En todo el mundo católico hemos celebrado hoy, día 8 de diciembre, la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. Es uno de los dos días del año en el que los revestimientos de los presbíteros pueden ser azules, color que rompe el rigor propio del tiempo litúrgico del Adviento, que el domingo pasado habíamos iniciado. Con estas palabras el rector de la Iglesia de Santa María de Montalegre iniciaba la anta misa de hoy.
Efectivamente, la casulla azul que llevaba el sacerdote es del color de la Virgen por excelencia, y además, evocaba otras épocas ya que la que ha lucido pertenece al patrimonio antiguo de la Casa de la Caridad, la cual ha sido restaurada y conservada para ocasiones solemnes. En su homilía, Mn. Francesc Perarnau, nos ha explicado que litúrgicamente podía parecer que celebrábamos el día en el que el santo padre Pío IX declaraba el dogma de la Inmaculada Concepción en el año 1954. Nos aclaró que mucha gente cree, equivocadamente, que este dogma se trataba de una declaración ocurrente del santo padre. Sin embargo, y haciendo honor a la verdad, esta creencia tiene una gran tradición en la Iglesia Católica de muchos siglos antes a la declaración del dogma.
En efecto,-seguía diciendo el rector-“hace muchos siglos que en la Iglesia se celebraba la misa de la Inmaculada Concepción, es más, los Padres de la Iglesia habían dejado escrito en los diferentes concilios de los siglos IV y V que Virgen Santísima era Inmaculada, y así fue durante muchos siglos después. Se trataba de una verdad que se vivía pacíficamente. Pero con la irrupción del racionalismo en los siglos XVII y XVIII se puso en duda. Por este motivo el Santo Padre Pío IX declaró que se trataba de una verdad infalible, dando reconocimiento a una verdad ya conocida y expresada por los fieles. Con ello el Papa quiso fortificar los pilares de una verdad que nadie, ni los teólogos, tenían ni tienen derecho a tocar … El saludo “Ave María Purísima” recoge todo este sentido, y la Iglesia lo sigue celebrando nueve meses después, el 8 de septiembre, con la fiesta de la Natividad de María, y también lo decimos cada día en nuestras oraciones: Dios te salve María, llena eres de gracia …, frases evangélicas, extraídas del saludo del ángel cuando le anunció la encarnación de Nuestro Señor. Ella estaba llena de gracia, libre de todo pecado y siempre virgen”. Finalmente, nos recordó una plegaria que podemos dirigir a nuestra Madre Santísima: Acuérdate Madre, que cuando estés en presencia de Dios, de hablar bien de nosotros.
La santa misa que fue solamente rezada por indisposición de los músicos, terminó con una Salve que cantamos todos los fieles presentes.
Isabel Hernández Esteban