Por Jesús Colina – Zenit.org
Publicado el 15 de enero de 2011

“Encontrarás dragones” se estrena el próximo 25 de marzo en España Anuncia la Productora Mount Santa Fe.
MADRID, miércoles 12 de enero de 2011 (ZENIT.org).- La película que cuenta con una interpretación libre de la figura de san Josemaría Escrivá, el único personaje histórico del filme, se estrena en España el próximo 25 de marzo, según anunció la Productora Mount Santa Fe. El estreno mundial de la última película del oscarizado director británico Roland Joffé (La Misión-Killing Fields) “Encontrarás Dragones (http://www.therebedragonsfilm.com), y que será distribuida en España por Aurum, será el próximo 25 de Marzo de 2011
“Encontrarás Dragones”, es un drama épico, centrado en la investigación que Robert (Dougray Scott), periodista español, está realizando sobre una serie de acontecimientos acaecidos durante la guerra española de 1936-1939, que tuvieron como protagonista a su propio padre y a un joven sacerdote, Josemaría Escrivá de Balaguer (Charlie Cox).
A través del relato de su padre, Robert va a descubrir una terrible historia de traición, celos y muerte, pero también de redención y perdón con el terrible trasfondo que supuso la guerra en un país enfrentado entre sí.
En esta superproducción, participan actores como: Charlie Cox (Stardust, Casanova); Wes Bentley (American Beauty); Dougray Scott (Hitman, Misión Imposible 2); Olga Kurylenko (Centurión, Quantum of Solace); Rodrigo Santoro (Che, 300); Ana Torrent (Las Hermanas Bolena, Tesis); Unax Ugalde (Bon Appétit, Amor en los Tiempos del Cólera); Jordi Molla (La Buena Estrella).
El equipo técnico de la película dirigido por Roland Joffé, cuenta además con Eugenio Zanetti como diseñador de producción (premio óscar por Nicolas&Alejandra); Michéle Burke maquillador (óscar por Drácula y En Busca del Fuego); Ivonne Blake, vestuario (ganadora de un Goya); Gabriel Beristáin, fotografía; Rafael Solórzano, efectos especiales (ganador de dos
Goyas).
Al inicio del año 2011, en el que se celebrarán los 75 años del estallido de la guerra civil española, Joffé ha querido compartir las convicciones que compartirá con quien vea esta película.
 
Ofrecemos a continuación la entrevista con el director Ronald Joffé:
 
–¿A qué alude el título de la película “There Be Dragons”, “Encontrarás dragones”?
–Roland Joffé: Los mapas medievales calificaban los territorios desconocidos con las palabras “Hic sunt dragones”, “aquí hay dragones”. Cuando comencé a investigar sobre el tema y a escribir el guión, dado que realmente no sabía lo que me esperaba ni cómo acabaría, “Encontrarás dragones” me pareció un título apropiado. Era como si me saliera de mi mapa y me adentrara en un territorio inexplorado al tocar temas como qué es la santidad, temas de religión y de política del siglo XX, el pasado de otro país. Me había golpeado la afirmación de Josemaría: a Dios se le encuentra en “la vida ordinaria”, y esa vida ordinaria, en su caso, fue la guerra civil española. Me pregunté: ¿cómo es posible encontrar lo divino en la guerra? Pero la misma pregunta puede hacerse sobre todos los desafíos fundamentales de la vida, y sobre la manera en que los afrontamos: cómo respondemos al odio y al rechazo, o al deseo de venganza y justicia. Todos estos dilemas aumentan en tiempo de guerra. Estos dilemas son, en cierto sentido, los “dragones” de la película, momentos de inflexión en nuestras vidas en los que afrontamos opciones decisivas. Opciones que afectarán a nuestro futuro. “Encontrarás dragones” habla de las diferentes opciones que asume la gente en esos momentos de inflexión –tentaciones, si usted quiere– y de lo difícil que es –y necesario– huir de los ciclos de odio, resentimiento y violencia.
–La película tiene lugar en el contexto de la guerra civil española, que en cierto sentido es el paradigma de la violencia que genera violencia, la violencia sin sentido. En este escenario de violencia fratricida, ¿hay espacio a la esperanza?
