Un episodio importante en la historia del templo de la Iglesia de Santa María de Montalegre, con casi 120 años de antigüedad, es el que estamos viviendo en este momento. Las obras de rehabilitación del exterior del edificio marcan un hito, pues en los últimos años ha supuesto una gran preocupación para la rectoría debido al mal estado de las cubiertas, con peligro de roturas, por poner un ejemplo.
Actualmente el polvo que desprenden las obras es sorprendente. Todos sabemos que cuando hacemos obras en nuestro hogar o puesto de trabajo, el polvo se cuela por todas partes, especialmente en la primera fase en la que se retiran materiales defectuosos o rotos. En el caso de Montalegre, además, se han retirado muchos vitrales, todos ellos estropeados, que próximamente se repondrán una vez arreglados. Los ventanales de los vitrales han sido cubiertos por un material estanco, no obstante, se sigue colando el polvo por cualquier resquicio. A las cubiertas y tejados se les han retirado las tejas y se están reponiendo también. En fin, ¡Que les voy a contar más sobre obras de rehabilitación en general! En lo que todos estamos de acuerdo es en la existencia de esa nubecilla gris, arcillosa o blanca que corretea por todas partes.
En nuestra iglesia ha supuesto que el templo sea un mar de plástico, para evitar que el mobiliario del templo se perjudique más. Las gradas de ambos lados y la primera parte de la nave central están cubiertas de grandes lonas de plástico que a su vez tendrán que limpiarse para volverse a utilizarse. Sorprende al entrar ver el altar mayor cubierto de ropa blanca, y la mayoría de los bancos cubiertos de un color oscuro como el mar que ruge en plena tormenta. Y sobre todo más oscura por la falta de luz natural.
Pero no hay que asustarse, la iglesia de Montalegre sigue celebrando el culto habitual de cuatro misas diarias, sin excepción, todos los días de la semana. Y nuestros confesores, con su mascarilla siguen confesando a todos los fieles que quieran acercarse al sacramento de la reconciliación. Además, los sábados y domingos los plásticos no existen y todo brilla, como es habitual y a pesar de todo.
Por todo ello, damos las gracias a todos los fieles y visitantes de la Iglesia de Santa María de Montalegre, por su paciencia. Y también a los benefactores por sus donativos. Rezamos por todos y por todas.
Isabel Hernández Esteban