Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío! Cuántas veces, a lo largo de nuestra vida, habremos hecho esta petición sino con palabras al menos con el pensamiento, recuperando la paz, la serenidad y la esperanza que habíamos perdido momentáneamente.
La Misericordia tiene un rostro y, por lo tanto, también un corazón, y qué Corazón! Sabe amar, sabe sufrir, sabe darse y entregarse sin medida. Procuremos acudir, especialmente este mes de junio, ya no sólo al Sagrado Corazón de Jesús, sino al Sagrado y Misericordioso Corazón de Jesús. Así nos lo enseña San Josemaría de quien celebraremos su fiesta a finales de este mes. Acudía frecuentemente al Sagrado y Misericordioso Corazón de Jesús pidiendo especialmente la paz de las almas, de la Iglesia y del mundo. Para que haya verdadera paz, la que Cristo ha venido a instaurar, es necesario que haya paz en nuestro corazón. Cuando tengamos paz en nuestra alma la podremos sembrar a nuestro alrededor y en el mundo entero.
La paz la encontramos en el Corazón misericordioso de Jesús, metámonos en ese corazón y para ello tengamos vida sacramental. Del corazón abierto de Jesús, traspasado por la lanza, manan los sacramentos de salvación, es decir de Vida eterna y felicidad perpetua, de paz duradera y auténtica. Introduzcámonos en el Corazón de Jesús y dejemos que sane nuestras enfermedades espirituales y morales con su Amor infinito y que éste llene nuestro pobre corazón contrito y lo transforme en un corazón misericordioso.
Mn. Xavier Argelich