En la misa solemne del último domingo del tiempo de Navidad, a las 12 horas del 10 de enero de 2021, los asistentes recibimos la bendición que impartió el presbítero con agua bendita, recordando así las promesas de nuestro bautismo, en la festividad del Bautismo de Jesús.
Al iniciar la celebración, el rector explicó el acto bendicional. Primero bendijo el agua, luego se aspergió, siguió el altar y las personas que estaban en el presbiterio. Descendió a la nave central y fue bendiciendo a todos los fieles y también a los que estaban en la capilla abierta de los confesionarios. A todo ello, la soprano colaboradora señora Rosa Parellada, entonaba cantos bellísimos, acompañada del organista.
Mn. Xavier Argelich manifestó que la bendición sustituía, en este caso, al acto penitencial, añadiendo: Que esta agua nos purifique. Seguidamente se cantó el Gloria.
De forma sucinta recogí las siguientes palabras de la homilía del celebrante:
En el Evangelio de hoy, San Marcos describe el bautismo de Jesús con un pasaje breve pero fundamental. A lo largo de los siglos se une a los hombres a través del bautismo para ser purificados y esta unión inseparable nos incorpora a la Iglesia y a la remisión de los pecados. El relato contiene la expresión viva de la presencia del Espíritu Santo en el Bautismo. La maldad del mundo se purifica con las aguas pues Jesús se sumerge en el río Jordán y a través de ellas se inicia la recepción de los dones de Dios, por ello es muy importante recibir el Bautismo cuanto antes, así como que es fundamental el sacramento de la Confirmación para recibir la fuerza del Espíritu Santo. Por el Bautismo nacemos como hijos de Dios, hijos amados de Dios.
Acabó la celebración, con la última adoración a la imagen del Niño Jesús con una pequeña reverencia y el canto del Adestes Fideles, hasta la próxima Navidad, si Dios quiere.
Isabel Hernández Esteban