–Roland Joffé: Sí, pero es sumamente difícil. Entre las personas hay demasiados hechos abominables, horrendos, que parecen imposibles de perdonar, de rescatar, imposibles de superar. iPero el perdón es posible! Los ciclos de violencia pueden detenerse, como lo demostró el presidente Nelson Mandela en Sudáfrica. El perdón ha sido posible para muchos héroes en Ruanda, y ha sido ofrecido y aceptado por muchos valerosos palestinos e israelíes. Josemaría aseguró que las personas normales son capaces de ser santas, y creo que se refería a esta clase de perdón heroico. La inagotable posibilidad de perdonar deja espacio a la esperanza. Pero el precio es alto: exige un profundo sentido de lo que es plenamente humano, un profundo sentido de compasión, y una resolución firme, y sí, heroica, para no quedar atrapado por los odios imperantes, sino luchar contra ellos con un amor inquebrantable.
Buena parte de la trama de la película se desarrolla durante la guerra civil española, pero se despliega entre ese telón de fondo y el año 1982. Hay muchas generaciones involucradas en esta historia: el pasado proyecta una sombra sobre el presente. Lo que las une es Robert, un periodista a quien se le ha pedido que haga una investigación sobre Josemaría Escrivá en tiempos de su beatificación. Poco a poco descubre que su padre, Manolo, fue en la infancia amigo de Josemaría, y que estuvo en el seminario con él, aunque luego sus vidas tomaron caminos totalmente diferentes. Robert y Manolo se han alejado, pero la película les une según va revelando la terrible verdad sobre el pasado. Por tanto, es también la historia de un padre y un hijo, y la historia de la verdad que necesitan afrontar para superar lo que les separa. Es sobre todo una película sobre el amor, sobre la fuerza de su presencia y sobre el árido y aterrador mundo en el que vivimos con su ausencia.
Las guerras civiles son mucho más atroces porque enfrentan a hermano contra hermano, familia contra familia. Al final de la guerra civil española, se contaba medio millón de muertos. Una guerra civil es una poderosa metáfora de una familia. Al igual que en las guerras civiles, los miembros de la familia toman partido y se desgarran; los antiguos resentimientos se convierten en manantiales de odio. No le perdonamos a nuestra tía lo que ha hecho, no nos hablamos con nuestro padre porque dejó a nuestra madre, no nos hablamos con nuestra madre porque se fue con otro, o no nos hablamos con nuestro hijo porque escogió una profesión diferente de la que esperábamos. Estas son las guerras civiles de nuestra vida ordinaria. “Encontrarás dragones” habla de estos dos tipos de guerra civil.
Fundamentalmente, todos tenemos que optar entre dejarnos vencer por nuestros resentimientos o encontrar la manera de conquistarlos. Puede verse la vida como una serie de injusticias, de rechazos y heridas, o como una serie de oportunidades, de ocasiones, para vencer a esos dragones a través del poderoso deseo de sustituir el odio por el amor y la unidad. Muchos albergan en su interior ese amor para tomar esta heroica opción. Se dan cuenta de que pueden tomar la opción de ser libres. Tienen la fuerza de carácter para comprender que el odio es una prisión. Nadie que odia puede ser libre. ¿No hemos visto acaso tantos ejemplos de esto en los años transcurridos desde la primera guerra mundial? Por otro lado, cuando las personas optan por el amor, el observador imparcial puede ver en ellas el sentimiento de libertad, de compasión, de generosidad.
Al final, todos nos encontramos ante estas opciones. Incluso a Robert, el agnóstico y el materialista, se le pide que elija entre el amor y el odio, que en cierto sentido se enfrente al mundo con amor, o como dice Aline, que “se enfrente a Dios con el amor”.
Para mí la película habla de esto. El perdón deshiela lo que ha quedado congelado. Toca lo humano en el interior de quien ha sido perdonado, así como toca lo humano en el interior de quien perdona. El amor no siempre es fácil, no puede serlo. No puede proceder de una actitud de superioridad, sólo puede proceder de una actitud de humildad y de humanidad. Y, sin embargo, su belleza es poderosa. Dice: “Sí, sal de ti mismo. ¿Crees que no puedes perdonar?”. Pues bien, no sabrás si puedes perdonar hasta que no perdones. Y, ¿cómo puedes perdonar? Para perdonar necesitas identificarte con el otro. Perdonas poniéndote en la piel del otro. Debes dejar de demonizarlo, no puedes decir “Soy mejor que él, yo nunca podría hacer eso”. Por el contrario, tienes que mirar a la persona y decirte: “podría ser yo”. Por tanto, sí, hay espacio a la esperanza, incluso en las circunstancias más dolorosas, trágicas y terribles, donde la esperanza parece imposible.
