Esta es la impresión con la que uno se queda después de leer dos artículos escritos por la columnista Melanie Phillips en el Daily Mail y accesible en la edición digital Mail Online el 24 de enero y el 14 de febrero pasados.
“¿Que tendrán que ver las matemáticas, la geografía o las ciencias naturales con la homosexualidad?” se pregunta la columnista. “Pues aunque parezca mentira los escolares ingleses están siendo bombardeados con referencias a la homosexualidad en esas materias.” Y explica que los profesores, tendrán que seguir los contenidos educativos marcados por el Gobierno, deberán hacer considerar a sus alumnos por qué los homosexuales se desplazan del campo a las ciudades, o les harán estudiar los censos de población para que sepan cuantos homosexuales pueden encontrar en sus lugares de residencia o les hablarán de algunas especies animales, como lo pingüinos emperador o los caballitos de mar, en las cuales el macho toma un papel preponderante en el cuidado de sus crías.
Todo ello formando parte de una vasta campaña por la cual se quiere destruir el concepto de comportamiento sexual normal. “Lo que antes no era permisible primero se convierte en tolerable y finalmente se hace obligatorio”, señala Phillips. Defender los valores tradicionales en cuanto a la sexualidad y el matrimonio heterosexual se refiere es considerado fanatismo, intolerancia, y, por supuesto, puede convertir a los que así piensan en criminales que no respetan las leyes. El matrimonio Bull que no quiso alojar en su pensión a una pareja de homosexuales ha sido denunciado por ello, agencias de adopción que denegaban la concesión de un bebé a parejas del mismo sexo han sido forzadas a cerrar, algunos funcionarios que se negaban a oficiar uniones civiles homosexuales han tenido que dar marcha atrás…
Sorprendente es el episodio protagonizado –a su pesar, me imagino– por el Dr. Hans-Christian Raabe. Nos cuenta Phillips, en su columna del día 24 de enero, que el doctor fue nombrado miembro del Advisory Council on the Misuse of Drugs (Consejo Asesor sobre el abuso de drogas) por su conocimiento del tema, basado más en la prevención del uso de drogas que en el tratamiento posterior de los drogadictos. Pero cuando uno lee el artículo del 14 de febrero se entera de que el Dr. Raabe ha sido cesado en su puesto de Asesor del Consejo, sin ni siquiera haber tomado posesión del cargo.
“¿Su crimen? Ser coautor de un documento que afirmaba que el 25% de los pedófilos eran homosexuales”. Lo curioso del caso es que el mismo Ministerio del Interior en un informe publicado en 1998 había hecho referencia a un estudio que “sugería razonablemente que entre un 20 y un 33 por cierto de los abusos sexuales a niños son homosexuales por naturaleza”.
El Dr. Raabe declaró al Daily Mail: “He sido discriminado a causa de mis opiniones y creencias que están en consonancia con las enseñanzas de la mayoría de las Iglesias. Esto establece un peligroso precedente: ¿Estamos diciendo que ser cristiano constituye actualmente un impedimento para ejercer cargos públicos?”
Lo cierto es que, no sólo en Inglaterra, sino también en la gran mayoría de países desarrollados, se está llevando a cabo una campaña tremenda de desprestigio contra los valores tradicionales y contra aquellos que los sustentan.
Dice Melanie Phillips que “la llamada guerra de la cultura que se está llevando a cabo entre los que quieren destruir el código moral del mundo occidental y los que luchan por defenderlo es simplemente el tema interno más urgente con el que nos enfrentamos.” Y yo no tengo más remedio que decir que estoy totalmente de acuerdo.
Vicente Font Boix
Para saber más:
(*) Joseph R. McCarthy fue 10 años senador por Wisconsin en Washington. Él y sus colaboradores se hicieron famosos por alentar unas investigaciones a funcionarios norteamericanos y otras personas (como artistas) como sospechosos se der agentes soviéticos o simpatizantes del comunismo.
Por extesión el término Macarthismo describe el estado de persecución anticomunista que se vivió en los EEUU durante los años 50, en plena guerra fría y guerra de Corea. Los procesos contra personas sospechosas se denominaron “caza de brujas”. Macarthismo y caza de brujas se han convertido en sinónimos para referirse a cualquier actividad, especialmente promovida desde el poder para reprimir puntos de vista (legales, políticos, sociales…) no favorables a la opinión dominante, con frecuencia recortando o suspendiendo derechos civiles con la excusa de defender altos principios, como la seguridad nacional.