Terminábamos el mes de Junio con el recuerdo de la institución del Primado en la Iglesia, y la promesa a Pedro de la asistencia divina. Han pasado los siglos, ha habido tormentas importantísimas en el mundo, grandes guerras y revoluciones, los mapas geopolíticos se han movido de manera espectacular, los regímenes políticos han ido cambiando. El mundo es muy diferente de aquel en el que la Iglesia empezó su andadura.
También la Iglesia ha sufrido situaciones convulsas a lo largo de estos milenios, pero a diferencia de lo que ha sucedido en el mundo, en el que todo ha cambiado, no ha sucedido así en la Iglesia; sustancialmente la es la misma que fundo Jesús y aquella promesa del Señor se ha mantenido, como signo de que su palabra no puede fallar, y como para reforzar nuestra fe, a pesar de los pesares. Efectivamente, sin solución de continuidad, y con algunos sobresaltos puntuales, al frente de la iglesia se han ido sucediendo los Romanos Pontífices. En algunos momentos los vientos han sido tan fuertes que ha parecido que la nave de la Iglesia podía naufragar, pero no, la nave de Pedro no puede hundirse porque tiene la promesa del Señor.
Ciertamente del tronco se han separado ramas, a veces grandes, muchas almas han sufrido y siguen sufriendo las consecuencias… Pero aquella barca sigue navegando, porque Él no dejará de la mano a su Iglesia. Y al frente de ella está el sucesor de Pedro. Porque él es quien tiene la garantía de asistencia, y allí donde está Pedro es donde está la Iglesia: Ubi Petrus, ibi ecclesia, ibi Deus, decía san Ambrosio ya en el siglo IV.
Mn Francesc Perarnau