Se trata de un tema típico de la ascética cristiana.
Todo el que se ha propuesto vivir una vida cristiana y quiere llevar a la práctica el mandamiento del Señor, que Él mismo resume en amar a Dios, amar al prójimo, sabe que las principales dificultades no vienen de fuera, vienen de dentro. Esto no es nuevo, también Jesús lo había enseñado: se del interior de la persona, de su corazón, de donde salen todos los males. Dice Jesús: “Porque del corazón provienen los malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, injurias. Estas son las cosas que hacen impuro un hombre. “(Mt. 15, 19)
Y cualquier persona con un poco de experiencia en la vida ascética sabe reconocer en su interior estas tendencias, y sabe que solo luchando contra ellas podrá progresar en su camino hacia la santidad.
¿Que le pasa al corazón humano?
Este desorden interior viene de antiguo: nos habla de la herencia lejana que nos lleva hasta el Pecado Original. Recibimos en herencia una naturaleza que está manchada de origen, que lleva la marca de aquel pecado con que Adán y Eva se rebelaron contra el Creador.
La lucha cristiana es en primer lugar contra estas tendencias interiores que nos llevan a centrarnos en nosotros mismos, a ser egoístas, con todas las consecuencias que acompañan al egoísmo.
El espíritu de penitencia es el espíritu de la persona que quiere luchar contra estas inclinaciones que nos apartan de Dios y de los demás.
Se puede encontrar un texto antológico de San Josemaría explicando el espíritu de penitencia en la vida ordinaria en el libro Amigos de Dios n º 138
http://www.escrivaobras.org/book/amigos_de_dios-punto-138.htm
El tiempo de la Cuaresma es un buen momento para renovar la lucha en algunas de las manifestaciones que hay de egoísmo en nuestras vidas. Evidentemente no hay recetas generales porque, aunque todos lo tenemos, este defecto tiene muchas caras y quiere “un tratamiento personalizado”, podríamos decir. Es un buen tema para trabajar
Mn francesc Perarnau