Frente a la tragedia de decenas de miles de prófugos que huyen de la muerte por la guerra y el hambre, y caminan hacia una esperanza de vida, el Evangelio nos llama, nos pide ser prójimo de los más pequeños y abandonados. A darles una esperanza concreta. A no decir sólo ¡Ánimo, paciencia! La esperanza cristiana es combativa, con la tenacidad de quien va hacia una meta segura.
Con estas palabras el Papa Francisco nos urge a movilizarnos para ayudar a todas aquellas personas que abandonan su hogar, trabajo, país y buena parte de sus familiares para encontrar refugio en Europa, como consecuencia de la violencia y persecución que están sufriendo.
Con la experiencia que aquí tenemos les tendemos una mano amiga, dispuestos a acogerlos con nuestra oración, nuestra amistad y con todo aquello que necesiten y podamos darles.
Mn. Xavier Argelich