Con la Carta Apostólica Porta Fidei, fechada el dia 11 de octubre del año pasado, el Santo Padre Benedicto XVI anunció el “Año de la Fe”.
El documento consta de 15 puntos en los que el Papa desgrana una serie de orientaciones para que todos podamos profundizar en las raíces de nuestra fe cristiana, en cómo la vivimos y en cómo nos convertimos en testigos creíbles de la misma.
Como el mismo Papa señala en el documento, esta convocatoria responde a unos felices aniversarios que confluyen en este tiempo: el dia 11 de octubre se cumple el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y el vigésimo de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por el beato Papa Juan Pablo II, y que fue considerado por él como un fruto precioso del Concilio.
Evidentemente todos tenemos una conciencia clara de la importancia tanto del Concilio como de la publicación del Catecismo. Puede ser éste un buen momento para que leamos, si no lo hemos hecho, o para que releamos el Catecismo de la Iglesia Católica. Un extraordinario trabajo que expone de manera estupenda los contenidos de nuestra fe, en las conocidas cuatro partes: lo que creemos, lo que celebramos, lo que vivimos, como rezamos.
Conviene que los cristianos conozcamos bien nuestra fe, que no nos conformemos simplemente con las nociones básicas, con los rudimentos de la fe que nos dieron en las catequesis de la Primera Comunión o de la la Confirmación.
Los sacerdotes nos encontramos con frecuencia, en nuestra labor pastoral, con personas que han de enfrentarse a los problemas que presentan para la fe las circunstancias del mundo actual, con el pobre bagaje de una catequesis sencilla de una lejana Primera Comunión. La fe tiene que desarrollarse y que profundizarse. Es importante para nosotros mismos y para el testimonio que hemos de dar en el mundo. En estos momentos nuestros coetáneos nos piden que hagamos aquello que San Pedro recomendó a nuestros primeros hermanos en la fe: dar razón de su esperanza.
Y el Catecismo es un instrumento ideal para que encontremos allí contenidos profundos de la fe y el modo de explicarlos a quienes nos lo pidan.
Mn Francesc Perarnau