Todos los medios de comunicación del mundo están siguiendo la noticia del desarrollo de la JMJ a Madrid. Haciendo una ojeada a los periódicos alemanes, austriacos, ingleses… y también a las cadenas de televisión y los medios digitales, no solamente españoles, nos sorprenden cada día con los acontecimientos. Madrid está en ojo del huracán. El Santo Padre, Vicario de la Iglesia Universal llega a Madrid, pisando fuerte en España, nuevamente después de su última visita en noviembre en Santiago de Compostela y Barcelona.
Es un encuentro dónde los jóvenes cristianos y católicos del mundo entero están viviendo la experiencia de la nueva evangelización ante una secularización insistente y en algunos casos laicista. Seguir a Cristo es amar los sacramentos que Él instituyó a lo largo de su vida pública. Entre los jóvenes está calando este mensaje de Jesús, y en consecuencia aquel lema del Beato Juan Pablo II, “No tengáis miedo”. Los estamos viendo en la plaza Cibeles siguiendo con devoción la santa misa de inauguración de las Jornadas, y como dicen las fuentes bien informadas: había medio millón de jóvenes; también los vemos utilizando los confesionarios de porespan blanco, que recuerdan a una vela de yate, y como bandera el logo de la JMJ; allí sacerdotes de todo el mundo y en todos los idiomas que puedas imaginar ejercen su ministerio. Así confesando los pecados y recibiendo la Sagrada Comunión en gracia de Dios, las gracias innumerables se repartirán por todo el mundo no solamente en beneficio de ellos mismo sino también de todos nosotros, creyentes y paganos. Sabemos que han recomendado encarecidamente comulgar directamente en la boca para favorecer un mayor respeto a la Eucaristía.
Estos jóvenes nos están dando a los más mayores un gran ejemplo para saber cómo ser cristianos valientes en nuestro tiempo, a pesar de las dificultades no solamente las personales sino también aquellas que nos salen al paso por el hecho mismo de seguir queriendo ser católicos en el lugar donde vivimos. Esa valentía está llena de alegría y de gratitud a Dios. Y como la alegría, y más la sobrenatural que la humana, es contagiosa, nos alegramos profundamente de que tantos chicos y chicas hayan preferido que sus vacaciones sean junto al Papa, Benedicto XVI, sin importarles todas esas dificultades que los medios han ido escribiendo y diciendo. Nada!, que a los jóvenes convencidos de lo que es bueno no les para ni el calor, ni las incomodidades, ni los que son contrarios, esos jóvenes de hoy son como la madre perla, muy valiosos, y nos llenan de orgullo y esperanza. Así que nuevamente, hoy, bienvenido Santo Padre Benedicto XVI!, le queremos muchísimo.
Isabel Hernández Esteban