Una vez mas, y esta vez casi sin darnos respiro desde la Semana Santa, ha llegado el mes de Mayo, el mes de María.
El Papa, en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium nos presenta a la Santísima Virgen como “Madre de la Evangelización”. Del Papa Francisco son estas palabras que transcribo a continuación, llenas de sugerencias para nuestra vida cristiana:
“María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura. Ella es la esclavita del Padre que se estremece en la alabanza. Ella es la amiga siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas. Ella es la del corazón abierto por la espada, que comprende todas las penas. Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios. A través de las distintas advocaciones marianas, ligadas generalmente a los santuarios, comparte las historias de cada pueblo que ha recibido el Evangelio, y entra a formar parte de su identidad histórica. Muchos padres cristianos piden el Bautismo para sus hijos en un santuario mariano, con lo cual manifiestan la fe en la acción maternal de María que engendra nuevos hijos para Dios. Es allí, en los santuarios, donde puede percibirse cómo María reúne a su alrededor a los hijos que peregrinan con mucho esfuerzo para mirarla y dejarse mirar por ella. Allí encuentran la fuerza de Dios para sobrellevar los sufrimientos y cansancios de la vida. Como a san Juan Diego, María les da la caricia de su consuelo maternal y les dice al oído: “No se turbe tu corazón […] ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?”.(Evangelii Gaudium, n. 286)
Que aprovechemos el mes de Mayo, Su mes, para renovar el amor a María, para abrirle de nuevo las puertas de nuestro corazón, para renovar nuestra confianza en la que es la omnipotencia suplicante.
Termino con esta reflexión de San Josemaría en Camino: Antes, solo, no podías… -Ahora, has acudido a la Señora, y, con Ella, ¡qué fácil!. (n.513)
Mn Francesc Perarnau