Entramos en el mes de noviembre, penúltimo del año, que viene esta vez marcado por las elecciones al Parlamento de Catalunya que se han de realizar a finales del mes. Es un tema muy importante para el presente y futuro inmediato de Catalunya y es lógico que las diferentes visiones políticas que conviven en nuestra sociedad se enfrenten -siempre democráticamente- y que sean los ciudadanos, de acuerdo con las leyes vigentes los que decidan que tipo de gobierno prefieren.
Los Obispos de Catalunya, teniendo en cuenta su responsabilidad en la misión de maestros de los fieles cristianos, dieron unas orientaciones generales que conviene tener presentes a la hora de afrontar este período de la vida ciudadana. En el escrito emanado de la Conferencia Episcopal Tarraconense se señala que, “en un régimen democrático, cada ciudadano debe poder manifestar las propias convicciones y hacer camino con los demás, pensando que «una sociedad que, en todos sus niveles, quiere positivamente estar al servicio del ser humano es la que se propone como meta prioritaria el bien común, en tanto que bien de todos los hombres y de todo el hombre» (Compendio Doctrina Social de la Iglesia n. 165).
Al mismo tiempo se señala que las elecciones democráticas exigen el derecho y el deber de de ejercer el propio voto, con libertad y responsabilidad.
Una vez más los obispos de Catalunya recuerdan que no les corresponde optar por ninguna de las legítimas opciones que se presentarán, siempre que se basen en el respeto de la dignidad inalienable de las personas y de los pueblos, y que buscan con paciencia la paz y la justicia.
Es evidente que no hay una solución “católica” a la mayor parte de los problemas que se presentan en la sociedad, y que nadie posee tampoco “la verdad” en un terreno en el que se admiten muchas propuestas, la mayor parte de ellas legítimas y posibles. Cada partido propondrá aquellas soluciones que piense oportunas y los ciudadanos, en una democracia que es ya adulta, en libertad y con la consiguiente responsabilidad, han de decidir con su voto lo que entiendan que es mejor para el bien común.
Pidamos a Dios que ilumine a los que habrán de gobernar para que sean verdaderos servidores del bien común y busquen “el camino del diálogo y el entendimiento entre todas las partes interesadas a fin de lograr soluciones justas y estables, que fomenten la solidaridad y la fraternidad. El futuro de la sociedad catalana está íntimamente vinculado a su capacidad para integrar la diversidad que la configura. (“Al servei del nostre poble” 2011, n. 5)
Mn Francesc Perarnau