–¿La película se dirige a creyentes o a no creyentes?
–Roland Joffé: “Encontrarás dragones” se toma la fe en serio; se toma la santidad en serio. Pero su interés va mucho más allá de un público religioso. Su pregunta presupone una separación que, en realidad, es falsa. Todos vivimos en un mundo perturbado, todos tenemos que afrontar el dolor y la alegría de la vida ordinaria, y aunque recurramos a diferentes interpretaciones de la realidad sobre esta experiencia, al final todos moramos en el mismo mundo desgarrado y perturbado.
Es una película sobre creyentes y no creyentes. Quedé profundamente impresionado por la convicción de Josemaría de que todos somos santos en potencia, por su fe en que cada quien es en última instancia capaz de acabar con sus propios dragones. Espero que la gente que vea la película lo descubra en sus propias luchas con sus dragones y que comprenda que ningún santo ha llegado a serlo sin haber luchado.
La película también habla de muchas formas de amor. El amor de Ildiko por Oriol es una forma particular de amor. Su amor apasionado por edificar un mundo mejor es otra forma de amor. El amor de Manolo por Ildiko es también otra forma de amor, aunque esté atado por los celos y el resentimiento. El amor que anhela Manolo y que acaba recibiendo es también otra forma particular de amor. Estos diferentes tipos de amor se unen como en una tela de araña, formada por hilos individuales: cada hilo parece estar separado, pero luego la realización de la tela muestra que todos ellos forman parte de un conjunto más grande, que están unidos a la misma realidad, orientada hacia el mismo punto, hacia el mismo centro. Al final, todos estos hilos diferentes de amor, que parecen tan diferentes, convergen en un punto fundamental: “¿Este amor es más grande que el amor propio?”. Esta es una pregunta importante. Y a ella se dedicó buena parte de la política de los inicios del siglo XX. De todos modos, plantea otra cuestión de una gran complejidad. Si este amor apasionado se basa en un ideal, o en una idealización, si consiste en la aceptación de un solo modelo de comportamiento humano, ¿cómo puede evitar caer en el fanatismo o la demonización? Desde tiempos de la Ilustración, esta ha sido una cuestión fundamental. En nombre del amor de un bien más grande, cuántos actos inhumanos se han cometido. Me parece que sólo si se comprende la trágica falibilidad de todos los seres humanos y de todos los comportamientos humanos podemos encontrar la senda del entendimiento y de esa profunda empatía, ese sentido de identificación con el otro, que libera de la demonización y de las espirales de violencia sin esperanza.
No se trata de una película católica, sino que trata de un tema clave en la teología cristiana y en todas las iglesias cristianas, así como en muchas otras religiones. Todas las religiones comprenden que los seres humanos, en sus relaciones unos con otros, toman opciones divinas, opciones que afectan profundamente a la vida de los demás y al mundo que les rodea. Esta interconexión constituye el fundamento del amor: lo que hacemos a favor o en contra de los demás nos afecta a nosotros y a ellos porque todos estamos unidos los unos a los otros.
–¿Hasta qué punto su personaje de Josemaría Escrivá, que hoy es un santo de la Iglesia católica, se basa en hechos o es un producto ficción?
–Roland Joffé: De todos los personajes de la película, Josemaría es el único que ha existido históricamente, el único sobre el que abundan testimonios y pruebas. Creo que la representación de Josemaría que ofrecemos de su sensibilidad, su sentido del humor, que indudablemente tenía, surge de los acontecimientos de su vida y es en realidad muy cercana a lo que fue él en realidad. He querido encontrar un punto de vista honesto al trazar su perfil, y tomar su fe en serio, como él lo hizo. Supongo que en el caso de los santos es algo típico ver en ellos, en extraña oposición con la pecadora de corazón de oro, a hombres con corazón de plomo; pero esto no es más que un cómodo convencionalismo. De hecho, la historia de Josemaría es la de un hombre que logra el éxito extraordinario de simplificar su vida entorno a un amor a Dios auténtico y poderoso. Este amor a Dios se convierte en un principio organizador que le da forma, así como una especie de sencillez y fuerza.
