Coincidiendo con el III domingo de Adviento, en la Iglesia de Santa María de Montalegre se celebró en la misa de 12, la fiesta de la Inmaculada Virgen de la Puerta, patrona del norte del Perú y reina de la paz universal. Todo el año la imagen se puede venerar en el templo y está situada, junto a la puerta de acceso a la capilla de la Virgen de la Medalla Milagrosa. La Hermandad de la Virgen de la Puerta de Barcelona, como ya es una tradición, incluyó en su programa de actividades que se celebrara una misa Para pedir a Dios y a la Virgen su protección y la paz en nuestros corazones para llenar nuestro mundo de amor, justicia, verdad, honestidad y así poder cumplir los mandamientos de Dios.
Con esta invitación que constaba en el folleto de la fiesta, el rector, Mn. Francesc Perarnau dio la bienvenida a todos los fieles reunidos en la iglesia que la llenaban a rebosar. La misa la concelebró Mn. Joan Marcé el cual fue el iniciador de estas actividades en la Iglesia de Santa María de Montalegre. A lo largo de la homilía Mn. Perarnau explicó que efectivamente el mejor camino para llegar a Dios es mediante la intervención de la Virgen, recordando que con pocas palabras y una mirada a Jesús, Jesús realizó su primer milagro en las Bodas Caná. En este sentido, nos dijo que para pedir fe o más fe y para pedir ser buenos cristianos también debemos encomendarnos a Ella.
Comentó el rector que esta advocación mariana es llamada de la Puerta por unos hechos que pasaron hace muchos años en la Ciudad de Otuzco, en el norte de Perú. Una imagen de la Inmaculada Virgen fue trasladada desde la Catedral hasta la puerta de la ciudad, para pedirle protección ante un inminente peligro, el ataque de un grupo de piratas. Ese peligro se desvaneció, y el pueblo de Otuzco no dudó que era debido a la protección de la Madre de Dios. Maria, al igual que entonces, nos sigue protegiendo, especialmente cuando nos encomendamos a su intercesión.
Hacia el final de la celebración comenzaron a sentirse petardos muy ruidosos en honor a la Virgen de la Puerta, que la sacaron del templo en volandas.
La calle estaba cubierta de una alfombra roja y la imagen engalanada fue colocada en un portante para llevarla en andas y en procesión por un amplio recorrido alrededor de la iglesia.
Isabel Hernández Esteban