Todavía con el recuerdo reciente de la Navidad, empezamos ya el tiempo de cuaresma, un tiempo que nos habla aún de la fiesta lejana de la Pascua, la más importante del Año Cristiano.
La cuaresma es un tiempo de preparación en el que procuramos renovar nuestra vida cristiana. Tradicionalmente la Iglesia propone que la preparación se realice a través de la oración, del sacrificio y de la preocupación por los demás (oración, ayuno, limosna).
San León Magno ponía el acento en la necesidad de ejercitarse especialmente en la virtud de la caridad: “Así pues, amadísimos, si bien todo tiempo es bueno para ejercitarse en la virtud de la caridad, estos días cuaresmales nos invitan a ello de un modo más apremiante; si deseamos llegar a la Pascua santificados en el alma y en el cuerpo, debemos poner un interés especialísimo en esta virtud, que contiene en sí todas las otras y cubre la multitud de los pecados”.
Los buenos deseos conviene concretarlos en acciones concretas. Muchas personas están cargadas de ellos en su interior, pero no acaban de realizarlos por no traducirlos en propósitos. En el Evangelio encontramos un buen listado de propuestas del Señor sobre el modo de ejercitar la Caridad con los demás. Tenemos bien presente aquellas palabras de Jesús, recogidas por Sant Mateo (Mt. 25, 31): “Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estaba desnudo y me vestisteis, era peregrino y me hospedasteis…”. Palabras que nos conviene meditar y que nos han de mover a hacer nuestros propósitos para la vida diaria. Es bueno que estén relacionados con el entorno en el que nos movemos habitualmente y que sean sencillos de formular y de llevar a la práctica: sonreír más, escuchar con atención, ser más amable, dar las gracias, callar posibles reproches, ofrecerse para ayudar sin que nos lo tengan que pedir… Con imaginación se puede hacer una pequeña lista de la que después podemos examinarnos.
Este esfuerzo por afinar en la caridad con los demás seguro que nos ayuda en la lucha contra nuestro egoísmo y así nos hace mejores y agrada a Dios.
Es una buena manera de vivir la cuaresma y de prepararnos para la Pascua.
Mn. Francesc Perarnau