Pero esto no hace que sea aburrido o soso, pues este amor se dio en el mundo real, y el fruto de esta existencia en el mundo real, y con frecuencia cruel, es en todo hombre honesto la duda. Dudar de Dios y dudar de la bondad. Esta duda es sumamente fecunda. El amor no es algo caído del cielo, como algo sine qua non. Hay que luchar por él. Es lo que, como seres humanos, debemos llevar a la mesa. Tenemos que encontrar este amor profundo en nosotros mismos, comprendiendo la belleza escondida de nuestra fragilidad y de la fragilidad de los demás. En un sentido profundo que ilustra, me parece, la historia de Cristo. Si somos creyentes, tenemos que seguir buscando ese amor profundo en nosotros mismos y ofrecerlo a Dios y a su creación. Si no somos creyentes, tenemos que seguir buscándolo y ofreciéndolo a los demás, sin tener en cuenta su política, raza o religión.
–¿Tenía usted ideas sobre la manera de presentar la guerra civil española o sobre algunos personajes, como san Josemaría Escrivá?
–Roland Joffé: No sabía mucho sobre Josemaría antes de que me pidieran grabar la película. Esto es lo que sucedió: un día, uno de los productores de la película vino a Holanda para convencerme e que hiciera la película. Traía varios libros y materiales, incluido un DVD sobre Josemaría. Tuvimos una comida muy, muy agradable y, regresando a casa, a pie, pensaba: “No tengo ganas de hacer esta película. Tengo otro proyecto ambientando en la India, y he trabajado mucho para lograrlo”. En otras palabras, pensaba que era un ofrecimiento muy, muy bueno, y había apreciado realmente la comida, pero pensaba rechazarlo.
Era una noche de verano, de manera que salí al jardín, con una copa de vino en la mano, puse el DVD en mi lector, y me senté ante el ordenador para escribir una breve carta que decía: “Querido X, muchas gracias. Aprecio el que haya emprendido todo este viaje, pero pienso que verdaderamente usted debería buscar en otro lado”.
 Mientras tanto, el DVD seguía funcionando. Un momento de la narración llamó mi atención: Josemaría se dirigía a una multitud, en Chile, quizá, o en Argentina, no estoy seguro del lugar, y una joven levanta la mano y dice: “Tengo una pregunta, soy judía”.
Y Josemaría responde: “Sí, dime, por favor”.
Ella añade: “Mi más ferviente deseo es convertirme al catolicismo”.
Josemaría: “¿Sí?”.
Ella sigue diciendo: “Pero soy menor de edad y mis padres no me lo permiten”.
Josemaría, sin pestañear, responde: “Te digo que seas muy buena con tus papás. Que tengas paciencia, que reces. No muestres ningún gesto de insurrección. ¿Está claro? Quiere mucho a tus papás […] Y jamás una palabra de crítica de tus papás. Has de amarlos con toda el alma. Y mostrarlo con los hechos. ¿De acuerdo? Buena hija serás de Cristo si buena hija eres de tus papás”.
Al ver ese momento del vídeo, me decía: “iQué momento maravilloso! Qué momento maravilloso, inesperado, y sobre todo viniendo de una organización de la que todo el mundo se esperaría que dijera lo contrario”. Estaba mirando a mi ordenador y me decía: “Espera un momento”. Apagué el DVD. Dejé de escribir la carta. Me puse la gorra de director de cine y escribí una escena en la que Josemaría aparece con un hombre, a punto de morir, a quien ya conocía, que le dice que es judío y que su sueño es convertirse.
Escribí la escena de cabo a rabo, sin dejar de pensar: “tengo realmente ganas de ver esto en una película. Pero, no lo veré nunca si no hago la película, ¿verdad? ¿O enmarcaré esta escena en otra película?”.
En lugar de la primera carta que me disponía a redactar, escribí: “Querido X, estoy verdaderamente interesado en este proyecto, a condición de disponer de toda la libertad de creación para hacerlo como quiero, y que usted no cuente conmigo para seguir una línea de parte, y si usted acepta el hecho de que no soy muy brillante y que lo haré lo mejor posible, pero que tengo que seguir mi propia verdad. Si usted está de acuerdo, me gustaría hacer verdaderamente este proyecto”.
Esto es más o menos lo que sucedió. No tenía ninguna idea preconcebida sobre Josemaría, había escuchado algo sobre él, pero sobre todo fue este pasaje del DVD el que suscitó mi interés para realizar la película. Me encontré ante la historia de un hombre, y al leerla tomé conciencia de que realmente respetaba a este hombre. De hecho, más que un simple respeto, sentía que encarnaba algo de su combate, que interpelaría a todos los seres humanos de una manera maravillosa, y que esta historia que quería contar es la que cuenta esta película.
