Empieza el mes de noviembre con la celebración de la Solemnidad de Todos los Santos, en la que recordamos a los Santos del Cielo. Impresionan aquellas palabras del Apocalipsis que leemos todos los años, con las que San Juan describe su visión del Cielo: “Y vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas…”
Hay muchos santos en el cielo. Muchos hermanos y hermanas nuestros que nos han precedido y que ya han llegado. Esa realidad nos llena de esperanza: se puede llegar al Cielo, no es un destino imposible, muchos han llegado, y como ellos, cada uno de nosotros podemos también alcanzar esa meta.
Además la fe nos enseña que estos santos del Cielo son intercesores delante de Dios, unos aliados nuestros delante del Señor. Esta verdad forma parte de la Comunión de los Santos, que confesamos en el Credo.
También es manifestación dela Comunión de los Santos la costumbre cristiana de rezar por los difuntos a lo largo del mes de Noviembre. Si comenzamos el mes recordando los Santos del Cielo, lo continuamos inmediatamente con el recuerdo de la existencia del Purgatorio, ese lugar en el que las almas de aquellos que, aunque murieron en gracia de Dios, han de purificarse de las imperfecciones, restos de los pecados personales, que les impiden entrar en la presencia de Dios.
Es verdad de fe también que podemos ayudarles. Es un misterio, pero es así. Se nos invita a ser generosos con nuestros sufragios, ofreciendo oraciones y sacrificios por ellos. Y que tengamos la seguridad de que nada de lo que ofrecemos por los difuntos se pierde.
Mn Francesc Perarnau