Empezamos el tiempo litúrgico Ordinario con una llamada del Señor y una respuesta contundente: Habla Señor que tu siervo te escucha. Esa es la actitud de humildad que Dios espera de nosotros, buscar la llamada de Dios y discernir lo que Él nos pide. Pero siempre en sosiego pues la llamada es de paz, no es de pánico. En cambio, nos exige responsabilidad y correspondencia.
Sabiendo lo que nos pide el Señor, seguiremos avanzando, sea como fuere a cómo nos vayan las cosas. Y, sobre todo, dando muchas gracias a Dios por todo, por lo que nos gusta y por lo que no, glorificando con nuestro cuerpo con una vida de moral cristiana.
En breve hemos celebrado el Sexto Domingo del Tiempo Ordinario. En el Evangelio del día, nos pide el Señor que nos acerquemos a Él con actitud de fe y de confianza, como la de aquel leproso que le dijo a Jesús: Si quieres puedes limpiarme. Lo tocó y quedó limpio. Y lo que nos puede pedir el Señor en esta Cuaresma es que deseemos limpieza y purificación de nuestros pecados.
Para la limpieza de nuestra alma hemos de conocer realmente la significación de pecado. El catecismo de la Iglesia Católica nos dice que el pecado es una ofensa a Dios. ¿Cuántas veces lo hemos ofendido? La Iglesia nos va ayudar en esa limpieza. Con actitud penitente y de humildad, y sobre todo con confianza en el Señor, podemos acudir a un sacerdote católico para confesarnos, él nos aclarará nuestras dudas, o si eso o lo otro es o no pecado.
En estas semanas de Cuaresma que nos preparan para la Pascua de Resurrección del Señor, el centro vital de la doctrina cristiana, también sería interesante leer el mensaje cuaresmal para el año 2018 del Papa Francisco.
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Comunicación Montalegre