Un año más en la iglesia hemos celebrado la misa en sufragio por el alma de D. Álvaro del Portillo, el cual traspasó el 23 de marzo de 1994, a los dos días de regresar de una peregrinación a Tierra Santa, y de lo que estaba muy contento. Sin embargo, aquel día, con 80 años, llegó su hora. La misa fue concelebrada y presidida como siempre, por el vicario de la Delegación en Cataluña del Opus Dei, Dr. Antoni Pujals, el rector de Montalegre y otros sacerdotes de la iglesia.
En la homilía, el Dr. Pujals, nos situó en las lecturas que correspondían al cuarto viernes de Cuaresma: la esperanza en el Señor, Dios viene a salvarnos: Nuestra naturaleza es débil y necesitamos de la gracia de Dios. Recordando la sencillez de D. Álvaro nos dijo que San Josemaría decía de él: “Este hijo mío me descansa”. A continuación refirió cómo vivía D. Álvaro la fidelidad: Destacaba en él su paz, una inmensa bondad y mucha energía, comprensión ya la vez exigencia, fortaleza, decisión, muchas virtudes difíciles de encontrar en la misma persona; esta fe y esta seguridad le destacaban en su personalidad. También corregía para cambiar y mejorar y ayudar a los demás. El Dr. Pujals también nos leyó un fragmento del Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para esta Cuaresma y nos hizo reflexionar: ¿Yo, como vivo mi fe? ¿Como ayudo a los demás en lo material y en lo espiritual? Al finalizar, el Dr. Pujals dio gracias a Dios por haber tenido entre nosotros a D. Álvaro, repitiendo aquellas palabras póstumas que había escrito en una postal que envió antes de salir de Tierra Santa, y que llegó a Roma cuando ya había muerto: “Queridísimos, desde este lugar santo os hemos encomendado”, desde el cielo tenemos una ayuda que intercede por nosotros.
La iglesia desde el inicio de la celebración se había llenado hasta los topes; colaboró un conjunto de voces masculinas, acompañado al órgano por Josep Masabeu.
Para más información sobre la causa de canonización de D. Álvaro del Portillo se puede consultar http://www.opusdei.es/
Isabel Hernández Esteban