“Nada te turbe, nada te espante.
Todo se pasa. Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene, nada le falta.
Sólo Dios basta.”
El día 15 del mes de octubre celebraremos la fiesta de Santa Teresa de Jesús. Sin duda pueden decirse muchas cosas de esta mujer excepcional, una de las grandes Santas dela Historia de la Iglesia, declarada Doctora de la Iglesia en 1970. La biografía de la Santa es apasionante. Dotada de unos dones y carismas extraordinarios sabe vivir entregada plenamente a cumplir la misión que Dios le había confiado. Nunca dijo a Dios que no aunque las circunstancias fueran difíciles o humanamente imposibles.
Reformadora del Carmelo, fundadora de muchos conventos por toda la geografía española, fue una mujer práctica, con un enorme sentido común, que “tocaba con los pies en el suelo”; ponía siempre los medios humanos necesarios hasta donde le era posible, y se fiaba plenamente de Dios, al que trataba con absoluta confianza.
El Señor no le ahorró sufrimientos y dolores, no solo morales, sino también físicos. De ella se cuenta que en una ocasión que se cayó y se fracturó el brazo se quejaba al Señor, en un diálogo que parecido a este:
-Por que me tratas así? -le pregunta
—Ya ves, Teresa: lo que yo doy a las almas escogidas es el regalo de mi cruz; así trato a mis
amigos, le responde Jesús.
Y ella, con la confianza filial que le tiene , le dice:
-Señor, por eso tienes tan pocos…
Los versos con los que he iniciado estas palabras son una buena muestra de la enorme fe y confianza con la que ella vivía, y un consejo que recibimos con agradecimiento. Los grandes santos, como Teresa, nos dan grandes lecciones que nos sirven para nuestra vida diaria.
También en nuestras vidas aparecen dificultades y problemas, a veces cosas menores, otras veces muy serias; con frecuencia nos pesan y nos llegan a desbordar en ocasiones… Que bien nos viene entonces escuchar esas palabras, como un susurro que la Santanos dice al oído: Nada te turbe, nada te espante…
Mn Francesc Perarnau