En este Jueves Santo se celebró la misa In Coena Domini con toda la solemnidad de la fiesta. La concelebraron cinco presbíteros de Montalegre, presidida por el Rector, Mn. Francesc Perarnau, y como maestro de ceremonias, Mn Joan Juventeny. Toda la iglesia estaba llena, incluso una parte de las gradas. Colaboraron también fieles habituales en las lecturas, en la procesión hasta el Monumento, y al órgano.
En la homilía el rector distinguió las tres cosas importantes del día: el Mandamiento de la Caridad, las instituciones de la Eucaristía y la del sacerdocio. En esta ocasión explicó ampliamente cómo aquellos apóstoles fueron capacitados por Jesucristo para impartir todos los medios de santidad. Se entiende que al pensarlo, después del transcurso de más de dos mil años, resulte impresionante, pues todos los días de todos los años y siglos desde entonces se ha ido repitiendo en todo el mundo el sacrificio de la misa.
Siguió diciendo que el sacerdocio es un don y los sacerdotes son un instrumento de Dios, pues el pueblo ha ser cuidado, guiado y protegido. Para que sea posible el sacerdote también ha de ocuparse de ser santo, si es así, los frutos de su santidad serán enormes: un hombre santo tiene un gran influjo en la Iglesia, como el Santo Cura de Ars. Pero la santidad de los sacerdotes no solo depende de ellos, depende del pueblo cristiano, es decir, depende de la oración de todos. Y como Santa Teresa, podemos decir “Danos Señor sacerdotes santos”.
Isabel Hernández Esteban