El sábado 21 de mayo de 2016 después de la bendición del viaje que nos impartió Mn. Xavier Argelich, rector de Montalegre, para que los ángeles del Señor estuvieran en nuestro camino, el autocar de peregrinos y colaboradores de Montalegre se puso en marcha hacia el Santuario de Torreciudad, a unos 25 kilómetros de Barbastro en Huesca. Durante el viaje, confraternizamos, rezamos una parte del santo rosario dirigido por Armando, y vimos un vídeo cortito sobre la historia del santuario. Como nos supo a poco Pilar, se ofreció para completar las referencias históricas. Al llegar a Torreciudad, nos reunimos con peregrinos de muchos otros puntos de Catalunya. El programa del día iba a estar repleto de emociones espirituales y humanas.
Nuestra intención de ganar la indulgencia jubilar iba a hacerse realidad si cada uno y cada una de los peregrinos ponía de su parte en haberse confesado o confesarse, rezar el Credo, acudir a un acto eucarístico, rezar por las intenciones del Santo Padre y pasar por una puerta declarada santa y jubilar.
La procesión
Una vez allí, ya estaban las imágenes de la Virgen, en sus volandas, a punto para ir de procesión con todos los peregrinos y pasar junto a ellas la puerta santa de Torreciudad. El oratorio de los confesionarios estaba atendido por muchos sacerdotes de la prelatura del Opus Dei que, gracias a Dios, tuvieron mucho trabajo pues muchas almas se acercaron a confesarse, a pedir consejo, a estar en paz con Dios.
Nos fuimos reuniendo todos los peregrinos en el punto de inicio de la procesión. Allí nos esperaba Mn. Manel Mallol, sacerdote de Montalegre. Presidieron la procesión el cardenal Lluís Martínez Sistach, el vicario del Opus Dei en Catalunya, Dr. Antoni Pujals, el rector de Torreciudad y otros sacerdotes. El rector nos dio la bienvenida diciendo, con voz intensa, que La Virgen hoy está muy contenta. La Coral de Sant Vicenç dels Horts entonó un canto a la Virgen e inició el caminar la Banda Sinfónica de Martorell. Peregrinos voluntarios, también de Montalegre, elevaron las volandas llevando a peso las imágenes de la Virgen, entre ellas, la de la Virgen de Santa María de Montalegre que en este año se cumplían 10 años de la peregrinación que llevó una réplica a Torreciudad. A continuación, caminaban los peregrinos llevando ofrendas. Una familia y una colaboradora de la Acción Social de Montalegre llevaron alimentos y otros colaboradores de la Iglesia de Santa María de Montalegre, ofrecieron flores y plantas.
Al paso de la música de la banda, caminamos junto a la Virgen, entrando finalmente por la puerta santa jubilar del santuario. Las imágenes se colocaron al pie del presbiterio, y se subieron al altar las ofrendas de los representantes de los diferentes grupos que participaban en el encuentro mariano y jubilar.
La santa misa
Antes del inicio de la misa, la Banda Sinfónica de Martorell ofreció un concierto dentro del templo. En ese tiempo pudimos reposar las emociones anteriores, refrescarnos del calor y prepararnos espiritualmente para la Eucaristía de nuestro jubileo particular. La misa fue presidida por el cardenal Lluís Martinez Sistach, y concelebrada por el vicario del Opus en Catalunya, Dr. Antoni Pujals, el rector de Torreciudad, Mn. Manel Mallol de Montalegre y otros sacerdotes.
En la homilía, el cardenal Martínez Sistach manifestó que todavía está pendiente que los cristianos estén presentes en el mundo pues laicos y laicas han de estar también fuera de la comunidad eclesial. Refirió que san Josemaria lo había impulsado y que en las conclusiones del Concilio Vaticano II se había recogido. En relación al lugar, refirió que estábamos con la Virgen Santísima en sus diversas advocaciones: Su presencia es amorosa, atenta, solidaria y de fe… Es atenta porque está pendiente de los demás, así ocurrió en Caná de Galilea…Ella nos pide que estemos atentos a lo que pasa a nuestro alrededor. Ella es solidaria y nos pide que no solamente cuidemos de nuestros problemas sino también de los demás, porque sus problemas son nuestros problemas… La presencia de María es de fe y a Ella nos hemos de dirigir con fe absoluta.
A lo largo de la misa, de carácter solemne, cantó la Coral de Sant Vicenç dels Horts, un conjunto de voces masculinas y femeninas que llenaron todo el volumen del santuario.
Salimos del templo realmente con el corazón y el alma pletóricos. Nos trasladamos en autocar al restaurante que está a 4 kilómetros del santuario. Los peregrinos y los celebrantes de la santa misa almorzamos con gusto pues habíamos salido muy temprano de nuestro punto de origen. La Coral Sant Vicenç dels Horts bendijo la mesa. A la hora del café un grupo popular aragonés nos ofreció unas jotas muy bien bailadas y cantadas, que animó todavía más a los asistentes.
El broche de oro para la Virgen
Pero la jornada todavía no había acabado, la romería se había de completar, así que volvimos al santuario. A las cinco de la tarde, se inició una nueva procesión con las imágenes, todo alrededor exterior del santuario, rezando los misterios del día del santo rosario. Las imágenes retornaron al museo mariano de Torreciudad, mientras empezaba la bendición de Santísimo Sacramento en el templo. No obstante, el reloj marcaba la hora de partida, al margen de otras actividades del santuario.
Mn. Manuel Mallol nos impartió la bendición del viaje para que también nos acompañasen muchos ángeles del Señor, y así fue en el trayecto de vuelta a Barcelona. Rezamos la tercera parte del rosario, dormimos y dimos gracias a Dios por todos los bienes que habíamos recibido en aquellas catorce horas de peregrinación jubilar, me atrevo a decir, perfecta y transformante.
Isabel Hernández Esteban