El pasado mes de Enero hemos vivido momentos de tensión muy delicados con motivo de los atentados terroristas contra una revista satírica en París, motivado por la publicación de unas viñetas sobre Mahoma, el profeta del Islam.
Con el paso de los días, una vez superada la primera impresión, y la primera reacción visceral por la barbarie a la que hemos asistido, se hace necesaria la reflexión mas pausada sobre el punto clave que desencadena toda esta violencia.
No se trata, de ninguna manera de justificar mínimamente la acción terrorista, siempre execrable: es una gravísima ofensa a Dios y al prójimo, y la ola de odio y rencor que genera la convierte en algo diabólico.
En el ánimo de todos, de esto no hay ninguna duda, está el construir una sociedad que viva en paz y armonía, teniendo en cuenta que cada día es mas plural. Y esto requiere unas condiciones. Entre ellas y muy en primer lugar, se encuentra el respeto a los demás: a su raza, a su cultura y a su religión. No es posible construir la paz sobre el racismo, sobre una pretendida superioridad cultural o sobre la burla a los principios religiosos de los demás.
La paz se construye sobre el respeto mutuo, muy especialmente en esos aspectos esenciales y que tienen tanta trascendencia en la vida de las personas. Cuando no existe ese respeto se genera un clima de división que deriva, como se ha podido comprobar tantas veces a lo largo de la historia, en violencia.
Mn Francesc Perarnau