Ante el confinamiento obligado por la situación de emergencia provocada por la pandemia del Coronavirus, es bueno que sepamos afrontar este difícil momento con la esperanza y el optimismo que nos proporciona nuestra fe y confianza en Dios. El Arzobispo de Barcelona nos ha ayudado a fortalecer esa esperanza con sus palabras llenas de fe, recordándonos que Cristo nos acompaña y conforta en nuestros miedos, angustias, cansancio y en nuestro dolor. “Él nos ama y nos ayudará a salir de esta situación”. También el Papa Francisco nos anima a rezar y confiar en Dios con su petición de que con su mano pare esta pandemia. Ambos nos han indicado el camino, acudir a María. El Papa lo hizo ante la imagen de Santa María Salus Populi Romani; y el Arzobispo de Barcelona con esa indicación maravillosa de San Bernardo de Claraval: “Mira la Estrella, invoca a María”.
En este tiempo de Cuaresma tan especial, acudamos con fe, piedad y fervor a Santa María rogándole que obtenga de su Hijo la gracia del fin de esta epidemia y que conforte nuestros corazones atribulados y nos ayude a amar más a Dios y a ayudar con generosidad a los que tenemos más cercanos y con dificultades para subsistir. Me hace ilusión poderos decir que, durante estos días de confinamiento, hemos podido hacer llegar a todos los beneficiarios de la Acción Social de Montalegre los alimentos que precisan. Por las circunstancias ha habido que hacerlo sin los voluntarios habituales, pero con la ayuda de los vecinos y voluntarios del barrio se han podido repartir todos los lotes, que no son pocos. Gracias a todos y en especial a las personas que trabajan en la Acción Social Montalegre.
Recemos por los que sufren más directamente las consecuencias de esta enfermedad; pidamos por su curación, por los que les atienden y por sus familiares. Que todos, a la vez, nos ayudemos a crecer en la fe y a darnos cuenta que estamos en las manos de Dios y que como decía la santa de Ávila: “Sólo Dios basta”.
Serán días largos y complicados, pero si acudimos al Señor y a su Madre sabremos afrontarlos con el deseo de aprovecharlos para crecer en devoción y piedad, rezando con más calma y tiempo; busquemos la manera de aprovechar bien el día con actividades útiles y constructivas; ayudemos más en casa y fomentemos las virtudes que facilitan y hacen amable la convivencia familiar y vecinal. Y en todo momento podéis contar con el apoyo y la atención de los sacerdotes de Montalegre, con más facilidad los que vivís en el Raval, pero también todos los demás. Todos los días abrimos la Iglesia para que podáis acudir a rezar, a hablar, a buscar apoyo y a recibir el sacramento de la Penitencia. Todos los días celebramos la Eucaristía de modo privado, porque así lo ha establecido el Sr. Arzobispo, pero en la que estáis todos presentes y están todas vuestras intenciones y peticiones. Es una oración de toda la Iglesia que es llevada por manos de los Ángeles a la presencia de nuestro Padre Dios.
Todos los días, ante la Madre de Dios y Madre nuestra, bajo las advocaciones de Santa María de Montalegre y de la Virgen de la Medalla Milagrosa imploramos su maternal asistencia y protección para todos vosotros y para todo el mundo.
Mn. Xavier Argelich
Rector de Sta. M.ª de Montalegre