Acabamos de celebrar y proclamar, un año más, la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Desde hace dos mil años la Iglesia no ha dejado de anunciar y recordar que Cristo Vive. Al que condenaron y crucificaron por anunciar la verdad, que era Hijo de Dios, ha resucitado. Esta es la gran verdad que llena de esperanza a la humanidad, aunque haya tanta gente que no la acepte o que no quiera oírla. Pero no por ello dejaremos de anunciársela y darles la oportunidad de tener una esperanza cierta y segura.
La Resurrección de Jesucristo nos impulsa a rejuvenecer nuestro espíritu y nuestra vida cristiana en medio del mundo. Tal como nos señala el Papa Francisco en su última exhortación Apostólica, “Cristo es la más hermosa juventud de este mundo; todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. ¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza”.
Esto nos llevará a renovar nuestros deseos de hacer el bien y de vivir con alegría nuestra fe, aunque muchas veces no sepamos cómo hacerlo. Renueva tu fe en Cristo resucitado, búscalo en el Pan y en la Palabra y encontrarás la manera de hacerlo, porque Él es luz para nuestras vidas y para el mundo. Lo recordaremos cada vez que veamos encendido el cirio Pascual durante este tiempo litúrgico, que coincide, en buena parte, con el mes de mayo, dedicado a la Virgen María, ejemplo de fe y alegría para todos.
Mn. Xavier Argelich