El 12 de mayo de 2015, se celebró por primera vez la festividad del beato Álvaro del Portillo. En honor del beato se celebró una misa solemne en la Iglesia de Santa María de Montalegre, presidida por el delegado en Cataluña del Opus Dei, Dr. Antoni Pujals. Al iniciar la santa misa, el vicario dijo que se trataba de un hecho histórico ya que era la primera memoria litúrgica a la que todos asistíamos, recordando el acontecimiento de la beatificación del año pasado en Madrid.
La lectura, el salmo y el evangelio escogidos para esta festividad fueron los pasajes del buen pastor: El Señor es mi pastor, nada me falta. El Dr. Pujals en la homilía dijo que el evangelio del buen pastor nos da mucha paz porque nos proclama que tenemos a Jesús que nos ama y nos salva, permanece en el sagrario y nos dice Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados. Jesús ha querido estar en la Eucaristía y en nuestro corazón. El vicario recordó las palabras que el Santo Padre Francisco dirigió al prelado del Opus Dei con motivo de la beatificación de Álvaro del Portillo y que engloban la profundidad del beato en su entrega a Dios: Gracias, perdón y ayúdame más. El vicario nos animó a que confiemos en el Señor, que no tengamos miedo de ir contracorriente, y que vivamos la santidad en la vida ordinaria. Y como decía el beato Álvaro, Señor, yo no me fío de mí pero yo sí me fío de ti. El Dr. Pujals también hizo memoria del siervo dios, José María Hernández Garnica, del que reposan sus restos en Montalegre, el cual en el año 1972 quiso hacer un memorando sobre las intensas gestiones que el beato Álvaro había hecho ante obispos y cardenales para explicarles qué era del Opus Dei. Hernández Garnica habló con Álvaro para saber cómo lo conseguía, y el beato le dijo Hago memoria de la pesca milagrosa.
La misa solemne fue cantada por los fieles que casi llenaban la nave central del templo y fue concelebrada por el rector y Mn. Ferran Blasi. Como siempre, Mn. Juan Juventeny hizo de maestro de la ceremonia y Josep Masabeu acompañó los cantos al órgano. Varios colaboradores y sacristanes hicieron posible que este hecho histórico resultara una ceremonia digna y llena de piedad.
Isabel Hernández Esteban