Entramos en el mes de agosto con las palabras del Papa dirigidas a los jóvenes, pero también a los mayores, resonando todavía en nuestros oídos.
El Vicario de Cristo nos pide que renovemos nuestra ilusión en el seguimiento del Señor. Y que decididamente hagamos todo lo posible por transformar el mundo. Para esto hay que ser verdaderamente cristianos; cristianos de tiempo completo, al cien por cien. Les decía el Papa: Yo sé que ustedes quieren ser buena tierra, cristianos en serio, no cristianos a medio tiempo, no cristianos «almidonados» con la nariz así [empinada] que parecen cristianos y en el fondo no hacen nada. No cristianos de fachada. Esos cristianos que son pura facha, sino cristianos auténticos.
Y para esto no es suficiente con un simple ir tirando, con el cumplimiento de unos mínimos. Jesús dejó bien claro y así se recoge en el Evangelio que el camino cristiano no es fácil, es exigente, y solamente quienes se esfuerzan pueden seguirlo.
A algunos puede parecer que la exigencia de este planteamiento dificulta que sean muchos los seguidores de Jesús. Si no pidiera tanto, dicen, muchos mas le seguirían… Es verdad que habrá quien no irá por ese sendero. No encontraremos en él a los egoístas y a los comodones, a aquellos que prefieren lo fácil y placentero, sencillamente porque es un camino de amor y por consiguiente de entrega a Dios y a los demás. Quienes son incapaces de amar no pueden seguirle.
En realidad Jesús nunca dijo que ir con él fuera sencillo, sino más bien todo lo contrario: su predicación muestra la verdad que salva, y queda claro que acogerla y seguirla es siempre arduo. Siguiendo el camino que Jesús nos propone, encontraremos, andando quizá a velocidades distintas, renqueantes a veces, a todos aquellos que saben que solamente pisoteando el egoísmo y la soberbia, luchando contra las tendencias interiores que nos centran en nuestro yo y nos apartan de los demás, se transforma todo, empezando por uno mismo, luego los demás y, por fin, el mundo, y se alcanza además la verdadera felicidad. Es duro, pero vale la pena.
San Josemaría escribe un punto en Camino que podría servirnos para cerrar esta reflexión:
“Pida que nunca quiera detenerme en lo fácil”. -Ya lo he pedido. Ahora falta que te empeñes en cumplir ese hermoso propósito. (Camino 39)
Mn Francesc Perarnau