Después de unas semanas en ese estado “incómodo” de Sede Vacante de la que hablábamos el mes pasado, tenemos la enorme alegría de tener un nuevo Romano Pontífice. Es lógico que la Iglesia Católica esté exultante: ya hay en la Sede Romana un nuevo sucesor de Pedro, el Papa Francisco, que por serlo es cabeza de la Iglesia universal, que tiene la misión de guiarla en los próximo años, que esperamos que sean muchos.
Todos los fieles de la Iglesia tenemos obligación de hacer una piña en torno al Papa Francisco, el Padre Común; de acompañarle con nuestra oración por su persona y por sus intenciones; de escuchar y secundar sus enseñanzas y de hacer de altavoz de sus palabras.
Muchos sentimos una emoción muy grande cuando al salir a la Plaza de San Pedro para saludar y bendecir al pueblo reunido, quiso que todos rezáramos con él: Padrenuestro, Avemaría, Gloria… como si desde el primer momento quisiera resaltar la primacía absoluta de la Oración en la vida de la Iglesia y de los cristianos. Y así empezó el Pontificado: acudiendo a Dios con la oración de Jesús, honrando a la Trinidad Santa y acudiendo a la Santísima Virgen.
No tendría sentido intentar establecer comparaciones entre unos Papas y otros. Evidentemente el Papa Francisco es distinto de Benedicto XVI y de Juan Pablo II, pero cada uno de ellos ha recibido la pesada carga del ministerio Petrino y cada uno de ellos ha marcado el camino que convenía seguir en su Pontificado. Roguemos por él para que sea un buen instrumento del Espíritu Santo en el cumplimineto de la grave misión que se le ha confiado, y para que los fieles de la Iglesia, como ovejas de su rebaño que somos, nos dejemos gobernar y conducir.
Mn Francesc Perarnau