Durante el mes pasado hemos procurado acompañar al Santo Padre con nuestra oración por el Sínodo sobre las familias. Ahora queremos prepararnos para recibir sus enseñanzas. Para ello, nada mejor que renovar diariamente nuestro amor y entrega a la propia familia.
El Sínodo ha querido destacar el valor de la familia y no centrarse únicamente en las problemáticas particulares. Respecto a esto último,, ha hecho una serie de propuestas para prevenirlas y, en su caso, poner el remedio adecuado. Pero, sobre todo, ha buscado profundizar en el gran misterio de amor que es el matrimonio y la familia. Ha sido un gran acierto poner el acento en el ejemplo de tantos hogares unidos y tratando a las familias numerosas como una bendición para toda la comunidad cristiana y para la sociedad, porque la apertura a la vida es inherente al amor conyugal.
En todo momento se ha dado un tono positivo a la maravillosa realidad de la familia, tal como ha sido querida por Dios. De ahí que, en las conclusiones del Sínodo, se recurre frecuentemente a los textos bíblicos para descubrir la pedagogía divina con la que se revela el sentido del matrimonio en la familia.
Los temas tratados son muchos y muy interesantes, pero un buen resumen podría ser: Sí, la familia tiene problemas, pero ella misma no es un problema, sino la solución.
Mn Xavier Argelich