En el año 2008 iniciamos un recorrido de peregrinaciones a los lugares donde la Virgen Santísima se la siente vivamente, donde su presencia es tangible. Así y en estos días se cumplen ya dos años de nuestra primera peregrinación al santuario de la Virgen de Lourdes (Francia), fuimos un grupo numeroso de entusiastas, en autocar y durante tres días. Allí en pleno invierno sentimos el abrigo de la Nuestra Madre del cielo. Posteriormente, en el mes de mayo del 2009, pasamos un día de excursión en el santuario de la Nuestra Señora de Montserrat y sus alrededores; y más recientemente en el mes mayo del 2010, siguiendo los pasos del Santo Padre, Benedicto XVI, fuimos a Fátima (Portugal). Aquellos santuarios han sido y son islas u oasis para los cristianos, como así lo dice el Santo Padre en la entrevista de Peter Seewald:
“Realmente necesitamos en cierta manera islas donde vivan e irradien la fe en Dios y la sencillez interior del cristianismo; oasis, arcas de Noé en las que el hombre pueda refugiarse siempre de nuevo. Los espacios de la liturgia son espacios de refugio. Pero también lo son las diferentes comunidades y los diferentes movimientos, las parroquias, las celebraciones de los sacramentos, las practicas de piedad, los peregrinajes, etcétera.” (La luz de mundo. Editorial Herder, último párrafo del capítulo 17).
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