Una vez acondicionado, el día 11 de diciembre de 2020, se instaló frente al altar de la Capilla del Santísimo de Montalegre un retablo de madera maciza y rojiza que podemos calificar de antiguo, fruto de un donativo de un benefactor de la Obra. Por lo que sabemos había presidido el altar de oratorios privados, y muy especialmente el de la familia benefactora. Teniendo en cuenta la magnitud del retablo precisa una pared grande donde reposar.
El retablo, en general, es una representación artística preferentemente de arte sacro, aunque también son conocidos los retablos narrativos en el ámbito del teatro. El que ahora está en Montalegre es religioso y sencillo, de una sola pieza, es decir, no se cierra ni es transportable, a diferencia de algunos de los siglos del gótico o del barroco que podían presidir procesiones o ir de casa en casa.
El que podemos contemplar ahora en Montalegre, en la parte superior del retablo está representado Jesucristo clavado en la Cruz y muerto, y al pie llorando la Virgen María, su Madre, y el discípulo Juan. Le siguen a derecha e izquierda unas cabecitas de dos ángeles. En la parte central, debajo de la cruz, está representado el apóstol Santiago, a su derecha santa Ana y a su izquierda la Virgen María, nuevamente, ahora con el Niño Jesús en brazos que sujeta, al igual que santa Ana, la representación del calvario. Alrededor de las pinturas descritas resiguen flores grandes rojas y de trazos simples.
A los retablos de oratorios privados, se solían incorporar los santos que correspondían a las onomásticas de los señores de la casa, por lo que podemos pensar que el caballero se llamaba Santiago y la señora Ana, tal como en el mismo retablo viene escrito, sobre puesto en forma de cenefa. Ambos, devotos de la Cruz de Jesucristo bajo la protección de Nuestra Señora la Virgen Santísima, quedan a perpetuidad en este retablo de madera roja, que habrá visto y oído muchas misas y oraciones.
Isabel Hernández Esteban