impulso apostólico en los países del centro de Europa. Tenía un carácter fuerte y a la vez sereno, todos los que vivían con él se asombraban de su capacidad de trabajo.
Debido a la precariedad de su salud, le llevaron a la Clínica de Navarra de Pamplona y luego le trasladaron a Barcelona. Aquí recibió la visita del Fundador de la Obra el 22 de noviembre de 1972. Los dos sabían que era la última vez que se verían. Para San Josemaría era un hijo espiritual muy querido. Habían mantenido correo epistolar y el Fundador le influía visión sobrenatural y mortificada de la enfermedad en ofrecimiento a la Iglesia y a la Obra. Su purificación convertía el dolor en alegría y buen humor.
El sufrimiento fue muy grande, hasta llegar a no poder celebrar la santa misa ni comulgar. Siguió ofreciendo todas estas mortificaciones, sabiendo que llegaba su final. El 7 de diciembre de 1972, por la mañana, consciente, recibió las bendiciones y la Unción, y en breve murió.
Mn. Argelich, añadió que La causa de canonización seguirá adelante en función de que nosotros escribamos los favores recibidos por intercesión de José María Hernández Garnica e impulsemos su devoción privada. Recordemos que este Siervo de Dios colocó en muchos lugares de Europa imágenes de la Virgen Santísima, en especial, en centros de la Obra para mujeres. Acerquémonos a Ella y busquemos ser santos.
Al final
Una vez acabada la celebración eucarística, los dos celebrantes, desde el presbiterio, dirigieron un responso por el alma de Josemaría Hernández Garnica. Después los fieles pudimos dirigirnos a la Capilla del Santísimo a orar, muy cerquita de los restos mortales del Siervo de Dios, que reposan en Montalegre desde hace once años. El rector nos invitó a visitar los expositores de la vida de José María Hernández Garnica que en esa fecha se inauguraban.
Es importante al ir a rezar al sepulcro, dar tres golpecitos a la lápida y decirle ¡Mantente activo!
Isabel Hernández Esteban