Como en muchas iglesias también en Montalegre se celebran peregrinaciones anuales a algunos lugares especialmente significativos. Feligreses y amigos han podido visitar y rezar en distintos lugares. Algunos muy cercanos o relativamente cercanos, como pueden ser Montserrat o el santuario de Torreciudad; otras veces más lejanos, como Lourdes o Fátima. Pero especial significación ha tenido para todos los participantes la Peregrinación a Tierra Santa que se desarrolló de los días 17 al 24 del pasado mes de Mayo y del que queda constancia en algunos artículos en esta web.
Realmente tener la ocasión de visitar la Tierra Santa, la tierra de Jesús, aquellos lugares donde Él nació vivió, enseñó y acabó muriendo en la Cruz para resucitar definitivamente, es un gran don de Dios.
Pienso que solamente las personas que han tenido la suerte de poder estar allí pueden comprender por que motivo se habla de la visita a esas tierras como del quinto Evangelio. En algunos lugares es como si no hubieran pasado los siglos, y se perciben aquellos contornos tal como los vio Jesús. Destaca especialmente en este sentido toda la visita a los distintos lugares de Galilea, muy especialmente el Mar de Genesareth y su entorno, donde se desarrolló gran parte de su ministerio público. Aquellas aguas, aquellos montes, aquellas orillas y pueblos…todo es tan parecido a como era entonces que, sin querer, la imaginación se va a la época de Jesús y allí se pueden revivir con mucha facilidad los pasajes evangélicos. Se hace posible poner en práctica aquel consejo expresado por San Josemaría en un punto de Forja:
¡Vive junto a Cristo!: debes ser, en el Evangelio, un personaje más, conviviendo con Pedro, con Juan, con Andrés…, porque Cristo también vive ahora: “Iesus Christus, heri et hodie, ipse et in saecula!” -¡Jesucristo vive!, hoy como ayer: es el mismo, por los siglos de los siglos (Forja 8).
Celebrar o asistir a la Santa Misa en lugares como la casa de María en Nazareth, el Monte de las Bienaventuranzas, la gruta de Belén, el Monte Tabor y el Calvario… es un auténtico privilegio, un don del que no nos cansaremos nunca de dar gracias a Dios. Los peregrinos somos conscientes de que hemos participado de una gracia muy especial de Dios. Realmente se puede decir que era cierto aquello que nos comentaba antes de salit alguien que estuvo en aquellos lugares: ya veréis, hay un antes y un después de la visita a Tierra Santa y cuando regreséis a casa os quedará un recuerdo maravilloso y un deseo grande de volver a aquellos lugares.
Mn Francesc Perarnau