Esta frase -en latín- (Todos, con Pedro, a Jesús, por María) se encuentra en diversos escritos de San Josemaría, especialmente en los apuntes que se conservan referentes a su vida espiritual correspondientes a los primeros años de la fundación del Opus Dei. Con estas palabras quería expresar la unión que cada cristiano hemos de tener con el Papa, con el que hemos de formar una “piña”.
Casi sin querer nos evocan estas palabras aquella expresión que leemos en los Hechos de los Apóstoles al hablarnos de la unidad en la que los discípulos vivieron la espera del Espíritu santo, después de la Ascensión del Señor. Dice así el libro sagrado: “(Los apóstoles) regresaron entonces a Jerusalén (…) subieron al cenáculo donde vivían Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el Zelotes, y Judas el de Santiago. Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y con María la Madre de Jesús y sus hermanos.” (Hechos 1, 12)
Con Pedro, cabeza visible de la Iglesia, con María, la Madre, bajo cuya protección el Señor ha dejado “su familia” que esto es la Iglesia. Así todos juntos, bien unidos, es como será posible llevar adelante la misión transformadora, redentora que Jesús vino a realizar en el mundo…
La unidad de todos los cristianos en torno a la cabeza -Cristo y su Vicario- es fundamental, es condición de eficacia, gracias a ella el mundo podrá reconocer al Enviado del Padre. Es una de las peticiones de Jesús en la oración sacerdotal durante la Última Cena: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los envié a ellos al mundo, y yo por ellos me santifico, para que ellos sean santificados en la verdad. Pero no ruego sólo por éstos, sino por cuantos crean en mi por su palabra, para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mi yo en ti, para que también ellos sean en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado.” (Jn 17, 18-21)
No es extraño que el enemigo quiera crear fisuras en esta unidad, que busque la manera de erosionar esa fortaleza. Sabe que solamente creando división, separación, desunión, podrá vencer. La experiencia milenaria de la Iglesia nos habla de los males evidentes que han causado las rupturas de la unidad.
El mes pasado, en las Jornadas Mundiales de la Juventud, hemos vivido unos momentos eclesiales de gran importancia. No ha sido difícil rezar por el Papa y por sus intenciones, y unirse intensamente a su oración. Demos gracias a Dios y pidamos que no sea cosa solamente de unos días especiales, sino que sea así siempre, todos los días de nuestra vida estemos “omnes cum Petro, ad Jesum per Mariam!”
Mn Francesc Perarnau
Javier Morales
Muchas gracias por esta explicación.
Javier Morales
Muchas gracias por esta explicación