Como viene siendo ya una tradición en Montalegre, en el mes de Mayo realizaremos una peregrinación que, salvo alguna excepción, como la del año 2011 en que peregrinamos a Tierra Santa, suele ser una peregrinación Mariana.
Después de Montserrat, Torreciudad, Lourdes y Fatima, este años viajaremos a París, para conocer allí y rezar en la Iglesia de la Medalla Milagrosa, en la Rue du Bac, lugar donde se apareció Nuestra Señor a Santa Catalina Laboure en 1830.
A esta advocación Mariana está vinculada nuestra iglesia de Montalegre desde hace muchos años. Fue el día 27 de diciembre de 1907 cuando la Junta rectora de la Casa de la Caridad, a la que pertenecía la Iglesia de Montalegre, decidió que se construyera “una capilla dedicada a honrar a la Santísima Virgen, bajo su advocación de la Medalla Milagrosa, conforme a lo solicitado por las Hermanas de San Vicente de Paul que cuidan del Establecimiento(…)“, según está escrito en el acta de la reunión.
La capilla se construyó en menos de un año y pudo ser inaugurada el dia 27 de noviembre de 1908, día de la fiesta de la Medalla Milagrosa, justo en el segundo aniversario de la segunda aparición de la Virgen.
Son muchas las personas que se acercan a esta capilla para encomendarse a la Virgen y para hacerse con una pequeña medalla, que siempre pueden encontrar allí. Esta imagen, ya centenaria, nos recuerda con sus rayos que María vela por sus hijos, derramando abundantes gracias sobre ellos.
La medalla tiene su origen en un encargo de la Santísima Virgen a Santa Catalina, y que ella llevó fielmente a término. La Medalla se llamaba de la Inmaculada Concepción, pero poco a poco fue conocida como la Medalla Milagrosa debido a los favores que obtenían de María las personas que la usaban.
No hace mucho, el viernes Santo recordábamos como Jesús, ya en la cruz, pedía a Nuestra Señora que continuara su labor maternal con sus discípulos. Y así lo hizo desde el primer momento, y lo ha seguido haciendo a lo largo de los siglos. Normalmente sini hacer ruido, pero a veces, cuando ha sido necesario, de maneras mucho mas notorias, de una manera muy especial recordamos las apariciones de María en Fátima, con manifestaciones tan importantes sobre la naturaleza.
Es lógico que a lo largo del mes de Mayo, dedicado a la Santísima Virgen busquemos la manera de honrarla como ella se merece. Hay muchas maneras de hacerlo, pero no pueden faltar las Romerías, los Rosarios rezados personalmente o mejor aún en familia, la participación en encuentros marianos…
Y no pueden faltar los pequeños detalles con ella, una flor, un canto una jaculatoria que le dirigimos con el corazón.
Y tengamos la certeza de que ella no se dejará ganar en generosidad.
Mn Francesc Perarnau