La guerra civil española era también complicada de afrontar. Hubiera sido fácil tomar partido, pero de este modo hubiera traicionado el eje central de la actitud con que quería contar esta historia. La historia, como bien se sabe, es partidista, escrita por los vencedores y reescrita por los vencidos. Muchos creerán simplemente el rumor o la leyenda que les parecerá más agradable y estoy seguro de que tendremos que afrontar ciertas opiniones sobre lo que es o era el Opus Dei, sobre quién era Josemaría, y sobre lo que realmente fue la guerra civil española.
Quise mostrar lo que sucedió en España durante la guerra civil sin espíritu partidista. De hecho, España vivió, en un período de tiempo muy condensado, lo que Gran Bretaña, por ejemplo, experimentó y absorbió durante un centenar de años: revolución industrial, ideologías de lucha de clases, sin contar que España había perdido su imperio y la estabilidad económica. Para la sociedad española, era muy fácil fracturarse y, según la mentalidad de la época, era muy fácil abrazar opiniones totalmente opuestas y radicales sobre la justicia social, el papel de la Iglesia, etc. Al final, según es propio de la naturaleza de estas tensiones sociales, las posiciones más extremas comenzaron a marginar las demás. Con la debilitación del centro, los dos polos opuestos comenzaron a hacerse más fuertes.
En la guerra civil española, los dos bandos tenían ideales y su propio sentido de la virtud. Como los movimientos políticos del resto de Europa, las personas de los dos lados de la demarcación política comenzaron a diabolizar al otro campo.
Pero las divisiones, que en Europa se convirtieron en divisiones nacionales, en España fueron fratricidas y dejaron cicatrices psicológicas profundas y difíciles de cicatrizar. Lo que sucedió en España fue una herida que realmente desgarró a familias de la manera más dolorosa y atroz. El hermano tomó una opción diferente a la de su hermano, ¿pero esto significa que ya no eran hermanos? Si esto significa que ya no eran hermanos, si queremos matar a nuestros hermanos a causa de aquello en lo que creemos, entonces, ¿no tendremos que preguntarnos por el valor de nuestras opciones?
–La realización de esta película, ¿ha influenciado en cierto sentido su vida personal?
–Roland Joffé: Déjeme que se lo explique: no soy muy religioso, pero me han pedido que escriba sobre un hombre que lo era. Tuve que tomar distancia y decirme: “Cuando escribo sobre Josemaría, tengo que aceptar tal cual –de manera total, honesta y sincera– todo lo que Josemaría me dice sobre lo que contó para él, aquello a lo que consagró su vida, su experiencia religiosa. Tengo que informarme lo más posible sobre su experiencia religiosa, sin prejuicios, honestamente, y dejarme interpelar”.
He leído mucho sobre la experiencia religiosa. He experimentado emoción y alegría al descubrir cuántos hombres de ciencia (en particular, físicos) han vivido una experiencia profunda de Dios, y me ha conmovido el ver que la separación entre la ciencia y la religión, que se ha convertido en el pensamiento dominante de nuestra época, en realidad era falsa. He acabado por comprender que el gran descubrimiento de la física moderna consiste en que nuestra percepción de la realidad se basa en modelos fabricados por nuestro cerebro y que, por tanto, existen numerosos modelos de realidad.
Muchos son insuficientes para explicarlo todo, aunque apropiados para explicar algunas cosas; nos proponen una nueva manera de comprender lo que debería ser la realidad o las realidades y esta comprensión no excluye la idea de Dios o una dimensión espiritual del inmenso universo en el que moramos, sino que más bien nos muestra que la manera en que la ciencia nos ha llevado a redefinir y reinterpretar la realidad nos ofrece también una oportunidad para reinterpretar y redefinir lo espiritual.
No sé muy bien en qué medida, en estos años, me ha afectado esta experiencia. Creo que algo profundo necesita algo de tiempo para revelarse por lo que realmente es. He experimentado una sensación muy particular al grabar “Encontrarás dragones”: más que una experiencia solitaria, como había creído, se trata de una experiencia sumamente interesante, para nada solitaria.
El poder pensar, de repente, “Deja a un lado mis respuestas fáciles y vive simplemente con la pregunta”, ha sido para mí maravillosamente convincente, y me ha permitido sentirme muy, muy cerca de este proceso de vida de una manera que no hubiera creído posible. Y ahora no sé muy bien a dónde todo esto va a llevarme.
 
Jesús Colina. Zenit.org
 
 

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